Tuvieron que pasar 33 años para que los habitantes de la Ciudad de México se emocionaran y maravillaran con la presencia de un eclipse solar. No importó que el de este 2024 no fuera total ni que no oscureciera como aquel 11 de julio de 1991. Niños, jóvenes y adultos disfrutaron del fenómeno natural a través de lentes especiales, telescopios o por transmisiones en internet.
Desde la plancha del Zócalo capitalino hasta las “islas” de Ciudad Universitaria (CU), sede de la Universidad Nacional Autónoma de México, en las banquetas de Paseo de la Reforma o ya fuera en la Zona Metropolitana del Valle de México, en un puente peatonal frente a las torres de Satélite. Todos aguardaron a las 12 del día para poder ver parcialmente el eclipse solar.
“¡Imagínate!, antes ni lo veíamos, nos daba miedo, luego nada más lo escuchábamos por radio, pero no todos tenían y pues en el pueblo todo se regaba como pólvora y así nos enteramos. Ahora veo que hay mucha, mucha gente porque ahora todo se sabe desde el celular”, dijo María Eugenia, de 85 años, quien acudió a CU con sus hijas, nieta y tataranieta.
Allí, miles de personas, jóvenes sobre todo, se dieron cita para observar el fenómeno natural. Familias enteras llegaron y aprovecharon para realizar picnic. “Llegamos como a las 9 de la mañana, la verdad es que por eso agarramos un muy buen lugar. Nunca pensamos que estuviera repleto de gente”, dijo Rodrigo.
Leonel, por ejemplo, fue de los afortunados cuyo cumpleaños cayó justamente el día del eclipse solar. “Mis amigos fueron los ocurrentes, dijeron que sería un momento muy, muy especial. Cumplo 21 años y, según lo que hemos leído, para el próximo eclipse tendré 20 años más, por eso se nos ocurrió venir aquí a las ‘islas’ de CU, pero nunca pensamos que hubiera tanta gente”, dijo.
Mientras, en el Zócalo capitalino, sin que las autoridades dieran aviso, cientos de visitantes nacionales y extranjeros se congregaron en la explanada para observar el eclipse solar. Desde las 11:00 horas, decenas llegaron y utilizaron lentes especiales, filtros solares y cajas negras para poder observar el cielo. Uno de ellos fue el jefe de Gobierno, Martí Batres.
A su vez, en Paseo de la Reforma, cientos de personas se reunieron alrededor de la glorieta del Ángel de la Independencia.
“Estoy muy emocionada por lo que acabo de vivir. Mi mamá me contó que en el último yo ya había nacido y ahora me toca verlo en persona con ella”, dijo Fernanda, quien junto a su madre observó el fenómeno natural.
Extranjeros, oficinistas y estudiantes se prepararon con gafas solares, lentes de soldador del número 12 y hasta con una caja de zapatos para observar el eclipse desde temprano, suspendiendo por al menos dos horas sus actividades habituales. “Es algo que rara vez pasa y en la ciudad, que siempre está contaminada, no me lo podía perder por nada, aunque mi jefa se enoje”, aseguró Gloria, oficinista.
En la Zona Metropolitana del Valle de México, el eclipse solar también maravilló a los habitantes. “¡Ah, qué fregón!”, exclamó Felipe, un carpintero que como otros trabajadores detuvieron su paso acelerado para observarlo por unos minutos frente a las Torres de Ciudad Satélite. El paso de miles de vehículos por Periférico Norte, una de las vías más transitadas del país, disminuyó considerablemente durante el fenónemo natural.