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Juchitán.— El incesante traqueteo de La Bestia no dejó dormir a Marlen Erazo y ella, procurando no chocar con las ramas de los árboles y los cables de electricidad, cuidó durante más de 11 horas de su pequeña Jeyni, de un año de edad. Desvelada, deshidratada y agotada bajó del vagón al llegar a Ciudad Ixtepec.
La máquina 4061 que salió de Arriaga, Chiapas, a las 23:50 horas del jueves, dejó de pitar. Atrás quedaron las poblaciones oaxaqueñas de Chahuites, Reforma de Pineda, Unión Hidalgo y la ciudad de Juchitán. Antes de las 10:00 de la mañana del viernes, del lomo de La Bestia descendieron 300 migrantes centroamericanos.
Exhausto, en el patio donde maniobran los trenes que vienen de Arriaga, Chiapas, Salina Cruz, Oaxaca, y Medias Aguas, Veracruz, el hondureño José Ponce respiró profundamente el viento que le dio a él y a su familia la sensación de libertad. “Escapamos de dos redadas [operativos que realizó el Instituto Nacional de Migración], y aquí estamos listos para seguir hacia adelante”, dijo.
Al descender de La Bestia, la mayoría de los centroamericanos acudieron al albergue Hermanos en el Camino, que fundó el sacerdote Alejandro Solalinde Guerra y que se localiza a unos 300 metros al poniente de la estación ferroviaria. Unos 100 migrantes, visiblemente deshidratados, fueron asistidos en un costado del patio de maniobras por elementos del Grupo Beta, bajo la mirada de su coordinador, Martín Rojas. Les dieron suero y jugo.
Fue un viaje muy duro y peligroso, pero hay que seguir adelante, dijo Lizbeth Ponce, quien añadió que su familia quiere llegar a Estados Unidos. Allá está nuestro destino, indicó.
Acostumbrados a escenas casi inverosímiles, los agentes de salvamento del Grupo Beta del INM no dejaban de mostrar su asombro porque las mujeres, como Marlen Erazo, descendían del vagón sin escaleras, sino que se apoyaban de las divisiones salientes de la enorme caja metálica donde se transporta el cemento a granel o en sacos de cartón.
Provisiones. Al mediodía, después de que descansaron tanto en el albergue Hermanos en el Camino como en las sombras que hallaron bajo La Bestia en el patio de maniobras, algunos migrantes se desplegaron en los espacios habilitados como mercados (el que funcionaba fue derrumbado y hasta ahora no terminan de construirlo), en busca de frutas, tortillas y alimentos para llevar en el viaje hacia Medias Aguas, Veracruz.
Por la tarde, la mayoría de los centroamericanos comenzaron a cubrir el patio de maniobras de la estación ferroviaria de Ciudad Ixtepec. Alguien corrió la voz y alertó de que el tren para Medias Aguas saldría por la noche del mismo viernes. Agotados y desvelados todos, sólo esperan que La Bestia pite para correr a su encuentro, aun sin escaleras.
Mientras tanto, en Arriaga, Chiapas, un nuevo grupo de centroamericanos se agolpa en la estación ferroviaria. Saben que el tren que el viernes llegó a Ciudad Ixtepec volverá y saldrá hoy de regreso a esa ciudad del Istmo de Tehuantepec. Al acecho de La Bestia, los migrantes que han logrado evadir los operativos o redadas del INM se alistan para montarse en esa vida de riesgos durante su ruta por lo que llaman un mejor futuro.