Más Información
"Agradecemos al señor Nemesio Oseguera"; ayuntamiento de Coalcomán, emanado de MC, agradece al "Mencho" por entrega de juguetes
Sheinbaum se reúne con Lemus; “trabajar al estilo jalisco es en coordinación con la federación”, expresa gobernador
Operativo Enjambre: Cabildo intentó legalizar fuga de alcalde de Santo Tomás de los Plátanos tras zafarrancho; alcalde electo sigue prófugo
¡No estaba desaparecida! Jirafa del Zoológico de Sinaloa habría muerto desde el 15 de septiembre; aseguran que falleció de causas naturales
IFT buscaba entregar más de 2 mil licitaciones del espectro radioeléctrico; concesiones no cumplen con cobertura: Pepe Merino
Xalapa.— El viento arroja latigazos de aire caliente sobre el rostro sudoroso de Goyo, un hombre que resiste la surada (vientos del sur) que ha provocado que los termómetros y las sensaciones térmicas superen los 55 grados en algunas regiones de Veracruz.
Los rayos del sol caen a plomo sobre la humanidad de Gregorio Andrade, de oficio pintor, quien trabajaba ayer en la azotea de una vivienda del sur de Xalapa, ciudad que rompió históricos de temperatura, registrados en 1920.
El sudor invade su rostro y todo su cuerpo mientras coloca capas de impermeabilizante en el techo de la vivienda de la capital veracruzana, una entidad que suele ser golpeada por oleadas de calor… pero pocas como las de la última semana.
“Nunca había sentido un calor como este, nunca”, asegura Goyo. El sudor que corre por su cuerpo —dice— ayuda a mitigar el calor abrazador, que también combate hidratándose con suero.
Señala que no hay de otra, debe resistir para lograr un ingreso. Una jornada completa bajo el viento de la surada y los rayos del astro, sin sombrero o gorra, porque —asegura— le acaloran más. No para de colocar las capas del producto para acabar lo antes posible e irse a resguardar a su casa, si es que sirve de refugio.
Una ola inusual
Los vientos de aire caliente, de hasta 70 kilómetros por hora, que golpearon al territorio veracruzano dejaron sensaciones térmicas de 55 grados en el puerto de Coatzacoalcos y 51 en el puerto de Tuxpan, regiones que históricamente registran temperaturas altas, pero hoy sus habitantes están sorprendidos por esos números... y más por el ardor constante en sus cuerpos.
Una de ellas es doña Carmen, una mujer que vive en la comunidad de San Isidro, del municipio de Actopan (zona costera central), donde el calor abrazador invadió cada rincón del pueblo y su casa.
“Me voy con mi coma”, dice horas antes de emprender el viaje hacia la ciudad de Xalapa. Sabe que la capital también arde, pero es menor y podrá sobrellevarlo de mejor manera. Es una migrante del calor.
En la zona conurbada del puerto de Veracruz y Boca del Río la sensación térmica alcanzó los 46 grados. Aquí la población vive día a día con temperaturas altas, pero ahora no han logrado apaciguar el calor ni con aquel dicho jarocho, cantadito, de “tráete los chores, las chanclas y las chelas”.
La sorpresa invadió a Xalapa, ciudad de temperatura templada con —28 grados y hasta 31 como máximo—, pero hoy sus habitantes vieron que el termómetro alcanzó los 38.8, siendo la más alta en lo que va de este 2024, y la segunda más alta para un mes de mayo desde 1920. La sensación térmica fue de 40 grados.
Los viveros de plantas, tan abundantes en la capital, se llenaron de ciudadanos que buscaban mitigar el calor al interior de sus viviendas, pocas veces adaptadas con climas eléctricos.
En Orizaba, en la región montañosa central, se superó el registro de temperatura máxima extrema mensual y anual de 1973 y 1998, cuando el termómetro les marcó 38.4 grados, pues el miércoles fue de 38.8 con una sensación térmica de 40.
Un xalapeño de nombre Rodolfo, asiduo lector, recuerda que escritores como Jorge Amado, Gabriel García Márquez, Rubén Fonseca y Charles Bukowski han hecho referencias al calor infernal, pero asegura que hoy la gente es intolerante a la realidad.
“Llueva o haga calor, no quiere”, dice, y afirma que la idea que han vendido en las últimas décadas de comodidad frente a una playa, con casa climatizada y ropa fresca, hace que dejemos de disfrutar las cosas que la vida nos ofrece, como las altas temperaturas, que van en aumento por el cambio climático.