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Los desafíos más importantes que supondrá la construcción del Tren Maya en la península de Yucatán son de tipo ambiental y de socialización del megaproyecto con las comunidades campesinas-ejidales y los pueblos mayas, a quienes por ley se les deberá consultar, coincidieron especialistas, académicos y organizaciones civiles de Quintana Roo, Yucatán, Campeche, Chiapas y Tabasco.
El proyecto Tren Maya abarca mil 500 kilómetros de vías férreas, de los cuales casi 600 cuentan con autorizaciones, y para completar el circuito se requiere construir 900 kilómetros más y obras inducidas. Estos cambios son parte de la preocupación de ambientalistas y comunidades locales por el impacto que puedan tener al ecosistema.
En Quintana Roo, Pablo Careaga, encargado del tramo Tulum-Bacalar-Chetumal, en entrevista con EL UNIVERSAL explicó que las características del subsuelo cavernoso obliga a la elaboración de numerosos estudios, además de que la permeabilidad del suelo también es un factor delicado, debido a que un mal manejo de residuos podría contaminar los mantos acuíferos.
Careaga Córdova reconoció que otro de los retos importantes que enfrenta el proyecto es de carácter social, pues es fundamental tener el aval de las comunidades indígenas y campesinas de la localidad y de los estados que integran el circuito. En Quintana Roo hay alrededor de 96 comunidades, entre ejidos y pueblos mayas que deben ser consultados.
“Particularmente en el estado no hemos contactado con ejidos y comunidades mayas para presentarles el proyecto, pero esto sucederá y estará a cargo de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, dirigida por Adelfo Regino, un indígena zapoteco de Oaxaca, y se realizará una consulta indígena previa, libre e informada”, añadió.
Los puntos álgidos
En Campeche y Yucatán, grupos de la sociedad civil, así como de indígenas han protestado no contra el proyecto, pero sí porque no se ha hecho una consulta específica con los pueblos mayas donde se presume que cruzará el Tren Maya.
El Instituto para el Desarrollo de la Cultura Maya (Indemaya) tiene registradas 208 comunidades de este origen en la entidad, y la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) contabiliza cinco tipos de pueblos, entre mayas, choles y mestizos.
La doctora en Antropología del Centro de Estudios Sociales Hideyo Noguchi de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), Gina Villagómez Valdez, consideró que la construcción del Tren Maya es una obra que no se justifica porque no cuenta con un estudio serio de impacto ambiental ni un diagnóstico de la afectación a zonas mayas.
La Secretaría de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente de Yucatán (Seduma) informó que no tiene ninguna solicitud formal para la obra que busca enlazar la Península.
En contraparte, empresarios del sector inmobiliario como Alfonso Pereira Palomo y José Manuel Aguilar Méndez, del Centro Joyero del Sureste, se pronunciaron a favor de la construcción, pues aseguran que repercutirá positivamente en el sureste mexicano y en la economía.
José Manuel López Campos, presidente de la Concanaco de Yucatán, afirma que es innecesario hacer la consulta ciudadana sobre este tren, ya que no es conveniente levantar opiniones en temas relacionados con alta tecnología, detonadores del turismo y la economía porque se corre el riesgo de tomar decisiones no suficientemente informadas y que incidan en el desarrollo económico del país.
En Campeche, donde la Dirección de Cultura tiene registradas formalmente cuatro pueblos indígenas: ixil, kanjobal, quiché y kekchí —los tres últimos originarios y ubicados en Champotón—, grupos representativos como Comunidades Mayas de los Chenes y la organización Muuch Kambal A.C., ejidos de la Península de Yucatán —con sede en Hopelchén— señalaron que nadie ha tomado en cuenta lo que piensan los indígenas y nadie tiene facultades para decidir sobre el patrimonio y las regiones autóctonas, sin consultar.
Riesgo ecológico
En Chiapas, la organización Las Abejas de Acteal —que aglutina a sobrevivientes y familiares de la matanza de 45 tzotziles en Chenalhó— aseguró que con proyectos como el anunciado tren regional, seguirá la política de saqueo y destrucción de los territorios indígenas. También el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), el Concejo Indígena de Gobierno (CIG) y el Congreso Nacional Indígena (CNI) se pronunciaron en octubre pasado en contra del Tren Maya en la región.
Gabriel Méndez López, abogado tzeltal y especialista en Derecho comunitario, expuso que en Palenque, donde se prevé iniciar la infraestructura, se debe obtener “el parecer y el consentimiento” de las comunidades choles y tzeltales, asentadas en la región norte-Selva de Chiapas.
Para Enrique Pérez López, director del Centro Estatal de Lengua, Arte y Literatura Indígena, una obra de este calado debe someterse a consulta porque repercute directa o indirectamente en los pueblos indígenas, sobre todo en Chiapas, donde 40 municipios poseen 30% o más de población indígena. En tanto, el biólogo y experto en biodiversidad, Adrián Méndez Barrera, alertó que este tipo de proyectos no deberían planearse dentro de áreas naturales protegidas, pues tiene que considerarse el efecto del turismo masivo.
“El patrimonio natural de México está en un punto muy delicado por nuestra forma agresiva de desarrollo y no podemos darnos el lujo de perder más bosques y selvas, porque pondríamos en riesgo, irónicamente, el mismo desarrollo del país, que es lo que se busca en la nueva administración”, planteó.
En Tabasco, el Tren Maya recorrerá 102 kilómetros por las vía férreas ya existentes por lo que no habrá mayor oposición, consideró Carlos Barceló Ruiz, coordinador del proyecto en el estado, quien asegura que hay entusiasmo de los empresarios por la llegada de más turismo. El tren tendrá sólo una parada, en Tenosique.