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Nacajuca.- A Gregorio de la Cruz lo llaman el "Noé de los animales silvestres"; en 2005 su colección y criadero de reptiles obtuvo la certificación oficial y cuatro años después se le permitió su aprovechamiento comercial con fines culinarios, ahora exporta hasta Estados Unidos y Asia.
Noé platica que en Tabasco es común cocinar animales que se pueden hallar en ríos, lagunas y la selva, como tortugas, cocodrilos, iguanas e hicoteas, pero son pocos los restaurantes y/o los establecimientos certificados para el aprovechamiento y preservación. “La licencia la otorga la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat)”.
Presume que en 2005, su criadero alcanzó la categoría de Unidad de Manejo de la Vida Silvestre (UMAS) con el nombre de "Arca de Noé" y en 2009 recibió el permiso para el aprovechamiento comercial de siete especies de quelonios de agua dulce.
El "Arca de Noé" se ubica en el municipio de Nacajuca y exporta crías de tortugas a China, Estados Unidos, Japón, Corea y Taiwán; produce anualmente más de 100 mil crías, es decir, al día nacen unos mil 500 ejemplares durante tres temporadas al año, platica Noé.
En China y Japón el precio de una tortuga terrestre oscila entre seis y ocho dólares, mientras que en la granja alcanza los dos dólares por ejemplar.
Las UMAS dan confianza
Marco Antonio López Luna, investigador de la División de Ciencias Biológicas de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, explica que los productos y servicios que ofrecen las UMAS van en pro de la conservación de la vida silvestre.
“Las tortugas de agua dulce, igual que el cocodrilo y la iguana, no están en peligro de extinción” y las UMAS ayudan a prevenir. Aunque reconoce que es difícil que sobrevivan sólo con la venta de comida, ya que los ciudadanos no quieren pagar el costo de un platillo.
Además, el gobierno de Estados Unidos certificó la eficacia de los programas de protección a las tortugas marinas adoptadas en México por la flota camaronera nacional, lo que permite a productores mexicanos exportarle el crustáceo.
Sin embargo, añadió que “falta la cultura de la conservación. Hay un desinterés y desinformación de la gente por enterarse de que estos animales tienen un permiso de consumo y la mayoría cree que cuando se vende esta carne es de contrabando o robada”.