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Tlalpujahua. Uno de los principales atractivos de Tlalpujahua es el primer Museo de la Esfera en México, inaugurado en las instalaciones de la Villa de Santa Claus.
Ese acervo concentra gran parte de la historia, que data de 1960, de cuando por primera vez en México se ejerció el arte de elaborar esferas navideñas con técnica artesanal.
María Elena Ruiz Villagrán y su esposo, Joaquín Muñoz Orta, fueron los primeros en traer al país la esfera artesanal y en enseñar su técnica de elaboración a los habitantes de su tierra natal, Tlalpujahua.
Primero se dieron a conocer en San Antonio, Texas, y después se extendieron hasta Nueva York y gran parte de Estados Unidos, que era el país donde más les compraban esferas.
La esposa de don Joaquín Muñoz destaca que a la gente le gustaban tanto las piezas únicas en su estilo que crecieron al grado de que la fábrica llegó a tener alrededor de mil 200 obreros.
“Y pues así duramos varios años trabajando, muchísima gente empezó de cero; fueron unos trabajadores excepcionales y tenían mucha habilidad; se enseñaron pronto”.
En la cúspide, las esferas de la familia Muñoz Ruiz adornaron la Capilla Sixtina en la Santa Sede, el árbol principal de El Vaticano y uno más particular de su Santidad Benedicto XVI, sin dejar a un lado la Casa Blanca en Washington.
“Después vino una temporada mala: la crisis económica y los chinos; obviamente no pudimos con los chinos, empezaron a abaratar muchísimo el mercado y francamente no pudimos”, lamenta.
Pese a ello, sostiene, no claudicaron y, aunque en menor escala, no dejaron de trabajar. Ahora, mantienen el mercado nacional y piensan en volver a exportar pronto.
Hoy, reitera, gracias a ese esfuerzo, hay más de 400 talleres de esferas artesanales y de otros adornos navideños en Tlalpujahua, de los que dependen cerca de mil 500 familias.
José Luis Muñoz Ruiz, uno de los hijos de ese matrimonio, destacó que el museo es un reconocimiento para sus padres y para todos los artesanos que continuaron ese oficio, “por el gran trabajo que hacen”.
En vitrinas se exhibe la evolución que han tenido las esferas y otros adornos, desde la fábrica Adornos Navideños hasta las actuales creaciones y colores, de tendencia mundial.
“Es un lugar muy bonito, yo no lo conocía. La sensación es navideña 100%”, dice Brenda, una turista.
Las publicaciones de EL UNIVERSAL también forman parte de la memoria hemerográfica de ese museo, recién inaugurado, y son exhibidas en sus paredes.
También podemos encontrar el Mundo Mágico, especialmente para niños. Además de los espectáculos de mapping, también es exhibido el avión de Rodolfo el reno, que tiene cierta relación con Tlalpujahua.
José Luis Muñoz recuerda que la Navidad también es creatividad y que en Tlalpujahua se construyó el primer avión en México, en el año 1913, en la Compañía Minera 2 Estrellas.
“Se construyó el primer motor y el primer avión, así que también es un homenaje para reconocer esa parte de la historia”, relata el también historiador y cronista.
Las tendencias
Alrededor de estos atractivos están los casi 450 talleres, donde los maestros artesanos elaboran esas piezas únicas a partir de la técnica ancestral de vidrio soplado.
En esos lugares, el artesano sopla el vidrio, el cual es reblandecido por las altas temperaturas, para, con el aliento, darles el tamaño y la figura a las esferas. Los productores refieren que las tendencias siempre serán, principalmente, las esferas en rojo, verde, blanco y dorado, los colores de la Navidad.
Pero también, explican, se mantienen los colores pastel, muy florales, tonos muy tenues y las decoraciones con la mariposa monarca.
A ello se suman las figuras transparentes engalanadas con líneas doradas, que hacen de esa variedad un sinfín de modelos para el gusto de todas las familias.
Ese oficio, así como las manos de los artesanos de esferas, han hecho que Tlalpujahua siga siendo, desde hace 63 años, llamado “el pueblo de la eterna Navidad”.