Zacatecas.— “Tenemos la esperanza que mis hijos siguen vivos, se me han aparecido en sueños (…) En nuestras ceremonias los dioses le han dicho al chamán que ellos siguen vivos; los tienen en algún lugar cuidando y trabajando”, esos mensajes espirituales le dieron valor a don Julio García para viajar de las sierras de Jalisco a la Fiscalía de Zacatecas para pedir que lo ayuden a buscar y encontrar a tres wixárikas que hace un año desaparecieron de los campos jornaleros del municipio de Calera.
El dolor se implantó en esta familia de origen indígena hace más de un año, cuando se enteraron de que la madrugada del 13 de julio de 2024 un grupo armado irrumpió en una vivienda que rentaban varias familias de jornaleros indígenas en la comunidad de Toribio, en el municipio de Calera.
Según el relato de don Julio, al primero que agarraron fue a su nieto Adrián (18 años); fue cuando César (24 años) —quien es como su hijo porque siempre vivió con él en Huejuquilla, y quien apenas tenía una semana de haber llegado a los campos jornaleros de Calera— quiso ayudarlo, junto con Julio (40 años), padre de ambos jóvenes. Al final, los hombres armados se llevaron a los tres en una camioneta blanca y desde entonces se desconoce su paradero.
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Tras la desaparición, don Julio y su esposa recurrieron al chamán del pueblo wixárika para que realizara una ceremonia a fin de obtener un guía espiritual. “El chamán habla con nuestros dioses: el Sol, la madre Tierra, el fuego y el maíz, y se les preguntó si seguían vivos, nos respondieron que sí, que los tienen trabajando en algún lugar; quién sabe si van a regresar vivos o con el tiempo”.
Dice que nuevamente, en otras ceremonias del pueblo indígena realizadas hace unos meses, volvieron a preguntar y la visión espiritual es que Adrián, César y Julio están vivos.
“Eso nos dijo el chamán que mis hijos estaban vivos, no sé si estén en Durango, San Luis Potosí o Jalisco (…) esa es una esperanza para mi esposa que llora mucho y no queremos olvidarlos. Uno no puede olvidarlos, hay dolor, y su espíritu nos busca, ellos también piensan en nosotros, los vemos en sueños”.
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Estos mensajes divinos fueron determinantes para que su esposa lo motivara a salir de su pueblo wixárika, en la sierra de Huejuquilla, para retomar la comunicación con las autoridades y viajar a la Fiscalía de Zacatecas para preguntar sobre los avances de la investigación y la búsqueda de sus familiares.
La investigación
Ataviado con su pantalón blanco de manta, su camisola azul y su morral con bordados de arte huichol, don Julio llegó a la fiscalía zacatecana. Aunque se mostraba temeroso de que no le entendieran su español limitado, logró que lo atendieran el vicefiscal de investigación, Édgar Nieves Osornio, así como Deisy Montes Márquez, fiscal especializada en Atención de Desaparición Forzada.
Las autoridades le informaron que la búsqueda de sus familiares se extendió a Durango porque en la investigación de las redes de telefonía les arrojó una probable ubicación en aquella entidad, por ello se realizaron acciones en el municipio de Nombre de Dios.

También le informaron que se acudió al Servicio Médico Forense de Durango con los perfiles genéticos de familiares de desaparecidos de Zacatecas, entre ellos el de don Julio, para poder cotejar con los cuerpos no identificados que se tienen en esa entidad, además de acudir al centro penitenciario para checar las huellas con las fichas de detenciones, pero en ambas acciones no se obtuvo información positiva.
En entrevista con EL UNIVERSAL, las autoridades aseguraron que habían tenido complicaciones para entablar comunicación con don Julio, pero ahora se han percatado que es porque vive en la sierra; por ello, dijeron que han acordado una nueva dinámica para mantenerlo informado.
Indicaron que don Julio aceptó colaborar con la fiscalía zacatecana, y ahora fungirá como un puente de conexión con la comunidad de jornaleros wixárikas que trabajan en Calera para iniciar una ampliación de la carpeta de investigación para que los posibles testigos puedan aportar mayores datos.
El vicefiscal Nieves Osornio admitió que no es fácil ganarse la confianza de la gente, y más cuando pertenecen a grupos vulnerables como los pueblos originarios, porque tiene temor de hablar con la autoridad; sin embargo, le explicaron a don Julio que hay mecanismos legales para que se obtenga información de manera anónima, además de que se contratará a un intérprete.
El vicefiscal confía en que con este nuevo puente de comunicación que tendrán con don Julio y la comunidad “se romperá un obstáculo” y se obtengan datos que deriven en nuevas acciones de búsqueda.