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Torreón. La Nochebuena es dolorosa para Angélica Martínez Díaz. Lo es desde hace cuatro años, cuando su hija Claudia Gámez Martínez fue asesinada presuntamente por su esposo Vicente, con quien tenía tiempo tratando de divorciarse. Eran las 11:45 de la noche del 24 de diciembre de 2015, cuando escuchó tres disparos, ¡pas, pas, pas!
Angélica estaba en un rosario en casa de una tía, en la colonia Cerro de la Cruz, en el centro de Torreón. Todo fue rápido. Un sobrino llegó a la casa y avisó que Claudia y Efraín estaban tirados llenos de sangre.
Angélica corrió con su nieto en manos, hijo de Claudia. Efraín alcanzó a decir: “Fue Chente, el esposo de Nena”, como le decían a Claudia, quien apenas tuvo un suspiro en brazos de su madre. Angélica supo que era el final de su hija, que no alcanzaría a llegar al hospital.
Sin embargo, el dolor no sólo viene del feminicidio de Claudia, también porque a cuatro años, el esposo de su hija no ha sido detenido, pese a tener orden de aprehensión. Cuando Angélica va a la fiscalía, el ministerio público le pregunta: “¿Usted qué ha sabido?”, lo que le da rabia a la madre. “Resulta que ellos quieren que uno les lleve información”, se queja.
Antecedente de violencia
Angélica asegura que nunca se percató de la violencia que vivía su hija hasta un día en que a Vicente “se le pasó la mano”. Fue en mayo de 2013 que después de ir a un baile en la Plaza Mayor de Torreón pasaron por casa de un exnovio de Claudia. Eso le molestó a su esposo.
“Le pegaba, le decía groserías”, cuanta la madre. Cuando llegaron a la casa, Vicente le exigió le calentara la cena, pero no le gustó y se la aventó, para después darle una cascada de golpes. Claudia estaba embarazada y Vicente la dejó toda la noche en el patio. “Así va a ser todos los días, de aquí pa’ adelante”, le advirtió en ese entonces.
Cuando Angélica la miró, le levantó el pelo y le vio el ojo morado, después tocó la espalda y su hija se resintió, cuando le levantó la blusa la miró tapizada de golpes.
“Nena, mejor vámonos para la casa, te puede hasta matar”, le pidió Angélica. “Si me voy me va a quitar a los niños”, le contestó. Vicente siempre la amenazó con ello.
El esposo era siete años mayor. Él tenía 22 y ella 15 cuando se conocieron. Aquella vez Claudia se fue de la casa, pero después una licenciada de la fiscalía la convenció que regresara con él. No duraría mucho. Al poco tiempo Claudia volvió a hablarle a su madre porque la había golpeado nuevamente.
Claudia interpuso la denuncia y comenzó el trámite del divorcio. Mientras tanto, Vicente la amenazaba, la insultaba cada que podía. Tenía orden de restricción porque era muy violento y no podía ni ver a sus dos hijas y un hijo.
En diciembre de 2014, Vicente llegó hasta el trabajo de Claudia y la amenazó: “Aquí te traigo tu regalo para el 24”, le soltó y le mostró una pistola. Un año después cumpliría la amenaza.
Angélica se tuvo que hacer cargo de sus nietos: Cynthia, de 9 años; Jennifer, de 7, y Jonathan, de 6 años. A la fecha no logra obtener la patria potestad legalmente, aunque sabe que no tendrá problema porque el papá está prófugo.
Sin embargo, en estas fechas extraña la risa de su hija: “Le gustaba la banda, le gustaba hacerse ilusiones, soñaba con ganarse la lotería”, comenta la madre, quien lamenta otra triste Navidad sin Claudia.