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Villahermosa.— Hace 65 años, Juan José Moreno, de profesión contador, decidió colgar el título y dedicarse a la talabartería. Tres de sus hijos, quienes también tienen una licenciatura, hicieron lo mismo y cada uno puso su taller.
José Moreno Pepe , el mayor de los hermanos, estudió la licenciatura en Derecho, la cual ejerció sólo por unos meses, porque decidió regresar al oficio que aprendió de su padre: la talabartería. Platica que cada año elabora los huaraches que usa Cristo y los actores que participan en los viacrucis aunque, en esta ocasión no hubo pedidos por la crisis.
Pepe, acompañado de su esposa América, quien tiene un doctorado en Derecho por la Universidad del Valle, atiende su pequeño taller en el mercado público José María Pino Suárez en Villahermosa, el cual está dedicado a la elaboración de huaraches de todo tipo, cinturones y carteras de piel de borrego.
“Aquí está todo tranquilo y no estás en el sol y ya es añadidura de la propia familia, y nosotros conocíamos el hacer sandalias, bueno yo desde que tengo uso de razón, desde los cinco años”.
Pepe tiene dos hermanos: Marcos, quien es licenciado en Economía, y Luis Alonso, abogado, quienes también prefieren seguir de talabarteros a ejercer su profesión, porque dicen que les va mejor y hay más tranquilidad en este oficio.
“Se gana mejor y es más tranquilo, es que lo uno busca, tranquilidad, es paz y la mera verdad, pues el taller eso te da”, afirma.
Desde hace más de seis décadas realiza los huaraches que usan los actores que participan en los viacrucis más importantes del estado, llegando a producir hasta 100 pares para esta temporada, aunque esta vez no hubo pedidos.
“Si bajó bastante [la venta] y otra [razón es que] no quieren venir hasta acá y la tradición que nosotros teníamos es que a Jesús le dábamos gratis los huaraches, siempre y cuando vinieran todos los demás. No se ha acercado nadie. Sólo [tenemos] cuatro pedidos”, refiere Pepe, mientras muestra cómo son las sandalias que usan en los viacrucis, en las que tarda hasta una hora por pieza.
“No sé qué pasa, a lo mejor es por la economía aquí; creo que es lo más lógico, regularmente los compañeros que se dedican y que están en la iglesia requieren que sus familias los apoyen, lo cual es lógico, estás haciendo un acto para Dios, igual nosotros no estamos dando caras las sandalias. Una sandalia romana la doy en 280 pesos”, refiere.
Calidad y precio. En este local comercial se pueden encontrar huaraches especiales para personas que padecen diabetes, las cuales, asegura, se vende bastante porque el material que usan es de buena calidad y ayuda a mantener frescos los pies de las personas que los usan.
Los precios van desde los 250 hasta los 300 pesos, todo depende del modelo. “Esta es una piel muy suave, muy transpirable, es muy fresca, la tenemos en negro y café, si la quieren en otros tonos, la pueden encargar. Es borrego y se tarda hasta cuatro semanas en prepararlo”, explica.
Este noble oficio lo aprendió de su padre, don Juan José Moreno Becerra, quien a escasos 200 metros tiene su local, donde también vende huaraches, carteras y fundas, quien cuenta que a sus hijos les dio una carrera universitaria, pero también los enseñó a trabajar.
“Sí, todo de aquí, gracias a Dios, es del taller, todos mejoraron, todos me apoyaron y yo los apoye; ellos me ayudaban a hacer sandalias, yo hacía los bordes y ellos lo armaban y hasta las chamacas aprendieron a hacer, toda una familia unida, mi esposa muy trabajadora”, relata Juan José, quien asegura que le ha hecho sandalias o huaraches a músicos y actores.
“Le trabajé a muchas personalidades, aquí adelante hay una casa vieja, ahí vino Ernesto Alonso a hacer una novela, le vendí sandalias a él, también a Ella Laboriel, a Karmito, a Chico Che, a todos ellos”, afirma.
“Yo terminé de contador privado, pero me gustó más mi oficio, porque estaba mejor pagado. Mi hijo es licenciado en Derecho, pero ahorita está ejerciendo el mismo trabajo que estoy haciendo. Otro es licenciado en Economía”, cuenta don Juan José, quien es uno de los talabarteros con mayor experiencia en Tabasco y pionero en la venta de huaraches junto a sus hijos, quienes se prepararon para ser profesionistas.
Al final, Pepe hace un llamado a las nuevas generaciones: “Invitaría a los jóvenes que no nada más sean licenciados, no sólo sean médicos, sino que vean la artesanía como un proyecto de vida”.