Poza Rica.— La Central de Abasto de , uno de los principales centros de distribución de alimentos y abarrotes de la región noreste del país, quedó bajo el agua tras el desbordamiento del ; locatarios aseguran que enfrentan pérdidas millonarias.

Trabajadores indicaron que la inundación, que devastó la ciudad la madrugada del 10 de octubre, afectó 90% de la central. La creciente de agua arrasó con toneladas de mercancía, vehículos y bodegas.

Los comerciantes, que se preparaban para la temporada de Día de Muertos y fin de año, reportan daños totales en inventarios y estructuras: “Son pérdidas millonarias, todo se acabó. Teníamos los almacenes llenos de mercancía para las próximas semanas, y ahora sólo estamos tirando el lodo y los restos de lo que quedó”, relató Sergio Zárate, encargado de una distribuidora de huevo y abarrotes.

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El comerciante estima que entre 90% y 95% de los comercios de la central resultaron destruidos.

“De todo lo que había, si acaso se puede rescatar 2% o 3%, y eso con riesgo de contaminación, porque todo está enlodado. Los productos perecederos ya se echaron a perder, y los empaquetados, aunque estén sellados, están cubiertos de fango. No hay manera de salvar nada”, dijo Zárate a EL UNIVERSAL mientras retiraba toneladas de cajas y envases contaminados.

La zona conocida por abastecer a municipios de la sierra norte y costa veracruzana, permanece inoperante una semana después del desastre.

Los comerciantes trabajan entre el lodo con ayuda de sus propios empleados y algunos voluntarios, pero sin maquinaria ni apoyo suficiente de las autoridades.

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“Aquí se requiere que venga el gobierno, la Marina, el Ejército, todas las manos posibles. No podemos solos. Estamos limpiando a pala y carretilla, pero son toneladas de lodo y basura”, lamentó José Carrillo, vendedor de hortalizas cuya mercancía se pudrió entre el lodo.

Carrillo dice que su casa también fue pérdida total; vivía en la colonia 27 de Septiembre, una de las más afectadas por el desbordamiento.

“La mitad [de la bodega], si no es que más, quedó bajo el agua. En mi casa, el nivel llegó hasta el techo, no se salvó nada. Salí con mi mamá segundos antes de que entrara el agua. Cuando dimos vuelta en el carro ya venía la corriente como un tsunami. Nos salvamos de milagro”, contó.

Según su testimonio, muchas familias no alcanzaron a salir: “A todos los agarró dormidos, eran las cinco de la mañana. Hay zonas donde todavía no entra la ayuda, como Las Granjas e Ignacio de la Llave”, dijo con voz entrecortada.

Trabajadores se dedican a las labores de limpieza de las bodegas y a ver qué mercancías se pudieron salvar del agua y el lodo. Foto: Alelhí Salgado / EL UNIVERSAL
Trabajadores se dedican a las labores de limpieza de las bodegas y a ver qué mercancías se pudieron salvar del agua y el lodo. Foto: Alelhí Salgado / EL UNIVERSAL

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El comerciante recordó que al momento de la tragedia había trabajadores descargando mercancía en la central: “Algunos compañeros estaban en turno, descargando frutas y verduras. Dicen que varios quedaron atrapados, aunque no sabemos cuántos ni si ya encontraron los cuerpos”, señaló.

Una recuperación lenta

Los comerciantes estiman que pasarán al menos dos meses antes de poder reabrir parcialmente.

“Quizá en un mes o dos podamos volver a trabajar, pero no en un 100%. Va a tardar mucho restablecer la central, que es el punto donde llega toda la mercancía para distribuir en la zona norte del estado. Sin esto, toda la economía regional se paraliza”, explicó José Carrillo.

El proceso de limpieza es titánico. Los productos en descomposición generan olores fétidos y representan un riesgo sanitario. Los trabajadores retiran la basura a mano, a la espera de que lleguen retroexcavadoras y camiones de volteo.

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“Estamos tirando todo a los andenes y esperando a que se los lleven. No hay otra forma. Todo está enterrado bajo toneladas de lodo”, comentó Sergio Zárate.

“Estamos trabajando con lo que tenemos, con nuestras propias manos, sin descanso. Sabemos que hay mucha gente afectada, que el gobierno está rebasado, pero aquí también necesitamos ayuda urgente. Si no se limpia pronto, esto se convierte en un foco de infección”, advirtió.

Alrededor del lugar, las calles aún están cubiertas de fango. Los vecinos intentan abrir paso entre los escombros y vehículos que fueron arrastrados por la corriente.

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En la Central de Abasto, los pasillos se convirtieron en canales de lodo espeso y mercancía podrida: “Todo lo que teníamos para fin de año se perdió: cajas, empaques, abarrotes, todo. Es una pérdida que no sólo afecta a los comerciantes, sino a toda la cadena de suministro del norte del estado”, subrayó Carrillo.

Al respecto, Zárate insistió en que el apoyo debe llegar pronto, porque sin la Central de Abasto no habrá lo suficiente para miles de familias y negocios de la región: “Aquí llegan productos de Veracruz, Puebla, Guadalajara, de todo el país. Todo lo que comemos en esta zona pasa por aquí. Si no se restablece pronto, va a haber desabasto, pero lo primero es limpiar y levantar, y eso sólo se logra con ayuda”, concluyó.

Entre rezos y pala en mano, los trabajadores continúan removiendo escombros con la esperanza de recuperar su fuente de trabajo. La tragedia, comentó Carrillo, “no sólo dejó pérdidas materiales, sino una marca en la ciudad entera, pero nos vamos a levantar, con la fuerza de la gente y de Dios”.

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