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Torreón.— “Siempre vamos a tratar de cruzar, a la fuerza o como sea. Hay mucha gente que apenas sobrevive en Honduras”, platica Andoni Gerardo Peralta, un migrante de 20 años que recién arribó a la posada de El Peregrino en Torreón, Coahuila.
Han pasado dos meses desde que Andoni salió de San Marcos, Honduras, pero se enteró del acuerdo migratorio entre México y Estados Unidos, por el cual el gobierno mexicano enviará 6 mil elementos de la Guardia Nacional a la frontera sur para tratar de detener el flujo de migrantes.
“No lo van a impedir. No se puede vivir en Honduras. Varios intentan luchar y luchar. No hay trabajo y hay mucha inseguridad”, comenta sobre los argumentos que hay en su país para que la gente emigre.
Andoni platica que en su pueblo, una zona campesina, los maras lo comenzaron a vigilar y un día le tomaron fotografías afuera de su casa. Le dio miedo y no supo qué hacer. Lo pensó unos días y decidió huir. “Hay muchas pandillas que traman y todo eso. Siempre me iban a vigilar y mejor me vine”, menciona.
Andoni, a sus 20 años, es la segunda vez que emprende una migración. La primera lo hizo a los 15, duró dos años en Houston, Estados Unidos, hasta que lo deportaron. Su madre, cuenta, está vieja y enferma y él quiere regresar para apoyarla.
Asegura que se dedica a la albañilería, es carpintero, soldador y puede hacer labores del campo.
La misma situación de inseguridad y amenazas de los maras llevó a Óscar Alonso Mateo, de 52 años, y a su hijo Óscar Manuel, de 16, a salir de Atlántida, Honduras. Ellos tienen un mes y 12 días en esta ciudad.
Es la primera vez que salen de su país, pero cuenta el hondureño que los maras amenazaron a su hijo con matarlo si no se unía a sus filas.
“Tomamos la decisión de salir de nuestro país y ver si podemos mejor salvar la vida. No quería una desgracia para él, me lo iban a liquidar”, menciona Óscar, quien trabajaba en una empresa de palma aceitera.
En Honduras dejó esposa y cuatro hijas. En Estados Unidos, Óscar tiene cuatro hermanos, le dijeron que lo apoyaban. “Es complicado dejar a la familia, pero a eso lo orillan”, dice.
Y asegura que mientras permanezcan esas amenazas, aunado a la falta de empleo, será el principal combustible para que los migrantes sigan cruzando y pasando por México.
“Vamos para Piedras Negras. Todas las fronteras están complicadas, pero es la ruta que mis hermanos tomaron”, menciona Óscar.