Monterrey.— Ser y cumplir una condena en un es un proceso lleno de incertidumbre y miedo.

Las tienen el derecho de tener a sus hijos con ellas dentro de las instalaciones penitenciarias durante sus primeros tres años de edad, como lo señala la Ley Nacional de Ejecución Penal en su artículo 10.

Jonathan Castillo Serrato, especialista en derechos de niños y adolescentes, explica que conforme a los derechos de la madre y del menor, las autoridades penitenciarias están obligadas a proporcionarles alimentación, educación inicial y atención pediátrica.

“Nace el niño y después empieza a hablar, a identificar objetos, a sentir y todo eso son conexiones neuronales que ayudan al cerebro. Que se proteja la maternidad con las mujeres privadas de su libertad es sumamente importante. Ellas tienen derecho a ejercer una crianza positiva dentro de un marco cariñoso y sensible para que en determinado momento la crianza sea la que tenga una mayor potencialización en el desarrollo del niño”, señala.

El también representante del Colectivo Pacto por la Primera Infancia en Nuevo León y Coahuila explica que una vez cumplidos los tres años, el menor deberá salir de las instalaciones penitenciarias para continuar con una formación que le permita ser funcional en la sociedad.

Guadalupe, Perla y Noelia cumplen una condena dentro del Centro de Reinserción Social Femenil de Escobedo, en donde, además, crían a sus hijos.

“Estaba deshecha porque tengo otros hijos afuera”

Guadalupe jamás pensó que enamorarse la llevaría a estar presa en un penal de Nuevo León, donde además de esperar su sentencia, ejerce su maternidad con su hijo de cinco meses de nacido.

Originaria de Monterrey, la joven de 25 años ingresó a este centro por el presunto delito de robo con violencia. El 4 de septiembre de 2024 la mujer pisó la cárcel por primera vez, teniendo seis meses de embarazo.

“Yo estaba muy nerviosa, estaba deshecha porque tengo otros dos hijos afuera, yo pensé en mis hijos y en qué van a hacer”, comparte.

“Eso no estuviera pasando si yo no estuviera con él, si yo no le hubiera hecho caso a mi pareja. Me arrepiento demasiado porque yo estuviera bien con mis hijos”, externa entre lágrimas mientras abrazaba a su bebé, quien está con ella en la prisión.

Leer también:

El centro penitenciario proporciona a las madres y sus hijos alimento, atención médica, espacios lúdicos y zonas dignas de descanso y sin rejas. Foto: Marcela Perales/EL UNIVERSAL
El centro penitenciario proporciona a las madres y sus hijos alimento, atención médica, espacios lúdicos y zonas dignas de descanso y sin rejas. Foto: Marcela Perales/EL UNIVERSAL

Guadalupe relata que todo comenzó cuando era consumidora de drogas y conoció a su pareja, quien se dedicaba a ser fardero (persona que roba mercancía de tiendas) y le pidió sumarse a la actividad delictiva.

“Sí, lo hice, siendo sincera no me gustaba hacerlo, pero yo lo hacía por él, me decía que lo acompañara a pesar de que yo le decía que no me gustaba, y yo ya sabía cómo íbamos a terminar.

“Él era el que robaba y yo entretenía, pero él sacó un arma punzocortante y fue esa vez por la cual yo estoy aquí, fue en una farmacia”, externa la mujer, quien purga una condena.

Guadalupe cumple su proceso junto con ocho mujeres más que están en periodo de gestación o que ya tuvieron a sus hijos, quienes —conforme a la ley— sólo podrán quedarse con ellas hasta los tres años de edad.

“Él está todavía muy pequeño, yo no sé cuánto tiempo me vaya a quedar aquí, pero él va a crecer. Yo tengo mucha fe, yo sé que voy a salir antes, pero si no, tengo que aceptarlo y aceptar que él tiene que salir, por su bien”, señala con visiblemente afectada por la incertidumbre.

Pese a todo, la joven valora poder estar en un espacio recién inaugurado para el sano crecimiento de los hijos de las reclusas, el Centro de Maternidad Infantil.

“Me gusta porque es más comodidad para ellos, ven diferentes cosas, allá veían celdas, todo blanco y dormíamos en un colchón muy delgado, no cabíamos. Aquí ya no hay celdas, él ve más colores, aquí hay juguetes, es muy diferente”, menciona.

El día más temido: la salida del menor

Ni cumplir una posible condena de más de 90 años por el supuesto delito de secuestro agravado será más doloroso que separarse de su hija cuando se cumplan sus primeros mil días de vida, así lo considera Noelia, de 24 años, quien ingresó al penal femenil el 17 de noviembre de 2023.

“La niña está muy bien aquí, aquí come y yo quiero que esté aquí porque nadie me va a regresar estos años con ella. Tengo temor de que me la quiten, tengo miedo de que llegue ese día, pero no pierdo la esperanza. El hombre podrá decir que 50, 100 años, pero Dios tiene la última palabra, es lo único que me mantiene”, dice la joven madre.

Leer también:

La madres recluidas tienen derecho a ejercer una crianza positiva en un marco cariñoso y sensible para potencializar el desarrollo del niño. Foto: Marcela Perales/EL UNIVERSAL
La madres recluidas tienen derecho a ejercer una crianza positiva en un marco cariñoso y sensible para potencializar el desarrollo del niño. Foto: Marcela Perales/EL UNIVERSAL

Antes de ingresar a prisión, Noelia se dedicaba a la venta de droga junto con su pareja, a quien le fue infiel con uno de sus amigos.

La joven considera que, en venganza, su novio desapareció a su amigo y la acusó a ella de haberlo secuestrado.

“Yo sé que no hice nada, estoy consciente de que estuve involucrada en las drogas, pero de que yo le haya hecho algo al señor, no”.

Noelia ingresó a la prisión estando embarazada, tuvo a su bebé y vive con ella en el Centro de Maternidad. “Ahorita nos estamos dando un lujo, es algo súper para mi hija que anda por todos lados y ya anda caminando, es algo bueno para mi niña”, comenta.

El final esperado

En 2020, Perla ingresó al Cereso femenil por el delito de robo, por el que la condenaron a cinco años de prisión, que concluirán en junio próximo.

La madre de familia relata que antes de ser detenida la acusaron de haber robado más de un millón de pesos en la empresa donde trabajaba en Monterrey.

“Hubo una auditoría, faltó dinero, éramos siete cajeras y a todas nos hicieron responsables, pero de esas siete sólo yo fui sentenciada”, señala la mujer asegurando que es inocente.

Durante el proceso, la autoridad la encontró culpable del delito e ingresó a prisión cuando acababa de tener a su primer hijo.

“No me puedo perdonar el haber dejado a mi bebé tan pequeño en una etapa tan importante, porque yo todavía estaba lactando”.

La madre ahora espera a su segundo hijo, y dice sentirse agradecida por la estancia que se le proporciona para el bienestar de ella y de su hijo próximo a nacer.

“Este cambio es positivo porque los niños no ven las rejas, principalmente. Ya ven una casa y tienen más espacios y actividades para ellos”, expresa.

¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

cr

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses