San Luis Potosí.— La Procesión del Silencio, realizada en las calles del centro histórico de la capital de San Luis Potosí, es considerada la segunda mejor a nivel mundial, después de la original, que tiene su sede en Sevilla, España.
Según comentan sus participantes, esto se debe a que en ella se representan las 14 estaciones del Viacrucis y los cinco Misterios Dolorosos, los cuales, se simbolizan a través de enormes y pesadas imágenes que son cargadas por fieles devotos durante las más de dos horas que dura su recorrido.
Uno de ellos es Israel Ontiveros Romero, de 51 años de edad, es uno de los llamados costaleros y es presidente de la Cofradía de Tequisquiapan. En entrevista para EL UNIVERSAL, relata la historia que lo llevó a unirse a esta tarea cada Semana Santa: cargar las pesadas imágenes sobre uno de sus hombros durante esta procesión.
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Israel cuenta que, a raíz de casi perder un pie debido a un accidente por una quemadura, fue que se encomendó a su fe y prometió procesionar en caso de ser curado.
Fue entonces que en 1995 se conformó la Cofradía de Tequisquiapan por la Parroquia de Nuestra Señora de los Remedios en 1995 y él, al pertenecer a este barrio, decidió unírse. En los años siguientes, la Cofradía de Tequisquiapan fue creciendo al añadir la imagen de la Verónica. Después, logró representar la Sexta Estación del Viacrucis, donde la Verónica enjuga el rostro de Jesús y, por último, consiguió añadir también la imagen del Nazareno.
Ahí fue cuando se le presentó la oportunidad a Israel de convertirse en costalero: “Creció el anda [base donde se colocan las imágenes] con la Verónica y el Nazareno, entonces, pues ya requerían más hombres de costaleros y yo me apunté a participar de costalero”, recuerda.
Un acto de fe
Israel señaló que son 11 costaleros los que se encargan de cargar las imágenes que representan a la Sexta Estación del Viacrucis, las cuales, junto con el anda, las flores, faroles y cirios, pesan un poco más de media tonelada.
Esto representa un trabajo no sólo físico para estos voluntarios, sino de fuerza espiritual, pues deben aguantar las dos horas de su recorrido, con el paso procesional y con el peso de estas grandes estructuras en sólo un hombro. Sin embargo, sorprendentemente, Israel describe que llega un punto en que logra alcanzar un estado más allá del dolor físico, para simplemente avanzar para cumplir con su propósito.
“Es un sentimiento muy indescriptible; no se lo podría decir con palabras. El sentimiento se vive en ese momento, se olvida del dolor, se olvida de lo que está pasando. A lo mejor igual en mi adentro [se vive] lo que vivió Jesús, un poquito de lo que pasa a lo mejor me lo transmite a mí o lo siento yo, y que voy sintiendo y me voy acordando de lo que pasó, él me da fuerzas, me da fuerzas y salgo adelante”, relata Israel.
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Las imágenes incluso llegan a lacerar de forma permanente los cuerpos de los costaleros. Israel afirma que muchos de ellos ya tienen callos sobre los hombros, donde se coloca el anda.
Dice que la Procesión del Silencio de 2023 fue su última participación como costalero, debido a su edad. No obstante, asegura que ahora su lugar se lo dejará a los más jóvenes y este año funge como parte de la Comisión de Orden, para guiar a todos los participantes de la cofradía a ir de manera ordenada.
“Es la finalidad que tenemos como grupo: dejar un buen legado para las próximas generaciones y que, más que nada, que los niños y los jóvenes quieran seguir participando y seguir con esta manifestación de fe que, a final de cuentas, es un orgullo participar en la Procesión del Silencio y una satisfacción muy fuerte”, platica Israel.