Tijuana.— Un grupo de 18 migrantes —entre ellos 11 niños— fue secuestrado en la central camionera de Reynosa, Tamaulipas, a plena luz del día, por presuntos miembros del crimen organizado.
Los hechos ocurrieron a finales de noviembre y varios días estuvieron en cautiverio en una casa de seguridad; sus familiares pagaron miles de dólares para ser liberados y permitirles continuar su camino a Estados Unidos, donde buscan protección y asilo.
“Éramos [en las casas] como 60 o 70 personas… mexicanos, guatemaltecos, cubanos y de muchas partes… a los que no pagaban [decían que] los mataban, y los que sí, nos soltaron. Pidieron más de 20 mil dólares por mí y mis seis niños”, cuenta Gloria, una guerrerense que prefirió cambiar su nombre porque aún se encuentra en Tamaulipas, donde espera obtener una cita para pedir asilo en Estados Unidos, pero nadie le garantiza su seguridad.
La historia
Gloria es una de los 18 migrantes que vivían en el albergue Ágape, en Tijuana. La joven recuerda que llegó a esta frontera con sus seis hijos en julio pasado, venían huyendo de la violencia en un pueblo de Guerrero, que prefiere no mencionar. Durante meses esperaron en el albergue de Tijuana para concretar una cita a través de la aplicación CBP One, uno de los requisitos impuestos por el gobierno estadounidense para iniciar el trámite de asilo, pero no tuvo éxito.
La desesperación alcanzó a la migrante porque nunca obtuvo una confirmación; en la misma situación estaban decenas de familias que intentaban cruzar a territorio estadounidense desde la frontera tijuanense.
Ella, al igual que otros migrantes, decidió probar suerte en otra frontera, y desde Tijuana pidió su cita en el puerto fronterizo de Tamaulipas, en ese momento le confirmaron una fecha. Ella y sus hijos tenían que presentarse el 2 de diciembre en Matamoros. Fueron 18 los que lograron una cita en Matamoros y viajaron desde Tijuana hasta Reynosa. Todos fueron secuestrados bajo el mismo modo de operación, interceptados en la central camionera, trasladados a un hotel y después a una vivienda donde había muchas más familias, incluso niños y bebés, según testimonios documentados por EL UNIVERSAL.
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El secuestro
Viajaron y llegaron a Reynosa el 29 de noviembre pasado. Desde la terminal aérea se trasladaron a la central camionera donde compraron un boleto rumbo a Matamoros. Ahí, sentados en las bancas a casi una hora de que saliera el autobús, tres hombres vestidos de civil se acercaron a sus hijos, preguntaron quiénes eran sus papás y uno de sus hijos la señaló.
“Nos van a acompañar, por las buenas o por las malas, es por su seguridad”, recuerda Gloria que le dijo uno de ellos. Primero pensó que eran policías, pero ninguno tenía uniforme, pero cuando le insistieron y le alzaron la voz, entendió que se trataba de un secuestro. Miró a sus hijos y con todo su pesar, los tomó de la mano y se fue con aquellos extraños.
“Nos llevaron como a un hotel, ahí nos quitaron todo lo que teníamos, dinero, celulares, ropa y maletas; luego nos llevaron a una casa. Éramos muchísimos más”, dijo.
Ofelia, otra migrante también de Guerrero, fue secuestrada en la misma central camionera. También formaba parte del grupo de 18 migrantes que salió de Tijuana y que recibió su cita en Matamoros. Todos ellos viajaron 2 mil 500 kilómetros en menos de cinco días para asistir a su cita en la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) y tener una esperanza de asilo en Estados Unidos.
“Yo llegué con mis tres hijos y nos mandaron a otra casa, ahí también había más personas… nos daban de comer un taco en la tarde o a veces, a medianoche, un poco de agua. Cuando los niños lloraban nos amenazaban con drogarlos para callarlos; como pude, le dije a mi niño que llorara, pero en silencio, nada más le corrían sus lagrimitas”, recuerda en su testimonio.
A Ofelia le aceptaron el pago de 7 mil 500 dólares para liberarla. Como al resto, la amenazaron de muerte si denunciaba. También le habían prometido que si su familia pagaba a tiempo la dejarían libre para que llegara a su cita con migración; no cumplieron.
Ofelia y Gloria fueron liberadas, pero después del 2 de diciembre. Ni el gobierno mexicano ni el estadounidense quisieron escuchar sus motivos para no llegar a la cita.
El pastor y director del albergue Ágape, en Tijuana, Robert Rivera, viajó hasta Reynosa para apoyar a las familias que durante meses vivieron en el albergue que administra.
Explicó que los 18 migrantes vivieron en su refugio y fueron secuestrados casi de manera simultánea, con apenas días de diferencia y horarios. Siete adultos y 11 niños, entre mexicanos y guatemaltecos. Ya todos fueron liberados, pero ninguno logró cruzar a su cita.
“[Reynosa] es un pueblo olvidado y controlado por la corrupción, vine a apoyarlos y tratar de llevarlos a Matamoros para que al menos no estén en la misma ciudad donde los secuestraron y sin ninguna protección, pero ahora la migra mexicana no quiere dejarlos pedir asilo en Estados Unidos y no pueden protegerlos”, lamentó.
Ahora, en Tamaulipas, Gloria y Ofelia buscan lograr una nueva cita por la aplicación CPB One, que no han podido conseguir.
Al respecto, las autoridades de Reynosa y la fiscalía de Tamaulipas señalaron no tener reporte de denuncias recientes sobre algún secuestro de migrantes. Con información de Sandra Tovar