. — Con su penacho de plumas sobre sus cabezas, un traje negro, una máscara de madera rosada con el rostro fino y en la mano una sonaja de jícara donde están dibujadas leyendas, mitos y la diversidad de la fauna y flora de la región, los Tejorones representan la sátira hacia los colonizadores de los Pueblos Originarios de la Costa de Oaxaca.

“El carnaval es la fiesta de la música, es para salir a divertir a la gente, nos recuerda la colonización de los Pueblos Originarios”, explica Ildefonso López, director de la Casa del Pueblo de Pinotepa de Don Luis, quien impulsa la recuperación de dos juegos de los Tejorones a punto de extinguirse.

Suena el violín y la guitarra, y los danzantes salen a las calles. Niños, jóvenes, mujeres y hombres van sonando su sonaja mientras giran al ritmo de la música, adelante dos están vestidos de mujer, con su atuendo tradicional llamado María Candelaria. Mientras bailan, repiten versos en Tu’un Savi (lengua de la lluvia) del pueblo Ñu'u Savi (pueblo de la lluvia).

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Las danzas de los Terojones empiezan 10 días antes de que inicie el carnaval indígena de la Costa de Oaxaca, que concluye este 4 de marzo con el baile de los diablos. (03/03/2025) Foto: Edwin Hernández | El Universal
Las danzas de los Terojones empiezan 10 días antes de que inicie el carnaval indígena de la Costa de Oaxaca, que concluye este 4 de marzo con el baile de los diablos. (03/03/2025) Foto: Edwin Hernández | El Universal

“Los Tejorones son personajes mal vestidos, que buscan ridiculizar a los colonizadores”. Llevan en la mano derecha una sonaja de jícara representativa de la comunidad que está grabada por los artesanos con algunos mitos, leyendas, flora y fauna de la región. “Para una persona del pueblo Ñu'u Savi, decorar una jícara es decorar su cielo”, enfatiza sobre el uso de la sonaja.

Ildefonso explica que el Carnaval era un espacio de sincretismo que permitía la sátira y burla a los colonizadores, sin que fuera evidente en su momento y por ello, cada persona desarrolla un papel importante en la danza. Por ejemplo, María Candelaria era la virgen, “el colonizador encontraba la manera de cómo meter su religión en los pueblos originarios y para seguir conservando el nombre de la virgen permitía el uso”. También están los Tejorones viejos que se distinguen por usar máscaras arrugadas, barba larga y usan chaparreras recordando a los capataces de la época de la colonización.

El papel de los Tejorones viejos es cuidar que todos bailen bien e interactuar con el público. Al final de cada pieza hacen chistes, o les hablan a los asistentes. Anteriormente la gente les respondía, y se daba una conversación graciosa.

La danza de los Tejorones también se presenta de domicilio en domicilio 10 días previos al Carnaval, “van a bailar y divertir a la gente donde los soliciten”. Además, dentro de la danza se desarrollan varios juegos: el tigre, el toro, el conejo, la iguana, la guerra, la culebra y la calandria.

En el carnaval de los pueblos Nu'u Savi también se bailan otras danzas como las mascaritas, que en su momento ridiculizaba la vestimenta de las mujeres esposas de capataces y de los colonos. El 4 de marzo, día que finaliza este festival, se integra la danza de los diablos.

“El carnaval representa nuestra identidad, cultura y tradiciones que nos dejaron nuestros ancestros, porque esto ha venido de generación en generación. Desde pequeños empiezan a bailar nuestras danzas”, enfatiza la presidenta municipal de Pinotepa de Don Luis, Erika Mejía.

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Buscan fortalecer juegos de los Tejorones

Aunque todo parece diversión y fiesta, también hay dos juegos de la danza de los Tejorones que están por extinguirse: el juego del tepache o la tepachera; el pordiosero o limosnero; el nene y el malacate.

“Nuestro objetivo es justo que en estos días puedan reunirse los barrios para que empiecen a enseñarles a los niños, jóvenes y a quienes quieran aprender a danzar”, añade el director de la Casa del Pueblo.

Estás fechas también se vuelven un espacio para los artesanos, quienes dejan las labores de casa y campo para ganarse un poco de dinero. “Los artesanos venden sus productos que son hechos por sus propias manos, y nosotros nos sentimos muy orgullosos de todas estás costumbres” agrega Erika Mejía.

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