Tijauana.— Todos en la Zona Norte le llaman La Amá. Irma a diario es buscada en la pequeña casa de campaña que instaló a un costado del canal del río Tijuana donde vivió hace varios años, un sitio que se ha convertido en el refugio de quienes habitan la calle y la hacen su hogar. También es un espacio seguro de consumo para usuarios de sustancias.
Entre sus pertenencias guarda un par de pequeños frascos, cada uno de los cuales, literalmente, vale la vida de una persona. Esa pequeña ampolleta de vidrio guarda naloxona, con la que Irma recuerda haber salvado más de 13 vidas, aunque su memoria mantiene registro más intenso de quienes no pudo salvar.
Nunca pensó en convertirse en la enfermera de los abandonados. De aquellas personas que son rechazadas en los hospitales públicos y que mucho menos aspiran a uno particular. Para Irma fue más la realidad brutal y la empatía del dolor al perder un hijo lo que hoy la ha convertido en La Reina de la Naloxona, la salvadora de los consumidores, la madre de los sin madre.
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“Son como mis hijos”, dice para luego explicar que desde hace meses empezó a recibir donativos del medicamento que es capaz de revertir los efectos de una sobredosis. También fue capacitada para aplicar inyecciones. Ella se ha convertido en la madre y cuidadora de cientos que consumen sustancias, ante la falta de atención adecuada.
La primera persona que le llamó La Reina de la Naloxona fue un policía municipal. Recuerda que ese día jugaba con sus perritos afuera de su casita de campaña cuando un oficial llegó corriendo. “¡Amá, Amá!”, gritaba desesperado como si realmente buscara a su madre. Cuando la miró le pidió una dosis de naloxona: un compañero de la corporación había tenido una sobredosis.
“Yo no tengo eso”, le respondió Irma, temerosa de que se tratara de un engaño para, en el mejor de los casos, arrestarla, extorsionarla y sembrarle un arma o droga. Las entrañas de las calles tijuanenses están llenas de historias de abusos de autoridad y detenciones arbitrarias. Irma no quería ser un número más.
El policía le insistió, le dijo que su compañero podía morir, que no estaba consciente y le prometió que no la iba a arrestar. Incluso, le prometió protección. “¿Para qué te haces si ya sabemos que eres La Reina de la Naloxona?”. La convenció hasta que finalmente sacó el frasquito y se lo regaló, aquel policía tardó más en ganar su confianza que en regresar. Días más tarde volvió para agradecerle. “Sigue vivo”, le dijo.
En 2022, la Cruz Roja de Tijuana atendió a 653 personas que sufrieron sobredosis, mientras que el año pasado la cifra fue de 650.
Además, el Servicio Médico Forense (Semefo) en Baja California reveló que 20% de los cuerpos que ingresan a la institución dan positivo a fentanilo, aunque no en todos los casos es la causa de muerte.
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En los últimos siete años el gobierno federal no ha realizado la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco, pero en su última edición, 2017, Baja California resultó la entidad del país que más consume anfetaminas, como el crystal o el éxtasis, cuyo uso, además de generar adicción, también resulta mortal, con una incidencia de 3.1% en una población de los 12 a los 65 años de edad.
El secretario de Salud en el estado, José Adrián Medina Amarillas, comentó a la prensa local que el problema de las adicciones no es algo reciente; sin embargo, actualmente, por el comportamiento de uso, así como por la proximidad de California, Estados Unidos, se convirtió en alerta máxima.
Para 2024 la Secretaría de Salud en el estado proyecta aplicar 10 millones de pesos para comprar naloxona y tiras reactivas que detectan el uso de sustancias como fentanilo, aunque reconoció que el problema es la distribución, ya que en Tijuana pueden apoyarse con unidades de la Cruz Roja para atender los reportes por sobredosis, pero en Mexicali no hay vehículos suficientes, por lo que concentran el medicamento en los hospitales, pese a las recomendaciones internacionales.
Por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que las dosis de naloxona sean distribuidas en las comunidades con mayor consumo y que los residentes sean capacitados para poder responder de manera inmediata.
“En años recientes, distintos programas en todo el mundo han puesto de manifiesto que se puede reducir considerablemente la mortalidad causada por las sobredosis de opioides si se proporciona naloxona a personas susceptibles de presenciar estos episodios en otras personas, se les explica cómo utilizarla y se les capacita en las técnicas de reanimación pertinentes”, dice en su reporte de sobredosis por opioides en agosto de 2023.
Durante los últimos dos años, la organización civil Prevencasa atendió alrededor de 900 casos de sobredosis, es decir, al menos un caso diario en promedio; incluso, llegaron a recibir hasta seis reportes en una sola noche. Por ello apuestan por una política pública de salud que no criminalice y que sea de respeto a los derechos humanos, a base de educación dentro de la comunidad y descentralizando la información.
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“Ante la falta de naloxona, esas sustancias aún están en la calle y es un gran reto atender este problema de salud… las guías internacionales dicen que los antídotos [como naloxona] deberían estar disponibles donde haya consumo de opioides, en las comunidades, incluso con familias, porque muchos de ellos intervienen y es vital que sea antes de los 15 minutos de la sobredosis”, dijo el especialista.
Las oficinas de la organización civil, ubicadas en el corazón de la zona centro, se han convertido en un espacio seguro para los consumidores, quienes no son arrestados ni maltratados y, a diferencia de otros centros médicos, reciben atención.
Irma es una de las personas que conocieron Prevencasa. Ahora, desde el espacio que considera su hogar en el epicentro del consumo, carga con sus fresquitos y los cuida como si en ellos guardara vidas, vidas que regala a quien lo necesite.
En su memoria no archiva los nombres, pero sí los rostros de decenas de personas que sobrevivieron. En ellos mira el rostro de su hijo, ellos son sus hijos, dice.
“Tienen derecho a vivir. A mi hijo nadie me lo devuelve, pero pienso: ‘¿qué tal si sobreviven y algún día regresan con sus familias?’. Pienso en el dolor de sus madres, porque perder un hijo es algo que jamás le deseo a nadie”, aseveró.