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Guadalajara.— Pasaban las 22:00 horas del lunes y el gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval, llamaba a la población a conservar la calma tras los hechos violentos: un atentado contra el ex fiscal, un tiroteo en la persecución de los presuntos agresores y la quema de un camión de pasajeros y un auto particular por parte de la delincuencia organizada.
A esa hora, Yesika y Karina, de 24 y 27 años, regresaban a su vivienda en Miramar, una colonia popular de Zapopan ubicada en los límites de la ciudad con el bosque La Primavera. Ambas hermanas trabajan en una tienda de Plaza del Sol, y tras terminar su jornada, a las 21:00 horas, esperaron el camión que las llevaría a su casa; abordaron una unidad de la Line TUR y se sentaron más o menos a la mitad.
Al llegar a la avenida Las Torres todo se tornó confuso: sujetos armados suben a la unidad, gritan y ordenan a todos bajar; rocían gasolina, inician el fuego, y el caos…
No recuerdan bien lo que pasó, señala el padre de ambas mientras espera afuera del Hospital San Javier de Guadalajara, donde fueron llevados todos los lesionados por este atentado.
El relato lo reconstruyen los padres de las jóvenes a partir de lo poco que han podido, pues ellas siguen conmocionadas: “Dicen que todo se llenó de humo muy pronto. La grande vio venir el fuego y logró salir por la puerta, no sabe si por la de atrás o la de adelante; la mas chiquita no se animó y nomás le pidió a Dios que la ayudara y sin saber cómo rompió el vidrio y por ahí salió”.
Las dos tienen quemaduras de segundo grado en las piernas y los brazos, y podrían darlas de alta en 22 días o un mes.
“Dice mi hija la más chica que era un caos arriba, que todos corrían y nadie ayudaba a nadie”, lamenta la madre mientras toma una punta de un delgado suéter para tallarse los ojos enrojecidos por el desvelo.
“La seguridad no existe en este país”, señala el padre de las jóvenes mientras su esposa empalma su voz a la de él para dejar ver la tristeza y la rabia que comparten: “Ya no hay respeto por nadie aquí, ni por las personas inocentes”.
Los dos han pasado la noche en vela en este hospital privado; dicen que el gobierno estatal les ha asegurado que no tienen que preocuparse por los gastos.
Encienden veladoras. En el mismo camión viajaban Estela, de 26 años, y su hijo Tadeo, de ocho meses. El fuego los atrapó y no lograron bajar rápido del camión. Ella sufrió quemaduras de tercer grado en 90% del cuerpo; el pequeño estaba totalmente lastimado por el fuego.
El padre de Tadeo tiene 25 años y lleva horas junto a su hijo y esposa. Sin embargo, se enteró de la muerte de su bebé por lo que comenzó a circular en las redes sociales. Personal del hospital explicó que al ver eso requirió atención sicológica. Él no lo sabe, pero la sociedad llora con él, y ayer un grupo de personas se reunió en la Glorieta de las y los Desaparecidos para encender veladoras por el pequeño.