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Malacatán, Guatemala.— Leonel Estuardo Gómez Zepeda recorrió por última vez las calles de su pueblo, dentro de un ataúd cargado por sus dos hijas mayores, su padre y amigos.
A las 9:00 de la mañana, el féretro plateado salió del domicilio de su padre, don Santos Leonel Gómez Esquivel, rumbo al panteón municipal de esta ciudad, en medio del llanto de sus hijas Ana Alexandra, de 16 años; Katerin, de 15; Sharon, de 13, y Yesenia, de nueve años, así como de familiares y amigos.
“Cuando yo me muera quiero que me paseen por las calles de mi pueblo, donde feliz me la pasaba”, decía la letra de la canción que sonaba, mientras sus amigos recorrían las calles con el féretro en el hombro con los restos de Leonel Estuardo, uno de los 56 migrantes que fallecieron en el accidente del tráiler ocurrido el pasado 9 de diciembre en el tramo de la carretera Chiapa de Corzo-Tuxtla Gutiérrez.
El hombre de 37 años, de oficio mecánico automotriz, partió de este poblado la mañana 6 de diciembre, junto con su primo José Rolando, quien se encuentra en estado grave en un hospital de Tuxtla Gutiérrez, sin despedirse de su padre.
Tras una hora de recorrido, el cortejo llegó al panteón municipal, donde sus hijas mayores Alexandra y Katy, así como don Santos y sus amigos del equipo El Malacateco, ingresaron al camposanto cargando al hombro el ataúd, mientras su hija menor lloraba abrazando a su pecho un cuadro con la foto de su padre.
Un representante de la directiva del equipo El Malacateco dijo que la playera que cubría parte del ataúd fue con la que Lleonel jugó el partido que los llevaría a ganar el ascenso a la primera división. “Gracias, Leonel, por lo que hizo. Hijas, siéntanse orgullosas de su padre”, dijo el amigo a las menores.
Los restos de Leonel Estuardo quedaron en el nicho número 427. Su papá calificó a su hijo como un excelente padre, que se preocupaba por el bienestar de sus hijas, y eso lo llevó a emprender la búsqueda del sue-ño americano.
“Él estaba preocupado por los estudios de sus hijas, quería ofrecerles una vida mejor, pero desafortunadamente todo se truncó”, dijo en medio del llanto.
“Estoy caído, pero me reconforta que la muerte de Leonel unió a mis nietas, que estaban alejadas”, señaló don Santos, debido a que dos de las niñas son hijas de un hogar diferente.