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Poza Rica.— Se dicen los olvidados porque a dos días del paso del huracán Grace nadie se ha preocupado de cómo están, qué afectaciones tuvieron y si necesitan ayuda, principalmente agua y víveres.
Son habitantes de La Ceiba, La Nacional y Los Sauces, algunas de las colonias populares de Poza Rica, Veracruz, que perdieron todo: sus casas y pertenencias por los fuertes vientos del ciclón.
Sentado en el colchón que rescató de la lluvia, el señor Hipólito contó que los vientos del huracán se llevaron las láminas del techo de su casa, muebles y hasta el momento no las ha localizado.
“Se siente uno triste y luego mi esposa enferma también, a dónde vamos a jalar para comer, quién nos va a traer, nadie”, se pregunta mientras rompe en llanto al ver su hogar destruido.
Desde hace más de 20 años vive con su esposa en Los Sauces y es la segunda vez que un huracán les tumba la casa; la primera ocurrió con el ciclón Diana, que impactó Veracruz en 1990.
“Así estamos viviendo ahorita, sufriendo, pero mientras Dios nos dé vida hay que aguantar, hay que esperar en Dios quién nos tienda la mano para apoyarnos, para que tengamos otro día más de comida, con que no nos falten de comer frijolitos, estamos contentos”, dice entre lágrimas.
Recuerda que siempre ha votado por el Presidente, por los gobernadores y alcaldes, y ahora que necesita espera que los apoyen los gobernantes en turno y “si no nos apoyan, pues ni modo, vamos a seguir sufriendo; yo no trabajo porque ya tengo 80 años”.
De oficio electricista, don Hipólito afirmó que desde junio, el gobierno federal no le has depositado la pensión alimenticia, su único ingreso, por lo que no tiene dinero: “Mi esposa es la única que trabaja, a veces le hablan para una sobada, como es partera, y ya sale para comer”.
“Nos fue muy mal, no tenemos dinero ni para la papa, yo ya tengo ochenta años y ya no puedo trabajar, estoy amolado”, lamentó.
Los fuertes vientos de Grace, que ingresó a Veracruz en categoría 3, derrumbaron la casa de madera que con tanto esfuerzo levantó Enrique López, en la colonia La Ceiba, quien durante el impacto del huracán trató de impedir, junto con sus hermanos, que se levantara el techo de lámina, pero fue inútil.
“Cuando se vino el viento más fuerte y nos levantó a los tres, tuvimos que soltar el techo de la casa y voló todo, salimos corriendo. Nos resguardarnos, dejamos todo, ya no se pudo sacar nada; no nos esperábamos que fuera tan fuerte”, relató.
¿Se sienten abandonados?, se le preguntó, a lo que respondió: “Así es, las autoridades no están ayudando a nadie, por lo menos por aquí. Que se echen una vuelta para que vean cómo está ahorita, y en la colonia Antorcha también hay muchas casas que están tiradas, están igual que esta y no se ve ningún tipo de autoridad, no hay ningún tipo de ayuda”.
En los límites de la colonias La Ceiba y La Nacional, la señora Evangelina Monroy perdió su casa de madera; los fuertes vientos le impidieron rescatar muebles, televisión y lavadora.
En tanto, una señora que caminaba por una de las calles de terrecería de la colonia La Ceiba, se acercó para señalar tajante: “Somos los olvidados”.