Cuernavaca.— En la cuna del agrarismo, la sequía devasta cultivos de temporal, reduce la producción de granos básicos a 80% y mantiene a los campesinos en la zozobra. El temor es que la sequía sea más severa para este ciclo agrícola, en comparación con el año pasado.
La angustia está fundada, dice el exdelegado de Conagua en Morelos, Juan Carlos Valencia Vargas, porque todos los pronósticos indican que el fenómeno se va a agravar, y dentro de las previsiones resalta la disminución de la producción agrícola.
Otro escenario aciago es que habrá dos meses más de sequía al año, y si ya se tiene un periodo que dificulta llegar al final del ciclo agrícola, entonces se deben imaginar los problemas que enfrentarán los campesinos.
En su opinión, todos aquellos que dependan de la lluvia están obligados a adaptarse a nuevas condiciones, aunque considera que la mayoría de la población no está preparada y menos el campo mexicano.
Lo que atraviesa el agro morelense jamás había sido visto por los productores de temporal, dicen en el municipio de Miacatlán, zona sur del estado. “En mis 55 años de productor nunca había visto una sequía tan cruel como ésta”, expresa Albino Franco Escobar, presidente en Morelos del Sistema Producto Maíz.
Las pérdidas en maíz y sorgo están a la vista. Hay milpas que no superaron el metro de altura, plantas de sorgo que dieron el mínimo de grano y la caña de azúcar de temporal sirvió para alimento de ganado más que para molienda.
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Al oriente del estado, en el ejido de La Nopalera, municipio de Yautepec, sobran ejemplos. En esos campos de maíz los campesinos levantaban entre 10 y 12 toneladas por hectárea cultivada, pero la sequía impidió el crecimiento de la planta y la mazorca, y sólo cosecharon entre tres y cuatro toneladas.
“En sorgo sembré tres hectáreas y saqué dos toneladas por hectárea, cuando por lo regular se obtienen 12 toneladas en promedio”, cuenta Delfino Toledano Alfaro, exdirigente estatal de la Confederación Nacional Campesina, un sector del PRI.
Estos escenarios se repiten en cualquier punto de Morelos, y lo peor, dicen los productores, es que se sienten desprotegidos por la Secretaría de Desarrollo Agropecuario, con cuyo encargado de despacho, Omar Taboada Nasser, se reunieron en octubre pasado para advertirle sobre la situación y le pidieron una estrategia de apoyo, pero el funcionario respondió que no había dinero. Se buscó a Taboada Nasser para una entrevista, pero no hubo respuesta.
Lo que viene
Para conocer el nivel de la sequía en Morelos, dice Juan Carlos Valencia Vargas, también exdirector general del Organismo Cuenca Balsas de la Conagua, se debe considerar el promedio de precipitación anual, que alcanza los 975 milímetros en Morelos, y de acuerdo con los registros del año pasado, llovió poco más de 700 milímetros.
Explicó que lo que ha ocurrido en los últimos años es que venimos de un periodo de sequía prolongado y la Conagua anunció en su último reporte del Comité Técnico de Obras Hidráulicas que 2023 cerró como el año más seco que se tiene registro.
Esa condición hizo que las lluvias no alcanzaran a llenar las presas en el estado y tampoco recargaron suficientemente los acuíferos. En consecuencia, la producción alimentaria resultó afectada y aquellos que recibieron algo de lluvia tuvieron cosechas mínimas, de menor calidad y con el fruto sin crecer.
Otro factor adverso para los productores es que los patrones de precipitación se han vuelto más intensos, los periodos sin lluvias son más largos y los periodos con lluvias son más cortos. Llueve menos y lo que llueve es en poco tiempo, es decir, de forma torrencial, y eso para los cultivos es muy dañino, porque una siembra necesita riego constante para su desarrollo y crecimiento.
En un ciclo normal de precipitación, dice Valencia Vargas, llegan las primeras lluvias en mayo aunque junio, julio, agosto y septiembre son los meses más lluviosos del año. En octubre y noviembre todavía hay algunas precipitaciones menores.
Sin embargo, el año pasado las lluvias se presentaron a finales de junio, se retrasaron mes y medio, y los agricultores están acostumbrados a sembrar con cierta anticipación por lo que saben que va a ocurrir, pero en esta ocasión no ocurrió.
Un programa fallido
Delfino Toledano Alfaro es productor de temporal. Ante la falta de lluvia en los últimos años decidió adherirse al programa gubernamental Sembrando Vida, con lo cual recibe 6 mil pesos mensuales para atender sus necesidades básicas.
No obstante, la falta de lluvias también pone en riesgo la permanencia del programa, porque sin agua no crecen las plantas y no pueden pasar a la segunda etapa, que es la comercialización.
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Una capacitadora del programa indicó que en Morelos se tiene una meta de 3 mil plantas sembradas por cada beneficiario, pero desde el inicio del programa se pierde al menos 50% de esas plantas por la falta de agua.
A pesar de ello, muchos campesinos viven del dinero que les da Sembrando Vida y para ser acreedor al recurso deben plantar una hectárea o hectárea y media con frutales, y en el ínter sembrar maíz o calabaza. En la otra área puede cultivar árboles forestales y ese es un programa de reforestación, es prácticamente el autoempleo.
Toledano afirma que “la vocación agrícola se ha venido perdiendo porque el gobierno estatal destina menos presupuesto al campo. En diciembre pasado varios productores acudieron al Congreso local y plantearon a los diputados coordinar con el gobierno la generación de un presupuesto para invertir en captación de agua pluvial, ollas de agua y otras estrategias que permitan regar y llevar a buen éxito el programa de Sembrando Vida, pero no tuvieron éxito”.
Cae producción y comercialización
Albino Franco Escobar creció en el campo y desde pequeño trabaja tierras de temporal. Ahora representa a los productores de maíz en el estado y la mayoría de sus compañeros lamentaron este ciclo agrícola porque tuvieron rendimientos promedio de una tonelada por hectárea, cuando en temporales buenos obtenían hasta 11 toneladas por hectárea.
“El detalle es que no sacas ni siquiera tus gastos y esto se viene incrementado cada año, además se cayó el precio de la comercialización del maíz. El año pasado la tonelada tuvo un costo de casi 7 mil pesos y este año apenas se alcanzaron los 5 mil pesos”, lamenta.
El costo de producción promedio es de 25 mil pesos por hectárea, pero hay productores que invierten en mejores técnicas de cultivo y compra de seguros.
“No tenemos para dónde hacernos. Enfrentamos altos costos de producción y de riesgo, y lo peor es que no vemos disposición de la Secretaría de Desarrollo Agropecuario, todo lo asumimos nosotros.
“Antes, el gobierno nos ayudaba con el seguro agrícola, pero ahora nada de eso y tampoco tenemos un fondo para siniestros”, explica.
En Morelos, conforme a los datos del Sistema Producto-Maíz, se cultivaron con el grano 30 mil hectáreas en los últimos 30 años; la mayor parte son de temporal. De esa cifra, 15 mil hectáreas son para autoconsumo y el resto para comercializar.
El ciclo agrícola normal inicia el 1 de junio y termina el 10 de octubre, pero el año pasado se estableció por el 10 de julio, muy tarde, y además no llovió, hubo una mínima cantidad de precipitación.
Cuando no llueve no hay manera de que los nutrientes del suelo lleguen a las plantas, por lo tanto no crecen, no hay desarrollo vegetativo y tampoco desarrollo de grano. Algunas milpas que lograron crecer no pudieron llenar su grano, sólo se ve el follaje, y las mazorcas se quedaron con su grano chiquito.
¿Porqué siguen sembrando maíz?, se le pregunta.
“Tenemos la tierra y vivimos cada año con la ilusión. Muchos de mis compañeros no van a poder dar clases y tampoco trabajar en otra cosa, es una tradición y costumbre”.
Trabajar en prevención
En opinión del exdelegado de Conagua en Morelos, lo primero que se requiere para enfrentar las futuras sequías es un sistema de alerta temprana eficaz y eficiente. La Conagua, considera, debería estar en estrecha comunicación con los usuarios de sistemas agropecuarios y agrícolas para informarles de cómo se prevé que será el temporal y alertar a los campesinos cuándo se debería sembrar, por ejemplo.
En segundo lugar pide mayor coordinación entre autoridades de Sagarpa y Sedagro con la Conagua y la Comisión Estatal del Agua para que los agricultores puedan tener insumos e información suficiente para sembrar en el momento adecuado.
Como tercer punto, sostiene que los productores deben entrar a la cultura de los seguros, porque la variabilidad climática es un problema económico real, y así se podrían cubrir al menos las pérdidas.
Delfino Toledano también propone una campaña de reforestación, el diseño de una política ecológica para traer agua y combatir la tala clandestina. Sin embargo, esto llevará tiempo y el problema ya está encima.