Tijuana.— En menos de 10 horas y con 111 mensajes en WhatsApp —entre textos y audios— una familia perdió mil 500 dólares. César, un guatemalteco atrapado en la frontera, en Tijuana, sin posibilidad de regresar a su país o avanzar su camino, contactó a un pollero a través de TikTok; le prometió cruzarlo a Estados Unidos, pero lo abandonó, lo bloqueó y se quedó con su dinero.
Su cuenta, la del hombre que se ostenta en redes como traficante, sigue activa y sus servicios también.
A través de redes sociales como grupos de Facebook, pero sobre todo cuentas en Instagram y TikTok cientos de videos con supuestos testimonios de éxito cuentan su experiencia de cruzar la frontera de forma ilegal, dan, en apariencia, la certeza para que otros migrantes paguen por su traslado desde México hacia Estados Unidos.

Quienes manejan las cuentas han entendido sobre algoritmos en las plataformas digitales y evitan utilizar frases como “cruzar la frontera” para no ser censurados, en cambio publican videos con personas que aseguran encontrarse en territorio estadounidense, después de ser transportados de manera segura.
Los videos de los polleros son vestidos con imágenes de túneles, aviones y bodegas.
“La fotito es para que la maña cuando llegues al aeropuerto no te la haga de pedo y te reconozca, ¿Si me entiendes? más que nada es eso. Ya lo demás no pasa nada (...), y ya lo del envío de los mil 500 [dólares], cuando tu familiar da los mil 500 del envió yo hago y te compro el boleto de avión o autobús, no sé”, este fue uno de los más de 100 mensajes de voz que intercambiaron César y el supuesto traficante la medianoche del 30 de abril pasado.
César es joven, apenas alcanza los 30 años. Era arquitecto en Guatemala, pero eso no le garantizó la calidad de vida que buscaba. Tiene ojos cafés claro, como almendrados, cabello y una barba oscura acomodadas cuidadosamente; sonríe por naturaleza, aunque las ganas se quieren desvanecer.
Llegó a Tijuana en noviembre pasado, y durante una semana vivió en el aeropuerto. Dice que no fue el único, que allí conoció a otros quienes usaban el sitio como albergue, y por las mañanas iban a trabajar.
“No me creía hasta dónde había llegado (...) Quise entregarme en la garita de Otay, pero me dijeron que, si era estúpido, me mandaron a San Ysidro, allí tampoco me atendieron”.
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Caminó de regreso, a lo largo del muro que está a un costado del puerto fronterizo; allí, dos jóvenes de entre 16 y 17 años lo interceptaron, le preguntaron si necesitaba cruzar el muro. Les dijo que sí. De inmediato le ofrecieron los servicios, como la carpeta de un menú: 800 dólares sólo por brincar y 8 mil por llevarlo a su destino. Sin dinero, ni confianza, mejor les dijo que no y regresó al aeropuerto.
Después de siete días logró llegar a un refugio para migrantes, del otro lado de la ciudad.
Desde allí intentó registrarse en la aplicación CBP One, requisito indispensable del gobierno estadounidense para recibir migrantes mediante la solicitud de asilo. Como miles, no tuvo éxito. La nueva administración de Donald Trump lo alcanzó en enero de 2025.
Las restricciones y amenazas de deportaciones masivas del nuevo gobierno estadounidense contra personas en tránsito esfumaron cualquier posibilidad de cruzar de forma legal. El dinero se le terminaba, los trabajos en territorio mexicano tampoco llovían, entonces, César consideró otras opciones para cruzar.
Era medianoche, estaba recostado en la cama del albergue donde vivía desde hace meses, compartiendo el espacio y la intimidad con muchos más. En la penumbra de ese rincón tomó un celular y entró a uno de los cientos de grupos para migrantes; preguntó sin titubeos por un pollero seguro. “Busca en TikTok”, fue la única respuesta que recibió.
Entró a la aplicación y escribió “cruce EUA” en el buscador. Decenas de videos aparecieron al instante, en sólo minutos alcanzó a ver por lo menos unos 30, según recuerda. “Te cruzamos en cinco minutos”, “te cruzamos en túneles”, prometían.
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En los comentarios pidió más información y a partir de allí comenzó una cacería encarnizada por engancharlo y lograr cerrar el trato. El golpe de suerte fue para un joven que, al menos en redes, se identifica como Erick de Jesús Estrada de la Cruz. La diferencia entre otros es que su perfil tenía fotografía y publicaba constantemente.
En ese momento intercambiaron poco más de 100 mensajes en los que le prometió llevarlo a su destino. Pagaría un avión de Tijuana a Ciudad Juárez, un hotel y de allí a las personas que irían por él y lo trasladarían a Estados Unidos. Le pidió una fotografía de su credencial para que al llegar no fuera atacado por el crimen organizado y, por supuesto, los mil 500 dólares de adelanto para comprar sus boletos.
Ese mismo día, minutos antes de las tres de la tarde, su familia transfirió a dos cuentas BanCoppel, en una, mil dólares a nombre de Leticia de la Cruz Ríos, en La Paz, Coahuila, y en otra, 500 dólares a nombre de Erick de Jesús Estrada de la Cruz, en Técpan de Galeana, Guerrero.
Después de eso jamás volvió a saber de él. Bloqueó a César de redes sociales y del teléfono, pero aún ofrece servicios para cruzar personas.
“Lo único que quiero es que esto no le vuelva a pasar a nadie, yo tengo una familia que es mi red y me apoya, pero otros por la desesperación pierden todo y se quedan sin nada”, lamenta César.
jf