Zacatecas.— Familias zacatecanas dependientes de las remesas que mandan sus migrantes desde Estados Unidos señalan que, debido a la crisis migratoria en aquel país, los envíos se reducen hasta en 50% en comparación con lo que recibían el año pasado. Incluso, algunos paisanos alistan el retorno.
El investigador Miguel Moctezuma Longoria, especialista en temas migratorios, advierte que “la caída de remesas a nivel nacional seguirá, se va a remarcar hasta terminar este año y probablemente se acentúe en 2026 (…), porque no hay elementos que permitan pensar que va a mejorar la situación en Estados Unidos”.
Sin embargo, comenta que Zacatecas es uno de los pocos estados que “no tienen caída, solo un estancamiento en el crecimiento” de las remesas, y lo atribuye a varios factores; uno es que 60% de los migrantes están regularizados y han establecido fuertes redes de apoyo en más de 130 años en que se ha arraigado la cultura de la migración.
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Zacatecas se considera como un estado binacional, porque mientras que en la entidad viven 1.6 millones de personas, se estima que hay otro millón más de zacatecanos (con sus descendientes) radicados en Estados Unidos.
El investigador considera que esto ha permitido que exista “un arraigo de solidaridad de los migrantes con sus pueblos”, y que en otros momentos de crisis han demostrado que no dejan de enviar remesas y sólo disminuyen las cantidades.
Explica que la actual merma del envío de remesas a México se centra en el desempleo dentro del sector agrícola; por ende, muchos de los migrantes zacatecanos, detalla, se han empleado ahora en el sector urbano.
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De acuerdo con el más reciente reporte emitido por el Banco de México (Banxico) sobre el comportamiento de las remesas hasta el tercer trimestre de 2025, la caída del flujo a nivel nacional es de 5.5% anual, ya que durante los primeros nueve meses del año México recibió 45 mil 681 millones de dólares; en el mismo periodo de 2024 fueron 48 mil 360 millones de dólares.
Al respecto, el investigador menciona que la caída de remesas a nivel nacional se ha ido confirmando en cada reporte de Banxico, pero refiere que en el segundo trimestre se resintió una caída de 8% en comparación con el año anterior. En Zacatecas fue una “caída moderada” de 4% y en el tercero también fue mínimo, aunque eso significa “un estancamiento”.
Moctezuma Longoria insiste en que la desaceleración no ha impactado a Zacatecas igual que a otros estados por las redes de apoyo entre migrantes: “Es tradición que en la zona rural emigran los padres, hijos o hermanos que crecen con la visión de mandar dólares a sus familias, no solo para subsistir, sino para tener una mejor calidad de vida que les permite hacer mejoras en sus viviendas, adquirir bienes inmuebles y hasta para enviar para las cosechas”.
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Enfatiza la importancia del envío de remesas a Zacatecas, al señalar que el año pasado el monto fue de casi 2 mil millones de dólares, equivalente casi al presupuesto estatal: “Esa es la magnitud del impacto de las remesas en las familias zacatecanas”, dice, y lamenta que “el estado no tiene la capacidad para emplear a los que aquí residen y eso lo saben los migrantes”.
Agregó: “Si no hay empleos para los de aquí, menos se ha diseñado un plan de contención y apoyo productivo para las familias migrantes que deciden regresar”.
A la espera
EL UNIVERSAL consultó a varias familias dependientes de las remesas en comunidades de los municipios de Trancoso y Guadalupe, quienes mencionan que este año ha sido difícil, principalmente desde junio cuando comenzaron las agresivas redadas en Estados Unidos contra los indocumentados.

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Señalan que sus familiares han enviado menos dólares, aunque en algunas comunidades, como Santa Mónica, hay reporte de que varias familias ya regresaron: “Se podría decir que se autodeportaron solos por temor a que fueran [deportados] en las constantes redadas”, relatan.
Otros migrantes sin documentos resisten, como es el caso de Heriberto Reyes, de 45 años, y originario de Trancoso, quien en los últimos meses ha tenido menos trabajo y por ello se le complica mandar las mismas remesas que enviaba el año pasado a su familia.
Incluso, ya anticipó a su hija Isabela, de 11 años, que “si la situación se sigue poniendo canija”, hay posibilidades de que en diciembre se regrese a su pueblo.
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Hace más de tres años, Heriberto emigró a Estados Unidos para mejorar su economía y poder dar la manutención de sus dos hijas. Hace dos años pudo enviar dinero para la fiesta de 15 años de la mayor.
No es la primera vez que se va al vecino país, pero menciona que en este año se ha complicado su permanencia en algunos trabajos. Actualmente ha logrado laborar en actividades relacionadas con la jardinería y restaurantes.
Su hija Isabela cuenta que su padre le hace videollamadas todos los días, y en julio le tocó vivir con miedo porque cuando hablaban hubo una redada y vio a su padre correr para esconderse.
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Recuerda que lloró al ver a su padre en peligro, por eso le ha dicho que no importa que le mande menos dinero, pero que si está en riesgo mejor regrese a Trancoso.
Comenta que antes, cada mes recibía un paquete con regalos o ropa que le mandaba su papá, ya que hay un transporte especial a través del cual migrantes y sus familias hacen envíos de artículos o comida.
Ahora, a raíz de que gana menos, su papá le manda paquetes cada tres meses, la última vez fue en septiembre: “Me mandó una hielera grande con mis mochilas, útiles, tenis y ropa para el regreso a clases”; el siguiente paquete llegará hasta diciembre y quizá sea el propio Heriberto quien le traiga personalmente su regalo de Navidad.
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Teresa Castillo Ibarra, representante del club de migrantes originarios de la comunidad de Santa Mónica, en el municipio de Guadalupe, menciona que desde hace 30 años varias decenas de paisanos que radican en Estados Unidos se unieron y el 26 de agosto celebran “El día del migrante”, dentro de las fiestas patronales del pueblo.
Cada año vienen a festejar su día, pero, en esta ocasión, por lo menos cuatro familias se quedaron en Santa Mónica “por miedo a las constantes redadas. (…) Creo que ya no era vida, vivían huyendo, sin trabajo estable. Mejor regresaron y están a la espera de mejores tiempos”.
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