Tijuana.— En cuestión de minutos, oficiales de la Patrulla Fronteriza terminaron con las raíces de una comunidad binacional que fueron plantadas hace 12 años.
Con retroexcavadoras y con las manos, los agentes arrancaron de raíz las plantas que componían el Jardín Binacional, creado en ambos lados de la frontera —entre Tijuana y San Diego— por familias divididas y activistas.
En respuesta, una protesta ya fue convocada para el próximo domingo. Daniel Watman, fundador del Jardín Binacional, pidió a la gente que además de pancartas, los asistentes también lleven plantas para volverlas a colocar.
Daniel cuenta a EL UNIVERSAL que recibió la noticia como un golpe de sorpresa. Relata que el miércoles fue a visitar el jardín desde el lado mexicano, donde hay un pequeño huerto que plantó hace más de 10 años con ayuda de cientos de personas, todas voluntarias.
Dice que primero observó las plantas del lado de Tijuana. Todo bien. Verdes, unas chaparritas y otras no tanto, los colores vivos de la pequeña barda que limita el área de las plantas aún estaban vivos y bañados en tierra. Fue un par de segundos después cuando detectó que al otro lado de la frontera, el suelo no era el mismo. El verde de los tallos y las flores que se escapaban entre las rendijas del muro habían desaparecido.
Este no era un jardín botánico cualquiera, era un pequeño espacio verde en el que se enraizó la rebeldía de aquellos que creen que un muro no puede dividir a dos países: México y Estados Unidos, explica el activista Pedro Ríos, integrante del Grupo de Amigos del Parque de la Amistad.
Fue sembrado en el lugar donde muchas personas se han jugado la vida, en la valla que divide a las dos naciones, frente a un faro, en el área de Playas de Tijuana.
“Tratar con la Patrulla Fronteriza requiere un nivel de paciencia de superpotencia, porque constantemente mienten, son abusivos y distorsionan la realidad. Con los años, la Patrulla Fronteriza usurpó la historia del origen del Jardín Binacional diciendo a los visitantes que éste fue idea suya. Soy testigo del testimonio de mi amigo Dan, de lo que el Jardín Binacional ha significado frente a la militarización viciosa”, lamenta Ríos.
Con cada planta que ahí creció, dice Daniel, el mensaje era el mismo: le resiliencia es necesaria en una época en la que quienes gobiernan se empeñan en separar, mientras que quienes viven en la frontera aprenden a convivir.
En este espacio hubo desde suculentas hasta flores a las que poco les importó que un muro de metal con casi tres metros de altura partiera la tierra y un pedacito del mar Pacífico, ellas no conocen de política, así que hicieron lo que la naturaleza: crecieron y cruzaron la frontera.
En todo el Jardín Binacional había unas 25 especies y más de 200 plantas. Ahora que quitaron la mitad quedan unas 100 del lado mexicano, que permanece intacto.