Reynosa.— La pandemia de coronavirus cambió la vida de y su familia: no sólo les pegó en la salud, sino también en el negocio, las finanzas y afectó su sueño de estudiar Medicina.

En 2020, el joven tenía 18 años y estaba por concluir la preparatoria. Tenía claro su futuro: iría a Monterrey para estudiar y convertirse en médico; tenía buenas calificaciones, empeño por el estudio y además contaba con el apoyo económico de su familia.

Sin embargo, con la pandemia iniciaron las restricciones para los negocios, por lo que el pequeño restaurante familiar tuvo que cerrar sus puertas por un tiempo, lo que les generó considerables pérdidas económicas.

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“Mis papás no tuvieron más remedio que cerrar, y aunque con el paso del tiempo pudimos seguir trabajando, las ganancias no fueron las mismas y los gastos se incrementaron, eso nos pegó muy fuerte en todos los aspectos”, menciona Jesús.

Cuenta que al inicio no le tomaron mucha importancia, pues pensaban que sería un problema pasajero, por lo que, como apoyo a sus padres, decidió no ingresar ese año a la universidad y esperar a que todo mejorara.

“Claro que me dolió al inicio, pero luego, por algunos compañeros, me enteré que era mejor esperar, porque las clases en línea nunca serán tan instructivas como las presenciales en una carrera en la que la práctica es fundamental para formar buenos profesionistas”, dice.

Mantiene la fe

El joven destaca que su familia no estuvo exenta de contagiarse de Covid, por lo que la situación económica empeoró para ellos.

“Primero me contagié yo, y luego, mis papás. Ya nos ha dado en dos ocasiones y eso provocó un nuevo cierre del negocio. Fue entonces que decidí conseguir un empleo para ayudar en el hogar y cuando todo mejore, pues regreso a la escuela”, asegura.

Jesús se muestra animado, pues confía que en un futuro podrá ingresar a la universidad para estudiar Medicina, la carrera que, asegura, es su pasión: “No pierdo la fe porque tengo firme lo que quiero hacer.

“Ahora trabajo en un negocio de transporte y empaques, me siento contento y estamos ahorrando para que pueda ingresar a la universidad. Afortunadamente, no he perdido mucho tiempo porque hay jóvenes que dejaron pasar dos años o más y perdieron el interés. Yo quiero estudiar y sé que lo lograré”, asevera.

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Decisiones difíciles

A Ingrid Acosta, la pandemia la obligó a replantear su futuro.

“Yo quería estudiar Medicina, pero decidí esperar porque me pareció que las clases no serían lo mismo en línea. Amigos que ya están en la carrera me comentaron que no estaban aprendiendo”, narra la joven.

Esto la llevó a suspender su ingreso a la universidad, pues le parecía injusto que sus padres pagaran por una educación que no recibiría en 100%.

“La carrera es costosa y con la pandemia no sabíamos cuándo podríamos tener clases presenciales. Mis papás tienen toda la disposición de apoyarme, pero preferí dejar pasar un año para ver si las cosas mejoraban”.

Sin embargo, en el segundo año de la pandemia Ingrid se vio obligada a cambiar sus planes para seguir estudiando.

“Me inscribí en una escuela de Enfermería donde ya estamos teniendo clases [presenciales]. Me siento contenta porque (...) es algo relacionado con la Medicina y es una carrera que no me llevará tanto tiempo”, explica la joven, quien se dice afortunada por poder seguir estudiando, aunque sea una carrera alterna.

De acuerdo con cifras de la Secretaría de Educación de Tamaulipas, en educación superior el abandono escolar fue de 9.9% en el ciclo 2020-2021, mientras que para el periodo 2021-2022, se proyecta que sea de 9.6%.

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