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Pachuca.– Con un porcentaje de prevalencia de 30.4% de obesidad en niños de cinco a 11 años y de 31.8% en adolescentes, la obesidad en Hidalgo se ha convertido en una pandemia silenciosa, señaló el especialista José Miguel Ángel Martínez Monzalvo.
Indicó que el problema de la obesidad debe entenderse como un fenómeno que se “contagia” a través de los hábitos familiares. Es decir, si los padres mantienen hábitos alimenticios inadecuados, inevitablemente los hijos los reproducen.
Esta situación, dijo, cuesta miles de dólares en la atención de enfermedades como diabetes, hipertensión arterial y resistencia a la insulina, casos que se agravan si existe una carga genética.
Precisó que en Hidalgo ha atendido a niños de 11 años con más de 40 kilos por encima de su peso ideal, lo que además los expone al bullying y a presiones sociales.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, durante el primer semestre de 2023 en Hidalgo se detectaron 4,105 niñas y niños menores de 10 años con sobrepeso y obesidad en controles nutricionales. Según la Secretaría de Salud estatal, la obesidad afecta a alrededor de 286 mil infantes en la entidad.
Los datos representan un panorama alarmante, con implicaciones a corto y largo plazo en la salud infantil. Por ello, Martínez Monzalvo subrayó la necesidad de reforzar las medidas de prevención desde los hogares y las escuelas. Consideró indispensable que, al igual que se cuenta con especialistas en salud mental en los colegios, se contemple también la presencia de nutriólogos para orientar en materia alimentaria.
Resaltó que el papel del nutriólogo es fundamental para medir tallas, peso y orientar a las familias hacia la prevención, a fin de evitar que niños con obesidad o desnutrición se conviertan en adultos enfermos.
En Hidalgo, destacó, el problema no solo es de sobrepeso y obesidad, sino que este se combina con la desnutrición, sobre todo en regiones como la Sierra y la Huasteca, donde lamentó que la comida “chatarra” se convierta en un premio ante la escasez de alimentos.
José Miguel Martínez insistió en que es necesario romper mitos sobre los alimentos que consumen los menores y que muchas veces son considerados como nutritivos, pero en realidad son bombas de azúcar y sodio. Afirmó que una alimentación sana puede lograrse sin grandes costos y, sobre todo, evitar que a futuro los menores dependan de medicamentos para atender enfermedades crónicas.
Finalmente, subrayó que invertir desde ahora en la prevención evitará que el Estado enfrente elevados costos en la atención de estas enfermedades.
LL