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Chiapas.- En septiembre del 2024, Francisca Ramírez, fue la última vez que vio Guayaquil, la ciudad donde nació, tuvo a dos de sus hijos, uno de ellos que estuvo a punto de perderlo, como consecuencia de un ataque de pandilleros que le dispararon 12 balazos en el cuerpo y que lo mantuvo en terapia intensiva en el hospital durante varios meses. Cuando el joven de 17 años se había recuperado, Francisca habló con su esposo, sus hijos y hermano, que era el momento de dejar el país, para buscar refugio en los Estados Unidos. Acodaron hacer el viaje para dejar para siempre la patria.
A cuatro meses de haber huido de Ecuador, país golpeado por la violencia de dos organizaciones criminales, Francisca de 45 años de edad, no tiene entre sus planes regresar. “No pienso volver allá. Para nada. No tengo vuelta atrás”. Durante el último semestre del 2024, vendió sus muebles y su casa que tenía en Guayaquil, dinero que ha usado para el viaje que está a punto de cumplir cuatro meses. La familia hizo los trámites para solicitar refugio en los Estados Unidos, pero no hubo respuesta.
Durante un mes que la familia permaneció en Tapachula realizó los trámites ante la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) para acreditar el refugio. Cansados de esperar, los cinco ecuatorianos decidieron unirse a principios de enero, a uno de los grupos de migrantes que salió de Tapachula, hacia el centro del país.
En la costa, se le ocurrió comprar un triciclo en mil 500 pesos, donde colocaron las maletas, agua y alimentos, pero conforme el grupo avanzó y llegó a Oaxaca, se dispersó, por lo que decidieron revender el vehículo.
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Francisca recuerda que, a principios del 2024, un grupo de pandilleros perpetró un ataque armado en la casa donde se encontraba su hijo de 17 años de edad, que sobrevivió a pesar de 12 balazos de armas de fuego que recibió en varias partes del cuerpo, uno cerca del corazón, otro en un brazo, otro más en cerca de la columna, otro a la altura del abdomen. Como consecuencia, el joven resultó con una colostomía, pero aún así ha recorrido más de tres mil kilómetros. Pasó ríos, zonas inundadas y con barro en la selva del Darién y ha soportado temperaturas extremas durante el viaje.
El día que los pandilleros atacaron al muchacho con sus armas de fuego, la Policía contó hasta 42 tiros en la vivienda donde se encontraba, pero de esas balas, recibió 12, que le causaron graves heridas en el cuerpo, que lo mantuvo en estado crítico de salud durante varios meses. Francisca muestra a los reporteros, las cicatrices que tiene su hijo en el cuerpo. “Por eso salimos, porque (los pandilleros) saben que mi hijo está vivo y pueden llegar a hacer cosas peores”.
Francisca que se dedicaba a la venta de comida y su esposo que laboraba como albañil, constató la descomposición social de Guayaquil. Vio cómo los pandilleros exigían el cobro de vacunas (extorsión) a comerciantes de esa ciudad, pero que se ha extendido a otras provincias como Esmeraldas, Santo Domingo, Pichincha y Guayas.
“Yo vendía comida y a uno lo vacunaban con dinero semanal, para que pase una coima a los de las bandas”. “Si tú tienes un negocio grande, te piden mil, dos mil, cien, doscientos dólares, según el negocio”, explica.
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“Vendí todas mis cosas. No tengo nada, nada, nada… “. “Para poder salir, uno tiene que vender lo suyo para poder… porque tampoco nadie te va prestar dinero. Nadie te lo va regalar. Uno tiene que vender lo de uno, para poder migrar”, matiza la mujer que ha visto el viaje como “difícil”, pero “no imposible” de realizar.
“Dios mediante quisiera estar en el norte”, agrega la ecuatoriana, pero su objetivo próximo es llegar a la Ciudad de México, para buscar completar su trámite ante la Comar. “Pero si no podemos llegar al norte, nos vamos a quedar en Ciudad de México”, sostiene la ecuatoriana que hace unas horas alcanzó la meta que se propuso.
“Ya llega la hora cero, de que Trump llegue y se va poner difícil”, estima la mujer. “Pero todavía estamos sufriendo para poder llegar al objetivo”, pero reconoce que en caso de que se compliquen las cosas, entonces: “Nos quedaremos en México”. Pero lo que no hará es volver a Ecuador. “No tengo vuelta atrás”. “Para nada”.
aov/mgm
