Pachuca.— De pie frente a un altar, Jorge reza a la Virgen. Su oración: “Permite que recupere la salud”.

En una sala de espera deco-rada con fotografías de cientos de niños, Jorge Martínez comparte su historia y cómo su vida cambió hace menos de un año, cuando un médico lo diagnosticó con Linfoma de Hodgkin. Desde entonces, nada ha sido igual.

Ante la llegada de los Reyes Magos, él tiene una petición: salud.

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Todo comenzó con síntomas de gripe recurrente que encendieron las alarmas. Los estudios confirmaron el diagnóstico. A sus 17 años, tuvo que dejar atrás la vida que conocía para someterse al tratamiento contra el cáncer.

No está solo; otros jóvenes y niños como él .

Uno de ellos es Miguel, un adolescente de 16 años, quien tiene tres años y medio enfrentando una leucemia linfoblástica aguda. En este tiempo ha recibido 120 quimioterapias que lo han puesto al borde de la muerte.

En la misma sala de espera, Randy, de cinco años, corre y juega, ajeno a su enfermedad, también leucemia linfoblástica aguda.

Como cualquier niño mantiene la ilusión de recibir un regalo. Sin embargo, su madre comenta con preocupación que este año los Reyes Magos tal vez no lleguen a tiempo.

Un refugio de apoyo

En la Asociación Mexicana de Ayuda a Niños con Cáncer (Amanc) se encuentran Jorge, Miguel y Randy, acompañados de sus madres. Aquí tienen un techo donde dormir, comida y apoyo sicológico. El destino los ha llevado a coincidir en este lugar, donde comparten sus historias y sus madres se apoyan.

Sin embargo, hay momentos en que todo se quiebra, y aunque cada madre saca fuerzas del amor de sus hijos, a quienes ayudan en la enfermedad, y de los que se quedaron en casa, reconocen que diciembre es un mes especialmente duro.

Jorge, originario de Bojay, municipio de Tula, Hidalgo, es paciente del Hospital del Niño DIF y beneficiario de Amanc, donde permanece durante su tratamiento.

La Navidad la pasó aquí, tuvieron cena con pollo, espagueti, verduras al vapor y ponche.

Para este 6 de enero, Jorge dice que su mayor deseo es tener salud, aunque sueña con que los Reyes Magos le dejen una tablet o un dron.

Su madre, María Guadalupe Lugo, con voz ahogada, confiesa que estas fechas le provocan ganas de llorar. El 24 de diciembre Jorge tuvo quimioterapia y ya llevan varios días en Amanc. En casa los esperan sus otros dos hijos, quienes le recuerdan que este día llegan los Reyes Magos. “No lo sé, estamos en una situación un poco difícil. Pero, en medio de todo esto, hay un sentimiento de agradecimiento. Mi hijo come y duerme bien, eso ya es mucho”.

Jazmín, madre de Randy, comparte esta lucha con Guadalupe, lo que las ha hecho cercanas.

Jazmín es de Tlahuelilpan y platica que su hijo empezó a tener dolores en las articulaciones y tras varios estudios le diagnosticaron leucemia, hace 10 meses.

Desde entonces, Randy ha enfrentado días buenos y otros difíciles, sobre todo en esta temporada de frío porque desarrolló neumonía debido a sus defensas bajas.

“Jamás imaginé que nos separaríamos de la familia de esta manera. De estos 10 meses, casi todos los hemos pasado aquí”, comparte.

La situación también es crítica para sus otros hijos: un pequeño de dos años y una adolescente de 13, quien espera recibir un celular este 6 de enero.

Jazmín no sabe si los Reyes pasarán por Tlahuelilpan o acudirán a Amanc, pero esta vez también tendrá su propia carta: Salud para sus hijos, especialmente para Randy, quien no pierde la esperanza de encontrar un juguete en su zapato.

Miguel, de 16 años y originario de Huejutla, tiene una historia tan difícil como la de muchos otros aquí. Hace tres años y medio le diagnosticaron leucemia. Con hemoglobina baja fue trasladado a Pachuca, donde ha recibido 120 quimioterapias.

Ahora está en vigilancia mensual, pero ha sido un largo camino de estudios, medicamentos y tratamientos. A pesar de todo, Miguel ha aprovechado su segunda oportunidad: cursó la secundaria en el hospital, mientras recibía las quimioterapias.

Dice que ya no llegan los Reyes, pero este año tiene la esperanza de que pasen por su casa y le dejen una computadora, pues pronto comenzará la preparatoria. Su sueño es convertirse en veterinario.

Angélica Ángeles, su madre, recuerda con lágrimas uno de los momentos más difíciles, incluso más que el diagnóstico de su hijo: “Mientras le ponían su quimioterapia comenzó a ponerse mal. Hubo un momento en que el médico me dijo: ‘Ya no hay nada que hacer, ha perdido la vida’. Salí del lugar para llamar a mis hermanos, pero de pronto una enfermera me llamó: había vuelto a la vida”.

Este episodio es algo de lo que Miguel prefiere no hablar, es su madre quien cuenta que mientras él estaba sin vida, tuvo una experiencia extraña: “Me contó que llegaba a un lugar resplandeciente, con escalones que llevaban a una cúpula completamente blanca, pero vacía. Al despertar, lo primero que me dijo fue por qué lo había dejado solo”.

Ahora, Miguel y su familia esperan un milagro de Navidad: que su próxima consulta salga bien y los Reyes Magos les den el mejor regalo de todos: salud.

Amanc: el lugar de la esperanza

Covadonga Prieto Peláez e Iliana Orea, presidenta y directora, respectivamente, de Amanc Pachuca, explican que aquí todos se esfuerzan por mejorar la vida de los menores y sus familias, todo de manera gratuita.

Señalan que en diciembre el flujo de pacientes en el Hospital del Niño DIF aumenta debido a que a los menores se les bajan las defensas por el frío, lo que también incrementa la ocupación en el refugio. Además, las fiestas hacen más dura la estancia de los niños y sus madres.

Para quienes llegan en esta temporada, Covadonga e Iliana se esfuerzan para llevarles un poco de alegría: organizan cenas y les dan regalos donados por personas solidarias.

Covadonga señala que este lugar tiene 18 habitaciones. Sin embargo, si se rebasa el límite, las habitaciones deben compartirse. Los requisitos para ingresar son ser hidalguense de nacimiento y recibir atención médica en el Hospital del Niño DIF, ubicado junto a Amanc.

“Sabemos cuándo llegan, pero no cuándo se van”, señala Covadonga, quien enfatiza que todo lo que se ofrece en este lugar es gratuito porque el objetivo es que los menores no abandonen su tratamiento.

Reitera que la sobrevivencia del refugio depende de donaciones.

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Iliana, sicóloga oncológica, brinda terapia tanto a los niños como a sus madres. Explica lo complejo que es enfrentar esta enfermedad y la importancia de detectarla a tiempo. “La palabra cáncer está inmediatamente asociada con la muerte, pero deben saber que pueden curarse. Es importante que asimilen y comprendan de qué se trata la enfermedad”, afirma Iliana.

En México, 80% de los niños con cáncer pueden salvarse si se detecta a tiempo. Sin embargo, el principal desafío es el diagnóstico temprano, ya que los síntomas suelen confundirse con problemas propios de la niñez.

En Amanc, cada niño y su familia esperan que llegue su propio milagro. Este día de Reyes, Miguel, Jorge y Randy, junto con sus familias, pedirán el suyo: salud, fuerza y la oportunidad de seguir adelante.

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