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Tuxtla Gutiérrez
.- Las manos de las tzotziles de Zinacantán siembran y cosechan el cempasúchil de las montañas (La flor de los muertos); procreadoras y guardadoras del hogar, las mujeres cultivan y resguardan las semillas que en estas fechas germinan y adornarán el camino para el reencuentro de los difuntos con sus seres queridos que los aguardan en el Día de Muertos.
En estos Días de Guardar , tejidos con los afectos entre vivos y muertos, los paisajes de Zinacantán, pueblo protegido por el prehispánico dios murciélago, adquieren las tonalidades amarillas y naranjas del cempasúchil que florece en los campos de cultivo.
Los colores del cempasúchil sólo consiguen romperlos las blusas moradas de las tzotziles que diligentes, con machetes y cuerdas en mano, cortan y retiran las flores que trasladan a los altares y a la comercialización.
Zinacantán es tierra de floricultores y artesanos de la región Altos de Chiapas. La tradición dicta que el cultivo y la cosecha del cempasúchil lo deben realizar las mujeres adultas, de preferencia de la tercera edad. Si éstas tienen entre 60 y 70 años será mejor, apunta la tradición.
En la cosmovisión naturalista tzotzil las piedras, las montañas, el agua y los animales simbolizan a ciertos dioses, así como el ritual del cempasúchil simboliza el renuevo de vida.
Juana Feliciana Vázquez Hernández
relata que los ancestros instruyeron que sean las mujeres las cultivadoras de la flor amarilla.
“La siembra es nuestra, no de los hombres; nuestra capacidad para dar vida y cuidarla nos sensibiliza para la siembra, la germinación y la cosecha del cempasúchil”
, afirma.
“Mi madre es una viejita que siembra y riega la semilla con dedicación materna para obtener buenas cosechas”
, sostiene Juana Feliciana .
La tzotzil se involucró con la tierra y los aromas del cempasúchil desde niña, en la década de 1980, cuando su padre se involucró en la siembra de las flores los difuntos. Sus hermanos José Luis y Martín Vázquez participan en el negocio familiar del cempasúchil que se comercializa en la zona y en Mérida, Yucatán.
La producción se redujo este año por la escasez de lluvias, a diferencia de 2017 cuando la cosecha fue buena. “Vendemos unos 30 bultos, por ahora hemos enviado sólo 12 bultos” , comenta la zinacanteca.
El bajo precio es otro factor en contra. “La vendemos entre 150 y 200 pesos por bulto, muy barato” , lamenta.
Las familias de Zinacantán preservan ritos que evocan y convocan a los muertos al goce de los alimentos y las bebidas, al influjo de la música de tambor y pito.
Templos y altares domésticos exhiben imágenes de santos, fotografías de difuntos , acompañados de dulces de calabaza , chilacayotes y camotes.
Al centro de la mesa está el posh (bebida tradicional de maíz), entremezclado con los caldos de gallina, los panes y las cuelgas de frutos de la temporada. Las velas, el incienso y el cempasúchil guían a los muertos de ultratumba a casa.
afcl