Tijuana.— Migrantes en esta frontera se preparan para recibir a sus familiares de Acapulco, afectados por el huracán Otis.
“Ya no tienen a qué quedarse, lo perdieron todo, sin casa ni trabajo, a qué se quedan”, dice Ana, una guerrerense que, a casi una semana de la catástrofe, aún no tenía noticias de su familia.
Alma y sus dos hijos llegaron hace un mes a Tijuana. Dejaron Acapulco porque la inseguridad tocó a su puerta.
Cuenta que, aun con falta de dinero, siempre tuvieron comida, un techo y educación para una adolescente de 15 años y un niño que no alcanza ni los 10.
La decisión de dejar su hogar tuvo que ver con la violencia: las balaceras constantes frente a su casa, extorsiones y, finalmente, la amenaza criminal de llevarse a su hija, ante la inacción de la autoridad.
Las últimas semanas ha vivido en una pequeña casa de campaña instalada en un albergue para migrantes, donde espera su turno para cruzar a Estados Unidos e iniciar su trámite de asilo.
Sin embargo, sus planes cambiaron en la última semana, pues ahora su prioridad es hallar a su familia y traerlos a la frontera.
“No sabíamos nada de lo que iba a pasar”, dice Alma, “nunca había ocurrido algo así y no hemos podido hablar con mis dos hermanos ni con el papá de mis hijos”, lamenta.
Entre las familias de Guerrero que viven en el mismo albergue, en la zona norte de Tijuana, se juntan para ver las noticias, revisar los grupos en redes sociales de las colonias acapulqueñas o de los pueblos que también resultaron afectados.
San Marcos, por ejemplo, es un pequeño pueblo que se encuentra a poco más de una hora de Acapulco, donde el huracán también causó daños. En ese sitio vive el papá de Rosario, otra migrante guerrerense que también dejó su hogar para intentar cruzar a Estados Unidos.
“Mi papá tiene más de 80 años, vivía en su casita. Mis hermanos vivían en Acapulco y ahora no sé nada de ellos. Lo único que quiero es que estén bien, y si lo están mejor aquí, todos juntos, sin nada pero juntos”, dice desesperada.
Desplazados por cuestiones ambientales
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha dicho que más de 20 millones de personas se ven obligadas cada año a desplazarse dentro de sus países por el aumento de la intensidad y frecuencia de fenómenos climáticos extremos.
Según el Informe Groundswell del Banco Mundial en 2021, se estima que para 2050 América Latina tendría 17 millones de migrantes internos por razones climáticas. Los motivos para recibir asilo en la Unión Americana son persecución por raza, religión, nacionalidad, grupos minoritarios o por opinión política. El cambio climático no aplica.
El doctor Juan Manuel Rodríguez Esteves, del departamento de Estudios Urbanos y del Medio Ambiente de El Colegio de la Frontera Norte (Colef) en Tijuana, advierte que los efectos del cambio climático son mucho más visibles con fenómenos como el huracán Otis.
“El proceso de la migración por cuestiones ambientales es (...) complejo, porque las personas muchas veces no se reconocen como desplazados ambientales”, advirtió. Los habitantes de Acapulco podrían ser de los primeros.