Ciudad Juárez.— Roxana Girón tiene 50 años, llegó junto con su esposo a Ciudad Juárez en junio pasado, procedentes de su natal Mapastepec, en Chiapas.
Ambos buscaban llegar con su familia a Los Ángeles, California, pero al ser cancelado el programa de asilo en Estados Unidos, quedaron en esta frontera.
Ella cuenta que en Mapastepec tenían un negocio de barbería, el cual tuvieron que dejar porque fueron víctimas de extorsión por parte del crimen organizado. Es por eso que decidieron migrar.
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Al llegar a esta frontera acudieron al albergue El Buen Samaritano, donde esperaban la cita del CBP One; sin embargo, la aplicación fue cancelada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el pasado 20 de enero, sin que ellos lograran una cita.
Ahora, Roxana forma parte de un grupo de mujeres migrantes que en el mismo albergue realizan actividades como parte de terapias de relajación para poder sobrellevar la espera, mientras que su esposo sale a trabajar como barbero.
“Hace ocho meses salimos [de Chiapas]. Si no, nos hubieran matado. Acá estamos bien, me siento como protegida, casi no salgo para el centro, eso me da miedo, y si salgo, salgo con mi esposo. Él está trabajando y estamos esperando haber qué dice Dios, si se va a dar el MPP [Protocolo de Protección a Migrantes, por sus siglas en inglés], o esperar a ver qué pasa”, explica.
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Cuenta que al menos tres veces por semana acude al albergue personal del Comité Internacional de Rescate (IRC, por sus siglas en inglés), que los apoyan con diversas actividades que les permiten relajarse y convivir.
Para las mujeres que viven en el albergue estas actividades les ayudan a dejar de pensar por unas horas en su proceso migratorio y en lo que están viviendo.
“Estamos pintando figuras de mandalas, porque todo esto fue muy estresante. Cuando fue el 20 de enero [la cancelación de CBP One] fue muy duro. Había aquí más personas, pero se fueron por lo mismo, ya no tenían [dinero] para esperar. Nosotros seguimos aquí esperando, a ver qué dice Dios”, expresa la mujer originaria de Chiapas a EL UNIVERSAL.
Además de pintar mandalas, las mujeres también realizan otras actividades como bisutería, bordado, crean canastas de foamy y hasta aprenden decorado de uñas, que les ayudan a convivir entre ellas como una familia y pueden ser una opción económica a futuro.
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Apoyo a mujeres migrantes
Mayte Lizeth Flores Hernández, quien colabora con la organización de Comité Internacional de Rescate (IRC), acude al albergue El Buen Samaritano a impartir los talleres para las mujeres migrantes de México y de otros países.
“La finalidad de estos talleres es para que su estadía dentro de este albergue sea más fructífera para ellos, más amable, que despejen la mente, que no estén mucho pensando en la aplicación que desapareció. Que tengan un desarrollo mental más libre y una inclusión social”, detalla.
Señala que es importante que a través de estas actividades las mujeres desarrollen amor propio y confianza con las que puedan lograr una sana inclusión social.
“Les ha ayudado porque las mujeres migrantes estaban en depresión, no salían a comer, tenían problemas alimenticios y ahorita las mujeres poco a poco están más positivas de querer salir, de querer hablar unas con otras y lo vemos expresado en el taller de pintura, en los colores que utilizan, y se van conociendo y están teniendo fe”, explica Mayte Flores.
Estas actividades se realizan por la organización en tres diferentes albergues de la frontera con la intención de apoyar a los migrantes que están en la espera de lograr cruzar a Estados Unidos.