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Reynosa.— Migrantes centroamericanos que estaban inscritos en el Protocolo de Protección al Migrante (MPP, por sus siglas en inglés), alegan haber sido engañados por autoridades de Estados Unidos, ya que, al haber sido llamados para tramitar su asilo humanitario, los obligaron a firmar documentos y fueron deportados por la frontera de Reynosa.
Isabel Areguín, originaria de El Salvador, relató que estaban contentos de ser recibidos en la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés).
“Seguimos todos los protocolos para ser recibidos. Al llegar, nos entrevistaron y luego nos dijeron que firmáramos unos papeles, que eran parte del proceso de recepción. Los firmamos y nos hicieron esperar”, dijo.
Tras unas horas, señaló, se les informó que iban a ser trasladados a otra ciudad.
“Nos sorprendimos cuando vimos que nos llevaban hacia México. Al llegar al puente internacional nos dijeron que bajáramos y camináramos hacia Reynosa. Nos engañaron”, lamentó.
Su caso no es el único; otros migrantes centroamericanos, cuyo trámite de asilo ha sido rechazado, también han sido devueltos a México sin más explicación.
Ernis Geovanni Lara Salazar, originario de Honduras, pensó que al llegar a Estados Unidos mejoraría su vida. Lo que no contempló fue que, aunque estaba registrado en el MPP, sería deportado junto con su hija de ocho años.
Relató que dejó en su país a su esposa y a sus otros hijos, de 12 y seis años, y a un bebé de 10 meses.
Dijo que él no cruzó de manera ilegal; decidió hacer todo dentro de la ley y esperar a que la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos lo llamara para revisar su caso.
Así, aguardó dos años en Reynosa con su hija, Brenda Sarahí, hasta que finalmente les dieron luz verde para ingresar a la Unión Americana.
Ambos cruzaron de la mano el Puente Internacional Reynosa-Hidalgo para presentarse ante las autoridades estadounidenses, recordó.
“Nos tomaron las huellas digitales, nos dijeron que era para ver si teníamos delitos. Una señora preguntó que para dónde nos llevaban y nos dijeron que para otro lugar a seguir arreglando papeles.
“Nos montaron al bus y nos llevaron al puente en Reynosa. Al llegar, se paró un jefe de la policía, nos dijo que nos habían deportado. No dijimos nada”.
Ahora, Ernis Geovanni está viviendo con otros migrantes en la Plaza de la República, en Reynosa, y no se da por vencido.
“Pienso volver a cruzar a EU y que sea lo que Dios decida”, afirmó.