Torreón.— José Álvaro Menjívar, migrante salvadoreño, tiene un propósito: llegar a Estados Unidos y reencontrarse con su esposa e hijas, a quienes no ve desde hace 11 meses. Y si es posible, antes de que asuma la presidencia de Estados Unidos.

Sentado afuera de una iglesia en Torreón, Coahuila, a donde llegó hace dos días, Menjívar relató que en enero se entregó con su esposa e hijas a las autoridades migratorias de Estados Unidos en busca de asilo. Ellas se lograron quedar, pero él fue deportado porque tenía antecedentes de haber cruzado ilegalmente y haber sido deportado en una redada en Oklahoma.

José Álvaro volvió a solicitar una cita a través de CBP One, la aplicación de las autoridades de Estados Unidos para tratar de ordenar la migración y las solicitudes de asilo. Quiere entrar de forma legal, pero reconoció que será difícil debido a su pasado.

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“La situación es que quiero estar con mi esposa y mis hijas. Es el esfuerzo que busco de estar con ellas allá”, comentó.

Hace tres meses hizo la cita y no ha tenido respuesta. La mayoría de las quejas de los migrantes es que es muy tardada y llevan meses de espera.

“Nos sentimos desesperados y buscamos de alguna forma llegar a la frontera y entregarnos a Migración”, dijo José Álvaro Menjívar.

Génesis Patiño, una migrante venezolana que aplicó hace un año en la cita, dijo que ante la nula respuesta decidió avanzar. “Ahora voy a la voluntad de Dios si me permiten entrar o no. O ver qué van a hacer conmigo”, bromeó.

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Génesis, de 24 años, viaja con su esposo e hija de ocho años. Hace siete años que salieron de Venezuela. Además, Colombia, Perú, Chile y Ecuador han sido los países a los que llegaron como migrantes.

“Ya es mucha la desesperación”, comentó Génesis, quien junto con su familia vivió en Ciudad de México y el Estado de México.

Esta desesperación ha crecido a raíz de la victoria en las urnas de Donald Trump, quien ha amenazado con realizar deportaciones masivas cuando asuma el cargo.

“La desesperación ha crecido más porque decían que si Donald Trump ganaba iban a deportar, la gente no se detiene. Quieren llegar para cruzar el río Bravo. Desde Tapachula hay miles y miles de personas que vienen caminando”, relató José Álvaro Menjívar.

Este sentimiento también se percibe en los albergues para migrantes en Coahuila.

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“Tienen miedo de que, al momento de llegar Trump, se termine CBP One. Que la gente se vaya a quedar fuera”, comentó a EL UNIVERSAL el mayor Miguel Ángel Rodríguez, director del albergue del Ejército de Salvación en Piedras Negras.

Este miedo se ha reflejado en la disminución del flujo migratorio por los refugios en las últimas semanas, aseguró Rodríguez.

“Ha bajado considerablemente”, comentó, y agregó que en promedio pasan por el albergue 70 migrantes al día, pero ahora la cifra ronda los 50.

Ansiedad los hace avanzar

Miguel Ángel Rodríguez expuso que muchos migrantes están esperando su cita, pero ante la desesperación de que las cosas se puedan complicar para ingresar, están decidiendo no esperar y entregarse o cruzar de forma ilegal.

Lo mismo percibe Concepción Martínez, directora Operativa del Centro de Día para migrantes en Torreón. “Vienen con la incertidumbre, ansiosos. Muchos ya no quieren esperar la cita. Unos piensan en entregarse o cruzar de forma ilegal. Lo que quieren es estar allá”, comentó.

Este ha sido un año con menos flujo migratorio a comparación de 2023 en Torreón, de acuerdo con Martínez. Sin embargo, ella nota un repunte en las últimas semanas.

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“Están tratando de llegar a la frontera antes de que tome la presidencia Trump, por todo el discurso de odio. Vienen con incertidumbre”, insistió.

Pero en la frontera ya no esperan, se entregan o buscan cruzar ilegalmente, y por eso la disminución en la llegada al albergue.

Miguel Ángel Rodríguez refirió que, ante la lentitud de las citas, los migrantes están buscando opciones, incluido pagarles a polleros para que los crucen.

El salvadoreño José Álvaro desconoce todavía si intentará cruzar de forma ilegal porque no tiene dinero y teme dos cosas: los delincuentes que controlan el territorio y cruzar el río Bravo, debido a que no sabe nadar. Pero también tiene miedo de que lo vuelvan a deportar.

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Para él, Torreón es probablemente la última parada antes de subirse al tren y llegar a Ciudad Juárez, su frontera destino. El mismo punto al que espera llegar la venezolana Génesis.

José Alvaro Menjívar viene acompañado de una madre y su hija, también salvadoreñas, a quienes conoció en el camino. Vienen huyendo del padre de la niña que quiso matarlas.

La mujer, que prefirió no dar su nombre por miedo, esperó hasta que saliera una caravana en el sur de México para avanzar en el camino.

Miguel Ángel Rodríguez comentó que desde octubre están preparados con cobijas, calentadores o agua caliente en las instalaciones para recibir posibles deportaciones masivas.

El albergue del Ejército de Salvación en Piedras Negras tiene capacidad para 50 personas, pero han hacinado hasta 100 migrantes.

“Desconocemos la magnitud de los migrantes que vengan o sean deportados. Esperamos que no suceda, pero estamos preparados”, dijo.

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