Nogales.— Mujeres que purgan condenas en el Centro de Readaptación Social (Cereso) de Nogales, Sonora, y sus familiares denuncian abuso, tortura y extorsión por parte de la directora Rosa Yulissa Meléndrez Valenzuela y de la comandante del penal, Evangelina Figueroa Molina.
Familiares de las internas, cansados de la situación que viven las reclusas, la cual ya han denunciado ante la Fiscalía Anticorrupción de Sonora, hacen un llamado a Omar García Harfuch, titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), y a la presidenta Claudia Sheinbaum para que tomen cartas en el asunto.
Ante todos estos abusos, una reclusa rompió el silencio y a través de una llamada telefónica a EL UNIVERSAL denunció que Rosa Yulissa Meléndrez Valenzuela, directora del Cereso, y la comandante Evangelina Figueroa Molina le infligen castigos no sólo a su persona sino a su pequeña hija de tan sólo dos años.
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La crueldad atenta contra la salud de la menor de edad, pues le limitan los alimentos y tampoco le permiten que le ingresen comida para la pequeña. “A mi niña le gusta el huevo revuelto y ordenan que se lo den estrellado para que no se lo coma, tampoco puedo comprarle nada en la tienda porque tienen prohibido venderme cualquier producto”, relató la interna.
Desde hace una semana le sacaron su lavadora y no puede lavar la ropa de su hija, pues con las condiciones climáticas, lavar a mano resulta contraproducente pues por días no se secan las prendas. Y sus compañeras tienen prohibido lavarle.
Hace poco, narró la reclusa, por la noche pintaron los vidrios de las ventanas donde se miraba el patio. “Usaron pintura de aceite y se metió toda la peste a pintura. Ahí está una mujer con otro niño y una embarazada”, relató.
Comentó que se quejó de la situación y se burlaron de ella, pues “me traen de bajada. Me quieren hacer daño y me lo hacen con la niña, no puedo estar así”.
Otras internas se han quejado de este tipo de situaciones, pero en lugar de cambiar a las autoridades solo trasladan a las reclusas a Hermosillo para que no digan nada.
“De esta forma se aseguran de que todas nos quedemos calladitas”, acusó.
“Yo no me pienso quedar callada y todas las chamacas dicen que si viene alguien [alguna autoridad del estado] vamos a hablar. Exigimos que venga una autoridad, ya vinieron dos veces, pero la primera vez ella [la directora] nos dijo que nos iba a tratar muy mal, que no los volteáramos a ver, que no les dirigiéramos una mirada y luego volvieron, pero no nos animamos, pero las cosas se pusieron peor”.
El motivo del maltrato
“Trabajé con ella de la mano durante 10 meses”, comentó la reclusa e hizo una pausa para advertir: “Aquí hay personas que me están escuchando lo que estoy diciendo, obviamente le van a decir. Hay muchas compañeras que están hartas, pero quiero hablar por mí”, comentó.
Detalló que trabajaba duro como encargada de la cocina, además le preparaba la comida a la directora sin goce de sueldo, con la promesa de que le iba a firmar horas trabajadas para lograr beneficios para su condena.
“Todo iba bien hasta que se avisó de la visita del coordinador. Me pidió que pusiera pastillas molidas para dormir en la leche para que no hablara nadie cuando él viniera y no lo hice, le dije que no. Y desde ahí empezaron los problemas, me sacó de todo, yo siempre le cocinaba mañana, tarde y noche. Desde entonces, a mí no me da confianza darle leche del penal a la niña, pero nadie me vende nada”, comentó angustiada.
Reclusa envía carta a Contraloría
Sandra, otra de las reclusas del penal, envió una denuncia a la Contraloría del estado donde cuenta sobre la situación que prevalece en el lugar.
En esta denuncia, Sandra acusa a la directora, a una comandante y a la oficial Dorielen Sánchez de acoso, amenazas, difamación, abuso de autoridad y otros atenuantes.
“Es humillante como se dirigen a nosotras, no como personas, nos insultan y amenazan, nos gritan cerdas, mal agradecidas que mordemos la mano que nos da de comer. La licenciada Rosa nos dice que con cualquier motivo nos puede empapelar y denunciarnos a fiscalía”.
Acusó a la directora de sustraer en su vehículo artículos de la bodega, donaciones, libretas y artículos de uso personal que no se entregaron, por lo que pidió que verifiquen las cámaras del C4 en los días 20 o 27 de noviembre pasado.
En la denuncia también aparece que la directora usa ocho teléfonos celulares para que las reclusas puedan hacer llamadas cobrándoles a dos pesos el minuto.
Además, a las internas les cobran cada semana 35 pesos supuestamente para pagarle a quien hace aseo de baños y 35 pesos a la que calienta el agua, en total son 180 reclusas.
“A las que hacen esas actividades sólo les pagan 200 pesos y el resto la comandante se lo queda. Si quieren festejar en el área de visitantes, les cobran mil 500 pesos. Si la familia les lleva ropa o calzado también deben pagar 500 pesos por pantalón, 300 por camiseta, 500 por tenis, 500 por chamarra y 300 por ropa interior”, aseguró.
Familiares denuncian
David, esposo de una de las internas, externó que no va a soportar más maltrato a su esposa y a su hija.
“Desde que entró la directora en febrero pasado todo el tiempo ha sido lo mismo, pura extorsión por parte de ella. Es cobrarles hasta por bañarse, robar donaciones de las instituciones, lo que llevan las iglesias o cualquier otro grupo lo vende a las tiendas del mismo penal”.
David comentó que si alguna de las reclusas dice algo la meten al “hoyo”, que es una celda muy pequeña y no le proporcionan alimentos. “Una muchacha estuvo un mes castigada por defender sus derechos. Le fue muy mal”, agregó.
Ante todos estos abusos, David se presentó ante la Secretaría Anticorrupción y Buen Gobierno para reiterar su denuncia contra las autoridades del Cereso Femenil de Nogales.
“La directora se siente muy apoyada por las autoridades, pero yo no me voy a agachar, a mi esposa le está dando infierno con mi hija, no deja que la alimente. Es gente inhumana que no tiene corazón, siempre tiene la amenaza con mandarlas al ‘hoyo’, ya hay mucha inconformidad”, aseveró.
Llamado a García Harfuch
Jesús Carrillo, esposo de otra de las reclusas, denunció que su esposa ha sido víctima de las autoridades penitenciarias tanto de San Luis Río Colorado como de Nogales.
Ella, según comentó Jesús, fue torturada en la cárcel de San Luis Río Colorado para hacerla confesar el crimen por el cual se encuentra presa.
“A las internas no se les otorga ningún beneficio, hay tantas anomalías, esos castigos en el ‘hoyo’ provocan a las mujeres daño cerebral”, consideró.
Carrillo externó que en el penal hay tortura, hostigamiento, represalias, amenazas y castigo.
A su esposa la amenazan con romperle sus hojas, diplomas y certificado de estudios para que no le den los beneficios y tenga un expediente negativo.
“Ahorita mi esposa no puede meter papel de baño, toallas sanitarias. Nadie come la comida de ahí porque es una porquería. Los productos en las tres tienditas del penal son muy caros porque la directora les cobra renta de 8 mil pesos mensuales”, aclaró en su denuncia.
“Mi nombre es Jesús Carrillo, hago un llamado al director de seguridad pública nacional, señor Omar García Harfuch, y me gustaría que se comunicara conmigo para poder mostrarle una denuncia muy fuerte de extremo acto de corrupción en el Cereso femenil de Nogales, Sonora”, solicitó.