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Chilpancingo.- El miedo predominó, el grupo de personas que salió a marchar a los 40 días del asesinato y decapitación del alcalde de Chilpancingo, Alejandro Arcos Catalán, fue reducido, mucho más que la primera vez. La exigencia de justicia fue tímida, muchos intentaron dejar en claro que pedían por la paz.
Aún así, hubo una consigna que destacó: “El gobierno miente, honremos la memoria de nuestro presidente”.
A las 5:30 salió el marcha, el contingente apenas y lo conformaban unas 60 personas. Todos iban vestidos de blanco, con pancartas de exigencia de paz y de justicia y otras pocas mostrando su incredulidad por la investigación que realiza la Fiscalía General del Estado (FGE) por el asesinato de Arcos Catalán.
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La marcha se realizó tres días después de que la fiscalía detuvo al primer acusado por el asesinato de Arcos Catalán. El mediodía del martes, el encargado de la Secretaría de Seguridad Pública, el capitán del Ejército retirado, Germán Reyes Reyes, fue detenido.
La dependencia lo acusó en la primera audiencia ante una jueza de ser el autor intelectual y además de ser integrante de la organización criminal “Los Ardillos”.
También la marcha se da cuando la ciudad intenta salir del asombro tras el hallazgo de once cadáveres desmembrados dentro de la batea de una camioneta sobre el bulevar Vicente Guerrero, en el punto conocido como Parador del Marqués.
Esos cadáveres eran parte del grupo de 17 personas que fueron desaparecidas en la comunidad de El Epazote, en Chilapa, que colinda con la localidad de Tlanicuilulco, en Quechultenango, el bastión de Los Ardillos.
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La violencia y la detención mermó el ánimo de los seguidores de Arcos Catalán. Casi nadie se atreve a exigir justicia. Sólo una mujer lo hace de manera abierta. Denuncia que Reyes Reyes es en realidad un chivo expiatorio en la investigación de la fiscalía. Luego lo deja claro: “no confiamos en las autoridades, ¿ustedes, reporteros, confían en las autoridades?”. Del contingente muy pocos respaldan su consigna.
La marcha recorrió la avenida Juárez, una de las principales, luego entró a Ignacio Ramírez, dobló en Colón y se metió directo a la explanada del zócalo.
El contingente no tiene un plan a seguir, unos se dispersan, otros van a dejar sus cartulinas a la puerta del ayuntamiento, donde todavía quedan las que colocaron hace 40 días, cuando asesinaron a Arcos Catalán.
La prensa rodeó a un hombre que no quiso dar su nombre. Solo atina a decir que la marcha es por la paz y acepta que por miedo no se atreve a exigir que se esclarezca el crimen.
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