Puebla.— “Desde el primer día de ausencia, todos los sueños se vienen abajo”, comentó Gabriela Uribe Hernández, fundadora del colectivo Con Amor y Esperanza Hasta Encontrarles, asociación que busca a 20 personas desaparecidas en Huauchinango, Puebla, desde hace nueve años.
La vida de Gabriela cambió la noche del 19 de abril de 2016, cuando su padre Bonifacio Uribe, quien trabajaba como profesor indígena, fue visto por última vez por una sobrina cuando acudió a la casa de su hermana para avisarle que ya se iba descansar.
En su vivienda lo esperaba uno de sus hijos, quien a la mañana siguiente se le hizo raro que no llegara a dormir. Por la tarde, todos los hermanos se reunieron porque a ninguno le contestaba sus llamadas.
Debido a que la desaparición ocurrió en un fin de semana y el lunes fue un día inhábil, las autoridades tomaron la declaración a la familia de Bonifacio Uribe hasta dos días después.
Desde esa fecha, Gabriela se pregunta cada mañana por el estado de salud de su papá, pero también le causa angustia pensar que quizá perdió la vida, y si es que pasó esto, se cuestiona cómo fueron sus últimos momentos de existencia.
“La desaparición llega a romper familias, sueños y oportunidades, es difícil explicar porque cambia tu entorno, tu estado de salud, tu condición económica y seguridad”, expresó Gabriela Uribe.
“Nos mueve el amor”
Gabriela recordó que cuando su familia comenzó a realizar movilizaciones para exigir la localización de su papá, personal de la fiscalía les pidió que dejaran de manifestarse porque entorpecían las investigaciones.
Ante la angustia por desconocer el paradero del señor Bonifacio y por la falta de atención de las autoridades, Gabriela comenzó a difundir la ficha de búsqueda en redes sociales, acción que la llevó a conocer la existencia de colectivos dedicados a localizar personas extraviadas.
Cuando buscó más información de estas agrupaciones, se enteró que organizaban actos de memoria y que conmemoran el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, cada 30 de agosto.
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“Es un día muy doloroso, pero también alentador en el sentido de que somos más los que alzamos la voz contra este silencio y violación a los derechos humanos; tratamos de ser escuchados, concientizar y ser voceros de nuestros familiares”, explicó la fundadora del colectivo Con Amor y Esperanza Hasta Encontrarles.
Sin planearlo, Gabriela empezó a compartir sus experiencias con personas que buscan a un ser querido y que conoció en marchas que organizaba o en los recorridos para encontrar un indicio que ayude a localizar a su papá.
En esos encuentros, decidieron unirse para realizar actividades en conjunto y crear un colectivo al que llamaron Con Amor y Esperanza Hasta Encontrarles, porque más allá del dolor por tener a un ser querido desaparecido, los mueve el deseo por localizarlos.

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Creación de plan de búsqueda
Desde 2018, la universidad IBERO de Puebla ha organizado talleres y presentaciones de libros relacionados con la desaparición de personas. Durante estas actividades, los académicos notaron que la colectivización de familias potencia la posibilidad de exigir a las autoridades acciones de búsqueda.
De acuerdo con el responsable de Orientación Jurídica y Psicosocial del Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría IBERO, Roberto Rosete Guzmán, existen pendientes estructurarles que impiden a las fiscalías y las comisiones de búsqueda cumplir con sus facultades.
En relación con las comisiones de búsqueda, los organismos necesitan mejores insumos para un análisis y planeación en las labores de localización inmediata. Además, explicó que debe analizarse si las desapariciones se relacionan con otros casos de personas sin localizar o con fenómenos delictivos, políticos, históricos y económicos.
Después de este análisis, el académico recomendó crear planes de búsqueda que plasmen objetivos de acuerdo con las particularidades de las desapariciones.
En relación con la labor de las fiscalías, indicó que falta una coordinación entre estos organismos de procuración de justicia con las comisiones de búsqueda y que cuenten con un plan justificado que priorice la investigación que impacta la vida y la dignidad de las personas.
“Por ejemplo, la investigación forense va del número de peritos en la materia hasta la posibilidad de contrastar información de diferentes estados relacionados con la desaparición de alguna o varias personas y tener insumos científicos tecnológicos para facilitar las búsquedas”, indicó el académico.
Falta empatía
A nueve años de la creación del colectivo Con Amor y Esperanza Hasta Encontrarles, Gabriela piensa que falta empatía de la ciudadanía hacía las familias de una persona desaparecida, aspecto que se percibe cuando pasan por desapercibida una ficha de búsqueda y en su falta de apoyo en las marchas que organizan.
“No debemos dar por hecho que esto no nos va a pasar, porque nos pasa, que mal que vivimos en un mundo tan feo en donde la gente se cree con el derecho de desaparecer a las personas y de asesinar”, expresó Gabriela.
También indicó que existen avances en el estado de Puebla, como la creación de la Comisión de Búsqueda de Personas, pero enfatizó que gran parte del personal necesita una capacitación para ofrecer un trato digno a las víctimas indirectas.
Además, explicó que, aunque existe una unidad de atención a víctimas, ninguna familia del colectivo Con Amor y Esperanza Hasta Encontrarles recibe algún apoyo sicológico ni económico.
Sueña con escribir un libro
Cuando era niña, el papá de Gabriela solía leerle cuentos hasta que se quedara dormida.
“En ocasiones inventaba las historias, esos eran mis favoritos. En todos los cuentos me convertía en un personaje, era muy divertido”, recordó Gabriela.
Debido a la desaparición de Bonifacio Uribe, el deseo de Gabriela por escribir un cuento junto con su papá cambió por redactar una historia en donde narre aspectos de la vida del profesor indígena.
La ausencia de su papá también fue un factor para que abandonara la carrera de Sicología y estudiara leyes, porque existen víctimas de delitos que desconocen sus derechos.

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