San Bartolo Cohuecan, Puebla.- San Bartolo y San Marcos, junto con San Felipe Cuapexco, San Andrés Ahuatelco, de Puebla, son comunidades referentes en producción de alfarería y abastecedor para los mercados de Morelos, Guerrero y otros estados del centro de México.
Tan sólo en san Bartolo el 90 por ciento de sus habitantes, estimado en más de 5 mil, tienen a la alfarería como actividad comercial y es su principal soporte económico.
Aquí también se vende el polvo amarillento llamado greta, compuesto de sílice y plomo, que mezclado con agua se usa para esmaltar a las piezas de barro y lograr un brillo que cautive a los potenciales clientes.
Un vendedor de greta, situado en el corazón de Cohuecan, pide la reserva de su nombre y comenta que a su tienda llega mucha gente de Morelos, Tlaxcala y Puebla para comprar el polvo ofertado por mayoreo y menudeo, así como bultos de 25 kilos, por mil 900 pesos.
¿Le han dicho que puede estar en riesgo por el manejo de la greta?
-Nos han comentado, pero desde que tengo conocimiento siempre nos han cocinado con ese producto.
¿Tiene miedo?
-Pues el miedo está latente pero siempre usamos cazuelas para cocinar.
¿Pero el riesgo?
-Sí, está latente, pero es nuestro trabajo, nuestro oficio, responde.
La alcaldesa Minerva Domínguez Gallares es reconocida por organizaciones civiles, como Pure Heart, y su comunidad, por participar en los programas de barro sin plomo y buscar el apoyo constante de los gobiernos estatal y federal para fortalecer la actividad de barro libre de tóxicos.
Paulatinamente son más los alfareros que abrazan el barro libre de plomo a pesar del golpe a su economía, por el cambio, como el caso de Neftalí Aldama Baeza, cuya familia usa esmalte sin tóxico desde hace dos años.
Habla de la dificultad para concientizar a los clientes sobre productos sin plomo, del cocimiento de las piezas a una temperatura más alta y el alza del precio por los costos de producción.
¿Qué le dice la gente?
-“Al público le agrada la idea de que les ofrezcamos un producto que no es tóxico para la salud, pero además mantenemos la cultura de nuestro barro”, explica.
Neftalí Aldama Baeza, artesana del barro que ha cambiado su producción para trabajar sin greta y plomo, insta a sus compañeros alfareros a comenzar la transformación y aunque es difícil por la carencia de hornos, que además son muy caros.
Para que un artesano trabaje sin plomo necesita apoyo por parte de fundaciones para adquirir hornos comunitarios.
Son hornos cerrados con placas refractarias que ayudan a subir la temperatura, pero sus precios pueden alcanzar los 60 mil pesos, por lo tanto, piden a las fundaciones multiplicar su ayuda para construir más hornos y mejorar salud de alfareros y sus clientes.
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