Acapulco.— La mayor tragedia de Otis fue en el mar. La noche del 24 y en las primeras horas del 25 de octubre, los vientos devastaron, según un informe de la Secretaría de Marina (Semar), 614 embarcaciones; a la mayoría las hundió, a otras las hizo pedazos y muy pocas resistieron. En las playas quedaron yates, lanchas amontonadas convertidas en chatarra. Fueron dos horas de furia en las que desaparecieron 31 personas.
La mayoría de las embarcaciones eran cuidadas por su tripulación. De una a cuatro personas estaban a bordo esa noche tratando de resguardarlas. De muchos no se sabe dónde están, si están en la profundidad del mar o naufragando en su inmensidad. A otros los sacó el mar sin vida y unos más fueron hallados entre los escombros. También hay sobrevivientes.
Eran las 11 de la noche del 24 de octubre de 2023, el huracán Otis, categoría 5, está entrando a Acapulco. Abigail Andrade Rodríguez se halla a bordo del yate Litos, anclado en el muelle de Puerto Marqués. Las ráfagas de viento comienzan.
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En el tercer piso de la casa de los padres de Abigail, en el cuarto de techo de lámina, están sus tres hijos, Ximena, Ángel y Alexis, dormidos.
Los vientos se intensifican, el capitán del yate Litos decide ir al muelle de la Décimo Segunda Base Naval, piensa que ahí estarán más seguros. Logran llegar. Los vientos y las olas toman niveles inclementes. Las ráfagas mueven violentamente a todas las embarcaciones y la tripulación decide volver a Puerto Marqués.
Las corrientes de aire despiertan a Ximena, Ángel y Alexis, en minutos las láminas del techo comienzan a volar, luego vuela completo el marco de metal que las sostenía. Los tres se quedan a la intemperie e intentan bajar al segundo piso, pero una lámina les estorba. Su abuelo sube a ayudarlos hasta que logran bajar la escalera de caracol. Se resguardan en el baño mientras pasa Otis.
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Cuando el yate Litos va de regreso a Puerto Marqués, en el punto conocido como Punta Las Brujas, la tripulación pierde el control de los motores y lanza la alerta pidiendo ayuda. El yate queda a la deriva. Los vientos lo meten unas dos millas mar adentro, luego una parte termina estrellada en una esquina de la isla de La Roqueta.
Esa noche desapareció Abigail, junto al capitán del Litos, Ulises Díaz Salgado, el marinero Alejandro Sandoval Ugarte y el ingeniero Fernando Parra Morales.
Esa noche también Ximena, Ángel y Alexis quedaron huérfanos, sin nada.
Sigue la búsqueda
Enrique Andrade Rodríguez es hermano de Abigail. Desde la mañana del 25 de octubre no ha dejado de buscar a su hermana. Ha recorrido todas las playas de Acapulco y las costas, ha llegado hasta Oaxaca preguntando por ella. Se ha parado por horas afuera del Servicio Médico Forense (Semefo), tratando de identificarla entre los cadáveres que sacaron del mar. La ha buscado en hospitales y nada. Abigail no aparece. Lo único que han hallado es un pedazo del yate entre las piedras de la isla La Roqueta y los uniformes de los tripulantes, es todo.
A un año, Enrique y sus hermanas, Jazmín y Pilar, no han dejado de buscar a su hermana menor, Abigail. Pero tanto Enrique, como sus hermanas y sus padres han tenido que soportar el dolor de no verla, para ser el respaldo que necesitan sus sobrinos, los hijos de Abigail.
Para Ximena (13 años), Ángel (11) y Alexis (9) ha sido un año muy difícil, doloroso. Los dos mayores cursan la secundaria y el más pequeño la primaria. Se quedaron sin su madre de un día para otro, pero también se quedaron sin casa, sin ropa, sin muebles. Esa noche, los vientos y la lluvia destruyeron todo lo que tenía en el pequeño cuarto donde vivían con su madre. No pudieron rescatar prácticamente nada.
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Pero lo que más sienten es la ausencia de su madre. Abigail era su único sustento, trabajaba para ellos, para sus estudios, para que fueran a entrenar futbol y estudiaran inglés.
“Los niños han perdido mucha de su alegría”, dice Enrique. En este año, por meses dejaron de jugar fútbol, mientras que la niña dejó sus clases de inglés. La razón, una combinación: la tristeza y falta de dinero.
Los tres niños viven en la casa de sus abuelos, ya no en el cuarto de la azotea, sino en el primer piso. Todos tratan de estar atentos a ellos, unos procuran sus estudios, otros ser compañía, unos más su alimentación. No están solos.
“Mis otras dos hermanas, mis papás y yo les decimos a mis sobrinos que no porque su mamá ya no esté aquí ya se acabó el mundo para ellos”.
Enrique, durante este año, además de buscar a Abigail, ha estado luchando por los derechos de sus sobrinos, que reciban una pensión y que mantengan su seguridad social. Eso ha sido igual de difícil que encontrar a su hermana.
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Los tres hijos de Abigail quedaron desprotegidos a unos meses del paso de Otis. El dueño del yate Litos, el empresario Carlos Smeke Romano, en febrero del2023 dejó de depositar el pago de Abigail y la dio de baja en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Los tres niños perdieron el servicio médico en el IMSS que, por lo menos para dos de ellos, es esencial. Ximena y Alexis necesitan atención médica por la discapacidad auditiva que tienen. Requieren de revisiones e, incluso, de cirugías, como las dos que ya les realizaron médicos de la Marina por gestiones de Enrique.
Ahora que los niños no cuentan ni con el salario de su madre ni con el servicio médico, Enrique está intentando tramitar la pensión que les corresponde. Eso ha sido toda una travesía. En el IMSS le pidieron al inicio, el acta de defunción de Abigail, pero Abigail está desaparecida y cuando una persona está desaparecida no hay certeza si está viva o muerta.
Lo que logró Enrique fue obtener un acta que tuviera la leyenda de “presunción de fallecimiento”. El trámite avanzó, pero se topó con una sorpresa: el IMSS le ofreció una pensión mensual de 400 pesos a cada niño, mil 200 en total.
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El problema radica en que el dueño del yate Litos, Carlos Smeke Romano, reportaba ante el IMSS que Abigail ganaba un sueldo mínimo, es decir, unos 260 pesos, cuando en realidad cobraba tres veces más, mil pesos diarios.
“Llevo casi un año dando vueltas para lograr concretar la documentación y el día de mañana que yo la logre concretar, le van a ofrecer esa pensión de 400 pesos por niño, debo de llevar otra demanda ante Conciliación y Arbitraje para solicitar al dueño que se reconozca su salario real”, comentó Enrique.
Sin embargo, esto no es un hecho, para que se pueda concretar el trámite, Enrique debe presentar una carta donde diga que es el tutor permanente y no provisional como la que tiene.
“No estamos exigiendo que nos den un barco o que nos den una casa, estamos exigiendo solamente nuestros trámites legales. En mi caso, mi hermana que se desempeñaba como hostess ese día no tuvo por qué haber estado en esa situación, tratando de rescatar algo material”, comenta.
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Lo más complicado que han enfrentado como familia, dice Enrique, han sido los cumpleaños de los niños, los tres piden la misma cosa: que su madre esté de regreso.
Esta también, ha sido la misión más complicada que Enrique ha hecho por Abigail. Desde niño siempre la protegió, la salvó de sus travesuras, como cuando la expulsaron por brincarse la barda para irse de pinta. O cuando la llevó a un hospital para que la atendieran de dengue hemorrágico desafiando la orden de su padre.
Enrique se siente frustrado porque esta vez no ha podido salvar a su hermana menor, a Abigail.