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Con una extensión de 767 metros cuadrados y siete niveles que simbolizan los pecados capitales, el estado de Hidalgo logró el Récord Guinness en la construcción del altar más grande del mundo, una tradición que se vive en las fiestas de todos santos en diferentes regiones de la entidad, donde con velas y flores de cempasúchil se recuerda a los difuntos.
Carlos Tapia Rojas, verificador de Récord Guinness y proveniente de Nueva York, señaló que esta ofrenda cumplió con todos los elementos para obtener la marca. Y resaltó que tanto los elementos, la tradición y las medidas cumplieron con la representación de esta celebración mexicana.
Anteriormente este récord pertenecía a un altar realizado en 2014 en la Plaza Juárez de Pachuca, con una superficie de 558 metros cuadrados.
De acuerdo con información oficial, el costo aproximado de la ofrenda ascendió a 500 mil pesos y en ella se utilizaron 400 kilogramos de naranja, 10 de cacahuate, 100 de guayaba, 400 de plátano, 20 de Tejocote, 20 de maíz, 20 de calabaza, y al menos 100 costales de aserrín.
Para la realización del megaaltar, destacó el secretario de Cultura Olaf Hernández, se contó con la participación de diversas áreas del gobierno estatal, así como de algunos voluntarios quienes aportaron parte de la ofrenda, como la fruta.
Entre los voluntarios se encuentran comerciantes de la Central de Abasto, la Dirección General de Recursos Materiales, así como algunos estudiantes y artesanos de Acaxochitlán, estos últimos realizaron el tapete de aserrín que simboliza el camino que los muertos deben seguir.
Se esperan miles de visitantes. De acuerdo con el secretario de Turismo local, Eduardo Baños, se espera que el altar permanezca hasta el 5 de noviembre y sea visitado por alrededor de 100 mil personas, en tanto que para las festividades de la Huasteca, conocida como Xantolo, la entidad estima recibir un millón de visitantes.
En esta ocasión, los habitantes de las capital hidalguense podrán conocer las celebraciones que se viven en la Sierra Gorda, Alta, la Huasteca y la región otomí-tepehua, donde la llegada de los fieles difuntos es esperada desde verano, cuando empiezan los preparativos de esta festividad, una de las más importantes para muchas comunidades indígenas.
La gastronomía es fundamental, pues platillo típicos como mole, tamales y chocolate son elementos indispensables en las ofrendas y adornan la que ya se considera el altar más grande del mundo, donde se conjuntan todas las tradiciones de Hidalgo y algunas a nivel nacional.
Así, la expectación de los pachuqueños y visitantes es grande, el color naranja de las flores de cempasúchil, el rojo de la mano de león, así como las velas, la fruta, las calaveras gigantes y las catrinas anuncian la visita de quienes se adelantaron en el camino hacia la eternidad.