Durango.— Cuando Juan Antonio Díaz Robles recoge la ropita de su bebé recién nacida, Joanna Sofía, de inmediato la imagen de su difunta esposa entusiasmada por su cuarto bebé le llega a la mente.
“Mira, amor, le compré esto”. “Traje esto para la niña”, eran las noticias que escuchaba Juan Antonio cada que llegaba a su casa, en el municipio de Tepehuanes, a tres horas de Durango capital.
Sin embargo, Armida Monárrez Ramos, de 31 años, no pudo disfrutar a su bebé. Fue una de las primeras pacientes reconocidas por autoridades de Salud de haber fallecido a causa de meningitis micótica, la infección que tiene en alerta a Durango y con temor a la población.
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El estado padece una tragedia: mujeres que dieron a luz y tendrían que vivir la felicidad de la maternidad, comienzan con dolores insoportables de cabeza, porque las meninges del cerebro se inflaman a causa del Fusarium solani, un hongo que está en la actividad agrícola, y que hasta la fecha se desconoce con certeza cómo llegó a los hospitales.
La meningitis inflama los tejidos que cubren el cerebro y la médula espinal. La enfermedad no es contagiosa, según han reiterado las autoridades de salud.
Las mujeres se hospitalizan y pueden tener derrames que derivan en la muerte. Así suman 22 casos de mujeres muertas, un hombre, y más de 30 niños que se quedaron sin sus madres, como los cuatro hijos de Armida.
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La explicación de los especialistas recae en que las pacientes dieron a luz mediante una cesárea y recibieron una anestesia con medicamento presuntamente contaminado con el hongo. Esa fue la primera hipótesis que llevó al retiro del anestésico Bupivacaína.
Recientemente la Fiscalía General de Durango informó que se obtuvieron los resultados de laboratorio que determinaron que los procedimientos aplicados en los hospitales fueron los causantes de la meningitis por hongo, y no un medicamento.
Es decir, el fármaco pudo contaminarse por el mal manejo o las condiciones antihigiénicas. De acuerdo con la fiscalía estatal, los resultados de la Comisión para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) arrojaron que el fármaco no estaba contaminado de origen, eso dio paso a girar siete órdenes de aprehensión contra administradores y dueños de los hospitales, quienes a la fecha siguen prófugos.
Esta noticia ha traído más cuestionamientos que certezas. “Está medio raro. Sería más creíble si todos los casos hubieran sido de un hospital, pero son cuatro diferentes”, comentó su esposo.
Lo mismo opinó el médico Federico Martínez Rodríguez, expresidente del Colegio Médico de Durango, quien explicó que sería creíble cuando es uno o dos casos; cuando es una jeringa o una aguja, pero no más de 70 casos de cuatro hospitales distintos y 23 fallecimientos.
El médico no duda en señalar que los hospitales también tienen sus responsabilidades y asegura que esas fueron solapadas por las autoridades sanitarias de la administración del exgobernador José Rosas Aispuro Torres, pero no cree que el origen del hongo que ha puesto en jaque al estado sean los malos procedimientos.
En la mayor parte de los casos que se han presentado las mujeres dieron a luz antes del 15 de septiembre, fecha en la que ocurrió el cambio de gobierno.
“Hubo una corrupción que imperó en el sexenio anterior. Si fue el hospital, la verificación, todo fue de aquel tiempo. Las responsabilidades de los hospitales fueron solapadas por la Coprised (Comisión para la Protección contra Riesgos Sanitarios del Estado de Durango)”, criticó el médico en entrevista con EL UNIVERSAL.
Según el expresidente del Colegio Médico, la Coprised de la pasada administración se caracterizó por poner compadres del exgobernador que nunca habían tenido que ver con temas de salud y mucho menos con temas de verificación.
“No sabían nada de verificaciones, de medicamentos, de establecimientos de salud. Cómo es posible que un hospital con más de 300 cirugías tuviera un refrigerador casero y no se dio cuenta la Coprised”, enfatizó.
La secretaria de Salud del estado, Irasema Kondo, también afirmó que el fármaco incautado es inocuo, y que la contaminación pudo surgir cuando fue abierto o a causa de que se almacenaban en refrigeradores que no cumplían con los requerimientos.
El asesino silencioso
Armida Monárrez tuvo a su hija el 27 de agosto en el hospital del Parque, uno de cuatro clausurados por las autoridades duranguenses. Su esposo, Juan Antonio Díaz, como en el caso de otras familias, decidió que invertiría recursos para que su esposa diera a luz en un hospital privado y no en uno público.
Al día siguiente de dar a luz, Armida comenzó con dolores de cabeza. En un inicio ni ella ni su esposo le dieron importancia. Se tomó medicamento para el dolor como cualquier persona, pero los dolores aumentaron y su ginecóloga le dio un tratamiento que por momentos funcionaba.
El 19 de octubre, la ginecóloga le pidió que fuera con el anestesiólogo y no era a la única madre que enviaba. El 21 de octubre Juan Antonio y Armida viajaron a Durango. Les pidieron que fueran al Hospital Materno Infantil. “Nunca nos imaginamos lo grave”, recordó Juan Antonio.
A Armida le hicieron una punción lumbar, tomografías y se quedó internada. Juan Antonio conoció a las familias de otros tres casos idénticos al de su esposa.
Después se enteró de que a su esposa la tenían aislada y que las otras pacientes en la misma condición estaban convulsionando. “Me alarmé. Quise sacarla, pensé que me ocultaban algo. Sólo me explicaban que tenían inflamación en el cerebro, que se podía complicar si la movía”, recordó.
El 31 de octubre Armida comenzó a convulsionar. Cayó en Terapia Intensiva y la intubaron. “Me decían que era algo que nunca había pasado, que no habían visto, que estaban bien y de un momento a otro venía un derrame y convulsionaban, y no sabían la razón”, relató su esposo.
Una constante, que han explicado especialistas como el neurólogo Luis Ruano, es que la mortalidad del hongo es muy alta y que hay pacientes que pueden ser asintomáticos y de un momento a otro presentan complicaciones vasculares cerebrales. Eso a su vez puede desencadenar un infarto cerebral o una hemorragia cerebral.
Ahora se sabe que la marca clínica es el dolor de cabeza y la meningitis se confirma a través del estudio del líquido cefalorraquídeo. Si los niveles están normales, se puede descartar en ese momento, pero “no completamente”, ha aclarado el neurólogo Ruano. La razón es que el hongo puede tardar en crecer.
A los pacientes que se han dado de alta es porque nivelaron el líquido cefalorraquídeo y se normalizó su cuadro. Sin embargo, requieren tratamiento a largo plazo y un seguimiento semanal de medicamentos vía oral.
Los especialistas han referido que, si se les da tratamiento temprano, la mortalidad disminuye. Por eso las autoridades de Salud de Durango han emprendido la titánica tarea de localizar a todos los pacientes que pudieran estar en riesgo. La cifra inició en mil 400, pero después subió a mil 800.
“Recientemente se diseñó y se está comenzando a aplicar una prueba PCR para detectar el ácido desoxirribonucleico del hongo, los genes del hongo en el líquido cefalorraquídeo”, explicó el infectólogo Carlos Tinoco, y así ir descartando casos o tratar pacientes.
“No sabemos el origen, qué lo ocasiona. Es muy difícil, la medicina se basa en lo que está escrito. Las infecciones por hongo en el cerebro son graves. Por las características, nunca se había presentado algo así. Hasta no saber el origen, va a ser difícil la explicación”, agregó.
“Nos destruyeron la vida”
Juan Antonio Díaz recuerda que Armida era una mujer sana a la que le gustaba la música y los recorridos a las rutas 4x4.
Tras ser trasladada al hospital 450 para operarla del derrame que había sufrido, el 1 de noviembre pasado, Armida, una mujer risueña y alegre que quería tener un hijo más, falleció.
El esposo, ahora viudo, afirmó que en el hospital querían que firmara la necropsia, pero se negó. “Que venga la fiscalía y la hagan ellos porque hay una denuncia”, peleó e insiste en saber qué pasó, sólo quiere justicia.
“Nos destruyeron la vida, a mí me la destruyeron, a cuatro niños se la destruyeron”, lamentó.
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