Salvatierra.— Los habitantes de este municipio de Guanajuato dicen que el 17 de diciembre de 2023 es una fecha que los mantiene en luto.
Esa madrugada sujetos armados irrumpieron en una posada que se llevaba a cabo en la exhacienda de San José del Carmen, donde dispararon en contra de los asistentes. En el lugar murieron 11 jóvenes asesinados a tiros y 14 fueron heridos.
Una de las víctimas era Galileo Almanza Lezama, de 25 años de edad. Su papá, Luis Rogelio Almanza Murillo, recuerda esa noche: “A mí me avisaron como a las 3:30 de la mañana, cuando todavía por teléfono se estaban escuchando las ráfagas de la masacre y gritaban los niños que fuéramos, a todos los papás, que llegáramos con la policía, porque los estaban matando a todos”.
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Don Luis platica a EL UNIVERSAL que fue el primer padre en llegar a la exhacienda, sin saber lo que iba a encontrar.
“A las 4 de la mañana estaba yo en la hacienda. Nos hicieron favor de dejarnos entrar y lo primero que vi fue a mi hijo ahí tirado. Eso era horrible, oscuro; todas las mesas y las sillas tiradas; las luces, los instrumentos; todos los niños tirados. Estaban tres niños a un lado, estaban dos niñas a un lado de mi hijo”, recuerda.
A un año, Luis dice que el dolor es mayor cuando ve las fotografías de su hijo, al recordar lo que vivieron juntos y al saber que Galileo dejó huérfano a su hijo de cuatro años.
El hombre asegura que todas las víctimas eran personas de bien, estudiantes y que nunca tuvieron problemas de drogas.
Cuenta que Galileo era gerente de una empresa y estudiaba la carrera de Comercio Exterior en la Universidad de Celaya porque quería dar lo mejor a su familia.
Otro crimen sin justicia
A un año de distancia, don Luis señala que sólo dos personas fueron capturadas, pero una de ellas, una mujer, fue liberada porque no se comprobó sus participación en el multihomicidio.
Explicó que sobre el otro detenido, la fiscalía guanajuatense y el Poder Judicial de la entidad mantienen en el sótano la información y el avance del proceso.
“No pueden decir que estos niños tenían alguna [relación] con cárteles o con droga, porque eso quedó muy claro con las autoridades y ellos fueron firmes con eso, pero nunca hemos sabido qué fue lo que pasó, hasta el día de hoy”, lamenta.
Precisó que al inicio, las autoridades estatales les bridaron apoyo con gastos funerarios e incluso, le dieron una beca de seis meses para la colegiatura de su nieto, pero “ya no nos volvieron a buscar”.
Se desploma la economía
La masacre durante la posada también desplomó la economía en el municipio de Salvatierra.
La actividad comercial sufrió un impacto negativo en el comercio ambulante y en el establecido.
José Luis Contreras Sánchez, presidente de la Unión de Comerciantes San Andrés de Salvatierra, explicó que las ventas se desplomaron hasta en 60%.
“Cada vez que pasa un suceso así se refleja en las ventas, pero más en este último [hecho], que a todo el mundo nos pegó en lo anímico y en la economía. Muchas personas tenemos miedo de que vuelva a pasar algo así”, comparte.
José Luis Contreras lamentó que la tragedia no sólo generó la caída de las ventas, sino que también obligó a la mayoría de los comerciantes de la población a conseguir préstamos para subsistir.
El alcalde, José Daniel Sámano Jiménez, explicó la crisis económica y de violencia que dejó la masacre.
“Hay un parteaguas en la vida pública e histórica de Salvatierra, con relación al antes y el después de ese 17 de diciembre. Es una situación que nos sigue doliendo y que seguimos padeciendo, tanto política, comercial y anímicamente”.
El presidente municipal, emanado de Morena, detalló que lo primero que cambió fue el sentir de las familias sobre la vida.
“Salvatierra fue la primer ciudad de Guanajuato, y si de algo podíamos presumir era de que se vivía en un clima de tranquilidad y de prosperidad. Hoy es totalmente lo opuesto: estamos intranquilos, económicamente hemos tenido mucho déficit y ese hecho nos ha pegado en todos los aspectos”, señaló Sámano Jiménez.
Lamentó que se vino abajo la actividad turística del Pueblo Mágico porque la gente ya no quiere visitar Salvatierra.
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“Nos sentimos inseguros —y lo digo yo también—, decepcionados de lo que ha acontecido y también desprotegidos”.
Denunció que ese grado de violencia es el resultado de la desatención y el abandono de las administraciones estatales y municipales anteriores, que dejaron en manos del crimen organizado a los niños, jóvenes y al resto de la población.
Carlos Silva López, presidente de la Fundación Tierra Negra, explicó que hay “un movimiento de consciencia social, de un Salvatierra lacerado, olvidado y son muchas las afectaciones en nuestro municipio, a partir de esa tragedia”.
Este martes, los familiares y amigos de las víctimas los recordarán con una misa colectiva.