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José Luis Segura Barragán, párroco de El Rosario, municipio de Apatzingán, Michoacán, señaló que al buscar un diálogo con grupos delincuenciales, el Estado sólo evidencia y oficializa su sociedad con el crimen organizado.
Para el sacerdote, quien fue testigo del levantamiento de las autodefensas en la región de Tierra Caliente, no existe diferencia entre autodefensas y crímen organizado.
Difiere del obispo de Chilpancingo, Guerrero, Salvador Rangel Mendoza, quien en entrevista señaló que el gobierno debe afrontar el problema de la violencia “sin prejuicios”, a fin de establecer un diálogo con todos los grupos armados. Dijo comprender al obispo guerrerense, porque fue su única alternativa, pero reiteró que esa posición no es la correcta.
El michoacano aseveró que, en su experiencia, dialogar con los grupos armados no es la solución para acabar con la violencia.
—¿Considera que se debe platicar con los integrantes del crimen organizado para acabar con la violencia?
—No, mi postura siempre ha sido, y no es teórica porque yo he estado en situaciones complicadas, que platicar con los grupos criminales es inútil, porque estas bandas siempre tienen una finalidad delictiva y ahora son todos; ya no hay autodefensas, las que quedaban se volvieron delincuentes. Entonces a la secretaria de Gobernación [Olga Sánchez Cordero] se le salió decir la verdad, que iban a reunirse con grupos armados de los que fueran; luego la corrigieron.
A mí me parece una acción muy desafortunada que hoy quieran darles dinero [a los grupos armados] para acabar con la delincuencia, si lo que quiere ésta es un control de las regiones, del negocio ilícito de todo tipo, extorsiones y demás.
Y aparte es hasta perjudicial, porque depende con qué grupo se reúnan, porque esos van a quedar como buenos y los demás como los malos, que es lo que vino a hacer a La Huacana el subsecretario [de Gobernación, Ricardo Peralta Saucedo].
El sacerdote añadió que “dialogar con grupos delincuenciales sería nada más evidenciar lo que ya es oficial: la sociedad del crimen organizado con el gobierno”.
Finalmente, recordó que eso de pactar con los grupos criminales no funcionó en Michoacán.
Prueba de lo anterior, precisó, cuando lo hizo en 2015 el entonces comisionado federal Alfredo Castillo Cervantes, que los armó, les dio dinero y hasta los volvió parte del gobierno.