Monterrey, Nuevo León

Don Francisco, con más de 50 años de residir en la colonia Independencia —una de las más inseguras al sur de Monterrey— afirma que si tuviera con qué comprar casa en otro barrio ya hubiera salido corriendo, pero como se mantiene al día, se resigna a vivir con temor.

El hombre maduro trata de no dar muchos datos sobre él, pero sobre la zona donde habita dice que cuando hay rachas tranquilas no se confía, pues lo mejor es no arriesgarse, “hay temporaditas que está bien, pero luego se descompone”, dice.

Platica que su vivienda está sobre las faldas del Cerro de la Campana, la cual logró construir con el esfuerzo de muchos años y recientemente ha tenido que acostumbrarse a la idea de ser víctima de la delincuencia a cualquier hora del día.

La pesadilla regresa a Nuevo León: vuelve el acoso de la delincuencia
La pesadilla regresa a Nuevo León: vuelve el acoso de la delincuencia

“Les dije que no traía; saqué unas monedas que había en mi bolsa. Pensé, a ver si no se enojan y me golpean o me matan, pero andaba con suerte, agarraron el dinero y se fueron corriendo”, recuerda.

En la colonia Independencia, los residentes con el apoyo de activistas de diversos colectivos, empresas y autoridades han tratado de reconstruir el tejido social con acciones de mejoramiento urbano e integración de las familias a través de la convivencia y el trabajo comunitario.

Sin embargo, aunque se ha logrado avanzar en materia de desarrollo urbano, tanto la colonia Independencia como la colonia La Alianza —al norte de Monterrey— siguen siendo los polígonos urbanos con la más alta incidencia delictiva, de acuerdo con autoridades de seguridad pública.

A mediados de 2018 se empezó a notar un repunte en la violencia que hizo recordar los peores años de inseguridad en el estado. Se volvieron a registrar sucesos de alto impacto sobre todo en el área metropolitana de Monterrey, donde en el último año se han presentado al menos 15 ataques a bares, en los que comandos llegan y disparan sin miramientos.

Los grupos criminales han buscado intimidar por medio del terror, realizando ejecuciones en lugares públicos, con atentados contra policías, colocando mantas de amenazas a funcionarios, e incluso, en al menos tres ocasiones han dejado cuerpos descuartizados frente a las instalaciones de los penales de Apodaca, Cadereyta y Topo Chico, así como en la propia Agencia Estatal de Investigaciones.

Sumado a esto, el pasado 27 de marzo se registraron disturbios en el penal de Topo Chico por el traslado de 501 internos a los centros penitenciarios de Ramos Arizpe, Coahuila y Coatlán, Morelos. Entre los transferidos iban cabecillas de grupos delictivos, de acuerdo con el gobierno del estado.

Repunte de crímenes

Hasta ahora, los peores años de violencia en Nuevo León se habían vivido de 2010 a 2012, cuando a la entidad llegó la división que hubo en el Cártel del Golfo con Los Zetas; los últimos conformaron su propia agrupación delictiva.

Sólo en 2011 se registró la cifra más alta de homicidios dolosos en la entidad en un mes (en mayo) con 241 casos. En total, ese año cerró con 2 mil tres asesinatos, según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).

Desde mediados de 2018 a la fecha ha habido una marcada tendencia a la alza en homicidios dolosos que no ha parado, pues en julio se registraron 70 casos; en agosto, 60; en septiembre, 74; en octubre, 83, al igual que en noviembre y en diciembre, cuando fueron 94.

Para 2019 el panorama no mejoró, puesto que en el primer bimestre sumaron 198 homicidios dolosos: en enero fueron 93 y en febrero fueron 105 los casos registrados. Esta cifra es igual a la de febrero de 2011.

Para tener una magnitud de las cifras de crímenes cometidos en Nuevo León cabe mencionar que, de 1999 a 2006, los homicidios dolosos registrados cada año no superaban los 180 casos; es decir, en todo un año se perpetraron la cantidad de crímenes que actualmente se cometieron en enero y febrero de 2019.

La mayoría de las muertes dolosas eran entonces por riñas o asaltos y de vez en cuando se registraba algún ajuste de cuentas entre narcotraficantes, pero eran pocos los casos.

Desde que Jaime Rodríguez Calderón El Bronco asumió la gubernatura del estado —el 4 octubre de 2015— se ha incrementado la inseguridad y la violencia. Al respecto, el secretario de Seguridad Pública del Estado, Aldo Fasci Zuazua, revela que muchos de los asesinatos que se han registrado en la entidad los últimos meses son ocasionados por el Cártel del Noreste en sus disputas con otras organizaciones criminales por narcomenudeo y pelea de la plaza.

De acuerdo con reportes de seguridad, el  Cártel del Noreste es una escisión de Los Zetas, formados tras la captura de Omar Treviño Morales El Z-42. La organización está enfocada al secuestro,  extorsión, robo de vehículos,  trata de personas,  narcotráfico  y lavado de dinero, entre otras actividades ilícitas; su área de dominio está en los estados de  Tamaulipas,  Nuevo León, Coahuila, Zacatecas y San Luis Potosí.

Estrategias

El secretario general de Gobierno de Nuevo León, Manuel González Flores, asegura que con el Operativo Metropolitano de Seguridad que se puso en marcha desde el 11 de febrero —en el que participan   fuerzas federales, estatales y municipales— “los índices delictivos en las tres últimas semanas se han ido a los suelos, principalmente los homicidios dolosos que se habían disparado”.

“En los demás delitos, todos los indicadores son con tendencia a la baja, creo que nos acomodamos en el mejor momento de los últimos 18 años en materia de incidencia delictiva”, afirma el funcionario.

González Flores explica que dentro de las mesas de construcción de paz —impulsadas por el presidente Andrés Manuel López Obrador— se ha convenido impulsar la acción preventiva mediante los programas sociales por sobre la persecución de los delitos en una proporción de 80%-20%.

Santiago Roel, director de la asociación Semáforo Delictivo y experto en temas de seguridad, en entrevista con EL UNIVERSAL reconoce que salvo el aumento en homicidios dolosos, la mayoría de los municipios metropolitanos tienen buen comportamiento en otros delitos como el robo de autos, robo a negocios, lesiones y violencia familiar.

La violencia de alto impacto, explica, es por la eterna lucha entre las mafias que se dedican a la venta de drogas, la disputa de territorios y recomposición de grupos. Pero si esto no se contiene se puede deteriorar más la situación y “contaminar” los cuerpos policiales, con lo que se irían incrementando otros delitos.

“La diferencia con la situación que se vivió en 2012 es que ahora hay experiencia de los mandos policiales y algunos alcaldes. La cuestión es que hagan equipo para enfrentar el problema”, alerta.

El especialista destaca que es necesario un cambio de estrategia en el plano federal.

“Esto se combate con principios económicos; la única salida es la regulación de las drogas: o lo entendemos, presionamos en este sentido, o la violencia se puede agravar en Nuevo León y en cualquier otro estado”, advierte Roel.

Puntualiza que ningún municipio ni estado está hecho para entrar en una guerra de este tipo, pues los temas de sus agendas que se deben atender son el desarrollo social y económico, las finanzas y los servicios públicos.

“Hay que regular la cannabis, el cultivo de la amapola, entre otras drogas. Ninguna debe estar en manos de las mafias, porque te genera mercado negro, crecimiento en los consumos y el aumento en la corrupción y la violencia de alto impacto”, insiste.

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