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Cancún.- Cecilia Noriega nunca había experimentado un huracán. Menos "el más peligroso" en los últimos 15 años, como la Comisión Nacional del Agua (Conagua) había catalogado a Delta, que hasta anoche, se aproximaba hacia el norte de Quintana Roo con categoría 4 y un potencial prometedoramente destructivo.
Su primera vez, en una experiencia involuntaria de ese tipo, ocurrió en Cancún, a donde llegó a vacacionar con otras personas, durante una semana.
Procedentes de la Ciudad de México, llegaron a este centro vacacional el lunes. Se hospedaron en un hotel y se toparon con la amenaza de lo que era entonces una tormenta tropical , que en cuestión de horas pasó a Huracán 1, 2, 3 y 4, prácticamente en un mismo día.
Ayer el personal del centro de hospedaje les comunicó que serían trasladados al Centro de Convenciones, ubicado en Punta Cancún, corazón de la zona hotelera, para preservar su seguridad. Delta amenazaba con vientos mayores a los 280 kilómetros por hora y oleajes de 3 a seis y luego a ocho metros de altura.
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"Nos avisaron que agarráramos nuestras cosas básicas, más importante y dejáramos todo en el hotel, en el baño. Y trajimos algunas mochilas o bolsas y nos dijeron que a las 12 nos iban a trasladar. Estuvo todo muy ordenado, la verdad. Nos trajeron en camiones, todo fue muy rápido.
"Aquí en el refugio todo estuvo muy bien, la verdad nos otorgaron cobijas, sabanas. No nos faltó comida, ni agua, los chicos del hotel y del Centro de Convenciones muy bien", relató.
Cecilia y sus acompañantes formaron parte de las 463 personas - entre turistas y residentes de la zona hotelera- que pasaron la noche en ese refugio, a escasos metros de la playa, sin escuchar las intensas rachas de viento que, afuera, derribaron palmeras, árboles, fachadas de hoteles, tejas, letras de negocios, postes y cables.
"No se escuchó nada. No se vio absolutamente nada. Hasta hoy en la mañana abrieron unas puertas y pudimos salir y checar cómo estaba mas o menos el ambiente (...)
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"Pudimos dormir a ratos, porque como estamos en el piso... El piso está alfombrado, pero es muy incómodo. Pusimos las cobijas que nos dieron y cada quien con chamarras para armar como una almohada, pero el piso siempre es incómodo", narró.
Juan Pablo de Zulueta también se quedó a dormir ahí anoche, con 463 turistas, 75 por ciento de ellos de origen norteamericano, y el resto procedentes de Europa y de México. Incluso residentes de la zona hotelera de este centro turístico.
De Zulueta es el director de Relaciones Públicas e Internacionales del gobierno municipal de Cancún. Él comenta que sí escucharon los vientos huracanados que traía consigo el meteoro, como a las 4 de la madrugada; hubo cristales rotos en una bodega del inmueble, pero no pasó a mayores. La luz se fue a las 5 horas.
"Yo creo que este episodio nos hace parar y darnos cuenta que no somos inmunes a nada. Tenemos muy claro con este 2020, primero con la pandemia y ahora con el huracan, que uno puede hacer planes, pero si quieres hacer reír a Dios... Cuéntaselos", reflexionó.
Al final, Cecilia calificó la respuesta de Cancún hacia las y los vacacionistas, ante un huracán que se preveía catastrófico, como "súper bien. Yo nunca había vivido un huracán en todas las vacaciones. Siempre una piensa en la playa y el mar... Yo les daría una manita arriba".
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