Monterrey.— La ola de migrantes haitianos, en diferentes estados, ha rebasado la capacidad de los albergues, los cuales se han quedado sin espacio ni recursos económicos para brindar ayuda, lo que ha ocasionado que cientos de personas tengan que dormir en la vía pública.
Los últimos días, cientos pasaron una mala noche en Monterrey, debido a que el agua de las lluvias encharcó las carpas que instalaron para su resguardo.
Muchos se aventuran a recorrer las calles del primer cuadro de la ciudad; otros prefieren no alejarse del albergue por temor a que policías los despojen de su dinero o los amenacen con sembrarles droga, como ya ha ocurrido, según aseguran.
Los vecinos admiten que por el momento los haitianos se han portado pacíficos, y en general todos los migrantes.
Samuel García (homónimo del próximo gobernador) atiende un pequeño local comercial y asegura que los migrantes son parte de su clientela y hasta ahora nadie se ha ido sin pagar.
La mujer, de unos 40 años, recuerda que tuvieron que abandonar Puerto Príncipe, porque el sismo del 14 de agosto destruyó su casa, donde murió su hija de 16 años de edad.
Como sabe que el gobierno de Estados Unidos endureció su política migratoria, buscará arreglar sus papeles para quedarse a laborar en Monterrey: “Sólo saldré de Casa Indi para acudir a Migración, como hacen otros, para arreglar papeles a fin de trabajar aquí”, dice.
Urge ayuda
En San Luis Potosí, el director de la Casa del Migrante, el padre Marco Antonio Luna Aguilar, hizo un llamado a la ciudadanía, pero sobre todo al gobierno estatal, ya que se encuentran rebasados por la cantidad de haitianos que han llegado.
Expuso que han arribado más de 200 haitianos a ese refugio, de los cuales cerca de 40 son menores: “Hay una dificultad tremenda, porque la mayoría no habla español y tratar con ellos ha sido complicado, puesto que difícilmente atienden las órdenes y reglamentos. La mayoría vienen en familias y hay mujeres embarazadas, incluso una de ellas ya dio a luz ayer”.
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