Taxco.— Resistir a 13 años de huelga sin ellas es imposible. Son las Guerreras de Plata, un grupo de mujeres dentro del movimiento minero que está dando la lucha, la verdadera lucha, la de la sobrevivencia.

Son las esposas de los trabajadores de las minas El Solar, Remedios y La Cocha, en Taxco, Guerrero. Marchan hombro a hombro con sus esposos, trabajan para llevar dinero a sus familias, recolectan despensas y medicinas.

El movimiento de los mineros comenzó en 2007, cuando la empresa Grupo México, la dueña de las tres minas, decidió cerrarlas antes que atender sus demandas.

Los trabajadores pedían lo básico: botas, cascos, guantes, uniformes y mantenimiento a las maquinarias, las minas y la revisión de su contrato colectivo. Fueron ignorados. La huelga estalló cuando murieron tres trabajadores arrollados por máquinas que se quedaron sin frenos por falta de supervisión.

Ese 2007 se quedaron sin ingreso 386 familias. Unos cobraron migajas por su liquidación y dejaron la huelga, otros ya murieron.

El niño de la huelga

Maribel Sánchez es esposa de uno de los 138 mineros que resisten en huelga. Sabe lo que el paro implica en las familias. A los pocos días de que estalló, parió a su segundo hijo, al que llama “el niño de la huelga”.

La paralización en la mina dejó a su familia sin dinero. Para cubrir los gastos del parto, vendieron lo poco que tenían: el televisor, el refrigerador, la estufa, los muebles. Los primeros años el “niño de la huelga” vivió en una casa casi vacía.

Este tiempo, para Maribel y su familia el camino ha estado lleno de obstáculos. Su esposo estudió hasta la secundaria y conseguir otro empleo ha sido casi imposible. Tiene trabajos temporales, hace manualidades y siempre está atento a la huelga, a las reuniones, marchas y las guardias.

Desde hace años, Maribel vende paletas de hielo afuera de una escuela. Lo que consiguen entre ambos apenas es para sobrevivir.

En diciembre pasado, su hijo mayor, un adolescente de 17 años, dejó la preparatoria y se fue a Puerto Vallarta, Jalisco, con unos conocidos a trabajar. Ahora no labora por la pandemia; ella tampoco: la escuela está cerrada desde marzo.

Lucha porque considera injusto que la empresa haya cerrado la mina por no darles seguridad a los trabajadores, pero también, porque, de reabrirse, significaría volver a tener un ingreso estable.

Una década de lucha

El grupo surgió hace 10 años. No requirió tanta organización, la realidad las orilló como una reacción: cuando a una familia le faltaba comida, las demás la apoyaban.

Las carencias entre las familias de los mineros es una constante, así que conformaron un comité que estuviera atento para que no les faltaran alimentos ni medicinas.

Ayudan a sus compañeros y casi al mismo venden productos de belleza, elaboran manualidades, así como paletas de hielo; son empleadas y se dan tiempo para marchar, hacer plantones, protestar.

Guerreras de Plata es el mejor nombre que hallaron: son incansables en un lugar que casi siempre ha existido en torno de la plata.

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