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Pachuca.— A tres años de la explosión provocada por una toma clandestina en un ducto en Tlahuelilpan, que dejó 138 muertos, ayer un nuevo estallido demostró que el robo de combustible está lejos de haber acabado en esta entidad.
La mañana del martes se registró una explosión en una toma clandestina ubicada en la comunidad de Loma del Progreso, en el ducto que va de Tula a Salamanca.
De acuerdo con los reportes oficiales, un fuerte estruendo, las llamas y el humo alertaron a los pobladores, quienes llamaron a las autoridades.
Al llegar al lugar, los cuerpos de seguridad localizaron dos camionetas calcinadas.
Según se informó, eran una pick up y una Van, que eran utilizadas por los huachicoleros para el acarreo de combustible robado, ya que también se localizaron unos bidones.
Tras la explosión, elementos del Ejército y la Guardia Nacional acordonaron el lugar y se informó que no hubo víctimas.
Entre el 5 y el 6 de enero de este año, se registró el incendio de dos tomas clandestinas, hecho que dejó una persona muerta y tres camionetas incendiadas en los municipios de Tepetitlán y Atotonilco de Tula, en el estado de Hidalgo.
Jefes policiacos de la Secretaría de Seguridad estatal han calificado la extracción ilegal de combustible como “la madre de todos los delitos”, ya que genera enfrentamientos, robo de unidades, circulación de armas de fuego y asesinatos.
Los grupos delictivos dedicados al huachicol en esta zona operan principalmente en Guanajuato y extienden sus operaciones a San Juan del Río, en Querétaro, e Hidalgo.