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El gobierno de Donald Trump anunció ayer planes para desviar permanentemente cientos de millones de dólares de ayuda que estaba destinada a El Salvador, Guatemala y Honduras, luego de que el presidente de Estados Unidos criticó a los tres países por el flujo de miles de sus ciudadanos que buscan asilo en su frontera.
Asesores del Congreso dijeron que la Casa Blanca les indicó que reprogramaría 370 millones de dólares en ayuda a Centroamérica, que los legisladores habían aprobado para el año fiscal 2018, y que suspendería 180 millones de dólares más del año fiscal 2017. El dinero no se había gastado aún.
El plan probablemente se tope con una dura oposición en el Congreso. Muchos legisladores, incluidos algunos republicanos, están molestos por las repetidas veces en que el presidente no ha tenido en cuenta los gastos aprobados.
Washington había dicho en marzo que recortaría la ayuda a El Salvador, Guatemala y Honduras, luego de que Trump expresó su molestia con las políticas de inmigración de los tres países.
No se entregarán fondos hasta que el gobierno esté satisfecho con una reducción de los migrantes que llegan a la frontera con EU, dijo la portavoz del Departamento de Estado, Morgan Ortagus.
En este contexto, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, anunció ayer que se reunirá con su homólogo salvadoreño, Nayib Bukele, cerca de la frontera con Guatemala el próximo jueves, mientras recibe la presión de Estados Unidos para frenar la ola migratoria de Centroamérica.
“Me voy a reunir con el presidente Nayib Bukele, de El Salvador, quien acaba de entrar en funciones. Es una persona joven, inteligente, progresista”, dijo.
La reunión está prevista para el próximo jueves en Tapachula, una ciudad fronteriza con Guatemala que tiene varias estaciones migratorias donde miles de migrantes centroamericanos son procesados y, muchas veces, deportados.
Desde octubre del año pasado, miles de centroamericanos se organizan en caravanas para migrar a través de México hasta la frontera con Estados Unidos, donde buscan pedir asilo o entrar de manera clandestina. El mandatario estadounidense ha calificado esta situación de “invasión”.