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San Juan Tenería, Taxco
.- Tania Martínez Madrid y Omar Estrada Corona tenían tres meses que habían comprado su casa cuando el sismo del 19 de septiembre se las echó abajo.
Ese día, Tania estaba cortando leña cuando los movimientos del sismo le impidieron seguir. Corrió hacia su casa y la encontró en escombros : las paredes no resistieron y se vinieron abajo junto con el techo.
Esa casa , o más bien la galera a la que nombraban casa, se la acababan de comprar a la mamá de Tania con los ahorros de varios años. Ahorros que significaron estar separados por temporadas.
En San Juan Tenería no hay trabajo, lo único en lo que se pueden emplear los pobladores es en el campo que sólo da para sobrevivir sembrando maíz, calabaza, chile manzano, durazno, pera, manzana y jumiles.
En este lugar, el campo no da para comprar una casa , por eso Omar cada cierto tiempo tiene que irse a trabajar de mesero o de lo que encuentre a Los Cabos, en Baja California Sur. Justo ahora Omar está allá trabajando.
Cuando Tania y Omar vieron su casa derrumbada , sus planes, sus expectativas, sus logros también se demolieron . Sintieron que todo lo habían avanzado en los últimos años en unos segundo lo retrocedieron . Los días siguientes iban consolidando su desanimo: ninguna autoridad, ninguna ayuda llegaba a su pueblo. Se sintieron olvidados, abandonados.
FOTO: Salvador Cisneros. EL UNIVERSAL
Corrían los primeros días de octubre , cuando llegó un grupo de jóvenes con ayuda : comida, agua, ropa, zapatos y cobertores. Era la Brigada 925.
El 21 de septiembre en Zacatepec, Morelos, varios jóvenes taxqueños se encontraron para repartir ayuda . Acordaron reunirse al regreso para organizarse y continuar llevando ayuda a los damnificados de ese estado.
En Taxco , se reunieron y después instalaron un centro de acopio . La ayuda comenzó a llegar. Cuando estaban listos para regresar a Morelos recibieron información sobre los daños en el municipio guerrense, un lugar les llamó la atención: San Juan Tenería , un pueblo ubicado en un recodo de Sierra, solitario, solo acompañado de carencias. De inmediato, la ayuda tomó un nuevo destino.
FOTO: Salvador Cisneros. EL UNIVERSAL
Llegaron hasta allá y se encontraron con la tragedia: 30 casas estaban devastadas pero, sobre todo, vieron pobreza . Al regreso, lo hicieron con un objetivo: construirles casas a esas familias. Conformaron la Brigada 925.
La brigada es un grupo de jóvenes empresarios, ingenieros, arquitectos, diseñadores, promotores culturales. La llamaron así porque funciona como brigada y 925 en honor a uno de los símbolos de Taxco: la plata . En los años cuarenta, los artesanos taxqueños patentaron esa aleación de plata que es flexible y resistente a la vez.
“Es el aporte de Taxco a la joyería mundial”,
dice orgullosa Nancy González, una de las integrantes de la brigada.
FOTO: Salvador Cisneros. EL UNIVERSAL
Eran mediados de octubre de 2017 y la Brigada 925 ya construía la primera casa: la del matrimonio de Mónica Martínez y Salomón López. De lunes a domingo, de las 8:00 de la mañana a las 6:00 de la tarde, jóvenes voluntarios, la brigada y pobladores de San Juan Tenería , trabajaron demoliendo la casa, sacando el escombro, desmontando el techo, aplanando el piso, abriendo el piso, acarreando arena, grava, agua, mezclando, haciendo el machinbloc, levantando paredes, colocando piso, poniendo láminas, ventanas, puertas, la instalación eléctrica.
Fueron días duros, pero al final satisfactorios, en diciembre, Mónica y Salomón tenían una nueva casa , una mejor que la que les tumbó el sismo.
El 19 de septiembre,
Mónica
apenas alcanzó a salir de su casa . Agarró a su hijo de un año en los abrazos y corrió. Desde el corredor vio como la pared de la fachada principal en un solo movimiento se vino abajo. Después corrió a la escuela a recoger a sus otros dos hijos. Mónica tenía tres meses de embarazada. Esa vez no le dio tiempo de darse cuenta del susto que le provocó el sismo, ni a su niño, Panchito.
FOTO: Salvador Cisneros. EL UNIVERSAL
Lo comenzó a descubrir con los días, cuando Panchito despertaba llorando recordando el sismo. Y ella, lo asimiló con su embarazo, pasó muchos días en el hospital por complicaciones, por dolores que ponían en riesgo al bebé. Al momento de parir, el médico le dijo que además de su niña, estaban dos bolsas llenas de agua, bebés que no se lograron formar. Mónica le acredita la perdida de los bebés al susto por el sismo.
Para Mónica fueron tres meses difíciles. Tuvo que vivir en la cocina de su mamá, Reina Martínez. Eran 12 personas en ese cuarto de maderera mal puesta con techo de láminas de cartón y con el olor impregnado a humo. A los 15 días del sismo, en San Juan Tenería cayó una granizada: unos vecinos cuentan que hasta los 45 centímetros de alto alcanzó. Fueron días fríos, más fríos de lo que normalmente son ahí.
FOTO: Salvador Cisneros. EL UNIVERSAL
En la construcción de su casa, Mónica y Salomón trabajaron todos los días de manera incansable, sin el apoyo gubernamental. La ayuda oficial llegó casi cuando la Brigada 925 estaba por terminarla. Sin embargo, no querían dársela porque cuando por primera vez llegó el personal de la Sedatu, casi un mes, no encontraron los rastros de la casa derrumbada, sino los trabajados de cimentación.
Al final le dieron, las tarjetas, pero no le han terminado de depositar los 120 mil pesos.
Hoy, Mónica está satisfecha con nueva casa, está llena de flores, Panchito dejó de soñar y su bebé ya tiene unos cachetes regordetes.