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“Ojalá todos tomáramos un pico y una pala y nos fuéramos a buscar con ellas [las madres buscadoras], pero si no podemos, tomemos al menos la primera demanda que nos hacen: escuchémoslas”, expresó monseñor Javier Acero Pérez durante una misa en memoria de los desaparecidos en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México.
“Lo que ha ocurrido en Teuchitlán es una prueba de nuestra indiferencia social provocada por el miedo de cuidar al hermano que se encuentra solo y desamparado. No podemos permitir campos de exterminio en ningún lugar del mundo, porque son frutos de negligencias y complicidades sociales”, advierte monseñor, arzobispo auxiliar de la Arquidiócesis de México.
A su lado se encuentra el padre Jorge Atilano, jesuita, vocero de la Iglesia católica para la violencia criminal, dirigente del Diálogo Nacional por la Paz, que Claudia Sheinbaum firmó siendo candidata a la Presidencia de México.
Jorge Atilano fue de los primeros en bajar a dar la mano a los familiares de personas desaparecidas, quien más tarde encabezó el acto de vigilia en la plancha del Zócalo.
“Este dolor, hermanos, no se resume en números, porcentajes, en ruedas de prensa, notas, escritos, comunicados, este dolor es sagrado. Esta monstruosidad no puede quedar impune, indiferente, silenciada en carpetas de investigación, en cuerpos abandonados…”, expresó monseñor.
Entre quienes escuchan está Gustavo Hernández, padre de Abraham Zeidy Hernández, desaparecido en Monterrey. Don Gustavo llamó a las familias asistentes a la vigilia: “Esta noche vayan y abracen a sus hijos, abrácenlos como si fuera el mío”.