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Irapuato.— Mientras miles de migrantes cruzaban ayer la frontera a Estados Unidos por Ciudad Juárez y Piedras Negras, donde se reportó la muerte de dos personas, una de ellas un menor de tres años, miles más siguen su camino a través de México hacia la región limítrofe.
En Irapuato, Guanajuato, a menos de 20 metros de las vías, cientos de migrantes se tiran sobre cartones debajo del puente Siglo XXI. Ahí esperan “el tiempo que sea” para que pase el tren que los lleve a la frontera norte. “No hay de otra”, dicen.
Llevan hasta más de dos meses en camino montados sobre La Bestia, que para ellos es el medio de transporte “más seguro”, porque les evita extorsiones policiales, rechazo en autobuses y abusos de taxistas.
“Tenemos dos meses rodando, vamos a esperar a que llegue [el tren]”, dice la venezolana Rosaliz, quien viaja con tres hijos, un nieto, una sobrina y un amigo de Colombia.
Escuchó que se suspendieron las rutas de los trenes que van para el norte del país, pero confía en que llegará el momento en que pase.
En septiembre de 2022 se comenzó a notar la llegada de migrantes a Irapuato, Guanajuato, en grupos de 20 personas cada día, la cifra subió a 80 y hasta 100 en los primeros meses de 2023. Se disparó en junio pasado con 800, hasta rebasar los mil en julio, y concentrar a más de dos mil diarios debajo del puente, lo que para la asociación civil Amigos del Tren es “una contingencia”.
La tarde de ayer ya se contaban 4 mil 500 personas bajo el puente y se esperaban la llegada de 2 mil más durante la noche. Familias completas se mantienen alerta. Corren hacia las vías al escuchar el silbido del tren, observan el color de la luz del semáforo para saber la ruta que lleva. “Este no, va para la Ciudad de México”, alertan.
Sólo sube un migrante con mochila a la espalda y un sombrero de tela para cubrirse del sol. Con la mano izquierda se sujeta del asa que hay en el área entre vagones, da dos pasos al ritmo de la velocidad del tren, pone el pie izquierdo en la escalerilla al mismo tiempo que con la mano derecha toma la baranda superior y aborda; se sienta y se persigna.
Policías municipales se mantienen en guardia en torno de ellos; guardias ferroviarios armados, a pie y en camionetas recorren el perímetro y toman nota de la cantidad de personas que pernoctan en el punto.
Saúl Ramírez Pérez, vecino de la avenida Guerrero y cruce con las vías del ferrocarril, dice que en 40 años que tiene de vivir ahí ha visto desde siempre migrantes de centroamérica, pero nunca se había visto tanta migración como en estos días.
“Ahora llegan también de Venezuela, Ecuador”, comenta.
Los migrantes se bajan del tren que viene de Huehuetoca, Estado de México. Esperan el tren de carga que se detiene en Irapuato con rumbo a Torreón, “el bolichero”, que tarda tres o cuatro días en pasar, sin horario.
“Nosotros los orientamos, cuando [el semáforo] se pone amarillo con rojo, ese es el que va a Torreón, pero puede ser el mixto también, y ahí no los dejan subir. Necesitan esperar el ‘bolichero’, porque son las góndolas que vienen de México, nomás llega a Torreón; de Torreón, ellos transbordarán otro que los lleva a Monterrey; de ahí pasan a Piedras Negras y ya está cerca la frontera”, explica don Saúl.
En abandono
Anahí Libanesa, coordinadora de Amigos del Tren en esta ciudad, comentó que es muy preocupante la cancelación de las rutas del tren anunciada por Ferromex el pasado martes. “¿Qué vamos a hacer con la gente que va a seguir migrando?, porque esto no va a parar”.
“Ellos no quieren quedarse en México, ellos desean tener mejor oportunidad y llegar a los Estados Unidos”, dijo, mientras atendía a hombres, mujeres y niños que esperaban su turno para bañarse en la sede de la asociación, donde también atienden a personas que han resultado heridas al caer del tren.
Ayer, el gobierno de Guanajuato anunció que ofrecerá apoyo a los migrantes y agregó que Ferromex podría reactivar sus servicios en las próximas horas.